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Ohm.

Nunca pensé que estar lejos de Nanon podía ser una tortura, pero lo es.

Me hace falta aunque no ha pasado tanto.

No quiero pensar en que esto va a ponerse peor con los días.

Miro a Drake cuando aclara su garganta, deteniéndose en el semáforo.

—¿A dónde vamos, señor?

—No lo sé.

Quería seguir conduciendo yo, pero estoy harto incluso de eso.

—Drake.

—¿Sí, señor?

—¿Qué piensas de lo que pasó?

—Nadie que lo conozca creería que usted golpeaba al señor Nanon —responde soltando un suspiro.

—¿Por qué?

—Usted lo ama y él lo ama a usted, lo sé porque me ha permitido ser testigo de su relación desde que empezó, y aunque intento mantenerme al margen para darles la privacidad que merecen, no soy ciego, ni sordo.

—No me comporté bien —le cuento apoyándome en la ventana— lamento decepcionarte, pero tuve actitudes malas y creo que ya no funcionamos.

—Ustedes funcionan —dice frunciendo el ceño, y luego vuelve a mirar la calle— lo lamento, no quiero meterme en su vida privada.

—Puedes hacerlo, dime, ¿qué opinas de dejarlo todo?

—Discúlpeme, señor, pero no sea tonto.

Sonrío, porque me ha hecho gracia.

—Es que no quiero hacerle daño —digo acercándome al asiento delantero— y a veces, soy un idiota.

—Lo sé, soy fan del señor Nanon, señor Ohm, así que escucho sus canciones y tiene varias interesantes que claramente hablan de usted.

Bueno, incluso mi chofer sabía más que yo.

Eso no me anima mucho.

—Yo nunca he sido bueno para deducir su mente, pero creo que ir a buscarlo ahora, no es lo que quiere, aunque realmente quiero hacerlo, porque nunca habiamos estado así de lejos antes.

—No creo que él quiera terminar su relación.

—Es que, mírame —digo con frustración— no soy suficiente para él.

—Señor, créame, toda la gente que conozco, cree que usted es lo mejor que le ha pasado a la raza humana.

—No hablo de eso, Drake, hablo de que soy muy idiota.

—Pues deje de serlo.

—¿Y cómo lo hago?

—Empiece por ir a buscarlo —responde tranquilamente— ¿Lo llevo?

—¿Y qué voy a decirle?

—Que lo ama y que no quiere dejarlo.

—Él parecía muy seguro de no quererme más en su vida.

—Discúlpese.

—¿Qué? —pregunto tratando de entender.

—Dice que hizo algo mal, así que pídale perdón.

—No, así no funciona —le aclaro negando con la cabeza— si lo hice mal, debo alejarme.

—Señor, no me diga que no sabe que disculparse es una opción.

Me acomodo en el asiento para explicarme.

—Lo que hice fue muy malo.

—Discúlpese mucho, con palabras y acciones.

—Yo no me disculpo, Drake.

—Entonces, lo va a perder.

—Sí, por su bien.

—Él es el único que decide qué es lo mejor para él, usted discúlpese, no sea idiota.

No lo haré, pero realmente quiero saber como está.

Mi cerebro funciona, por fin, y tengo una idea.

—Dejé mis celulares con él —le cuento marcando el departamento en el GPS, para que Drake vaya— puedo usarlos como una excusa para verlo.

—Señor, disculpe, pero usted es tonto y no ha madurado.

—Sé que te lo he permitido, pero no tienes que ser tan duro conmigo.

—Pues compórtese bien.

Bueno, no voy a regañarle, porque probablemente tiene razón.

De todos modos, usaré la excusa.

Me mantengo en silencio los minutos siguientes, hasta que tengo que bajar, y es que estoy nervioso, porque no sé qué decirle al entrar.

Yo no sé disculparme, ya lo arruiné, me pone triste, y no quisiera tener que dejar de hablarle, pero no puedo solucionar todo lo que estuve haciendo mal por años.

No voy a pedirle perdón.

Abro la puerta, algo confundido, porque ha puesto la música alta, y hay helado en la mesa.

—¿Nanon?

Camino a su habitación y no está, pero puedo ver la luz del baño prendida.

Entro sin tocar, porque obviamente no va a escuchar, y lo veo en la tina, comiendo un pote de helado.

Él me mira, y mete todo lo que tiene en las manos, debajo de las burbujas.

Suspiro agarrando el control, para bajarle al volumen, y él aún me mira asustado.

—Acabas de poner helado ahí, no vas a terminar muy limpio.

—Ese es mi problema, ¿qué haces acá?

Vengo por los celulares, los tomo, me voy.

—Lo siento —susurro cerrando los ojos.

—Bueno, pero no vuelvas a entrar sin tocar.

No me atrevo a decirle que no me refería exactamente a eso.

—Ya me voy —le digo señalando afuera.

Camino unos pasos y me detengo, aún sin alejarme.

Es que no entiendo como puede ser tan difícil.

—Lo siento —agrego volviendo a entrar— y no porque no toqué, lo siento por todo.

—¿Tú te sientes mal?

—Sí, porque no sabía de tus sentimientos y te hice daño, aunque te amo.

Veo como la expresión en su cara cambia al instante.

—Si quieres que te siga ayudando con la prensa…

—Me importa una mierda, Nanon, no quiero más esa vida ahora, ya no me interesa, solo estoy siendo sincero contigo.

—Ohm…

—Perdón —repito sin mirarlo.

Camino a su habitación de vuelta y agarro los teléfonos, para irme.

No quiero una excusa para regresar.

Aún creo que las disculpas no lo solucionan, y él realmente necesita estar lejos de mí.

Cámaras | OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora