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Nanon.

Necesito saber qué le pasa a Ohm.

Es que él puede pasar días en cama por una gripe, porque no es tolerante a nada que afecte su salud.

Tal vez le duele la cabeza, y tengo pastillas afuera para dárselas, o podría ser estrés, quizás incluso algún…

—No —me digo mirándome al espejo, alzando mi dedo— basta, Nanon.

Me acerco de nuevo a la puerta, para oírlo.

Ya está amaneciendo y no sé si ha podido dormirse.

Claramente yo no pude y tengo que salir, porque aún tenemos que solucionar lo que pasó.

En realidad, esa es mi excusa.

Suspiro antes de abrir la puerta.

—¿Sigues vivo? —le pregunto tratando de ser indiferente, porque sigue sentado en el sillón.

Seguramente ha tenido mucho tiempo para pensar, sin sus teléfonos.

—Sí.

Asiento caminando a la cocina, y pongo mi vaso en la cafetera.

Suelo siempre hacerle de desayunar también, pero no voy a continuar así.

—Deberíamos subir una foto juntos —digo batiendo la crema.

Me pone nervioso que se levante, y se acerque a la barra.

Parece sorprendido al ver una sola taza ahí.

—¿Puedes hacerme un café? —pregunta obteniendo mi atención al instante por el poco usual tono de su voz— por favor.

¿Qué?

Está solo mirándome así, como un cachorro que se está disculpando, y eso está mal.

No puede ahora pedirme algo, porque no soy tan fuerte como quiero aparentar.

Si pudiera le haría un estúpido café cada día, por el resto de mi vida.

—Tienes manos —respondo señalando la encimera— hay tazas ahí.

—Ah —suelta bajando la mirada— no tengo idea de cómo usar eso.

—No es tan complicado, Ohm.

—¿Y me va a salir el café tan rico, como los que tú me haces?

Maldita sea.

Quiero gritar, abrazarlo, y que me folle acá, sobre la barra.

Estoy seguro de que ni siquiera está intentando ser lindo, simplemente está triste y lo comprendo.

Debe ser difícil para él que haya tanta gente atacándolo.

—No lo sé, inténtalo —digo agarrando mi taza, y me voy de vuelta a mi habitación.

Obviamente estoy huyendo.

No quiero seguir hablando, porque soy muy débil y estaba al borde de lanzarme sobre él.

—Nanon.

—¿Sí?

—No me gusta como me siento justo ahora —agrega acercándose— así que me iré.

No puedo ceder, porque ya lo estoy haciendo bastante bien.

—Cierra la puerta al salir —respondo entrando a la habitación, pero no puedo cerrarla.

Se para justo en el marco.

—No tengo las palabras correctas para decir, aunque lo he estado pensando por horas, y es que expresarme bien nunca ha sido una habilidad mía, pero quiero que sepas que no hay acuerdo.

—¿Qué?

—Se terminó.

—Tenemos que publicar…

—No tienes que hacerlo —dice negando con la cabeza— no tienes que hacer nada más.

—Si terminamos, todos se irán contra ti —le recuerdo, para que entre en razón.

Mi pecho está doliéndome, porque no es lo quiero.

No quiero que termine con esto, quiero que traiga el estúpido acuerdo, y me muestre la firma, para que yo tenga una excusa para seguir a su lado.

Sé lo que le he dicho, porque es lo mejor para mí, pero no quería que acepte.

—No soy muy bueno notando cosas, pero incluso yo puedo ver que no te sientes cómodo conmigo ahora.

No, está viendo todo mal de nuevo, le debería bastar con mis ojos, porque tengo ojos de que lo amo.

No puedo mentirme, yo no quiero amor propio, quiero a Ohm.

—Ya me voy —suelta retrocediendo.

Es lo mejor para mí, es lo mejor para mí, es lo mejor para mí.

Tengo que dejarlo ir, aunque no quiero.

Cámaras | OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora