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Nanon.

Llevar una vida pública falsa por un par de años, es más agotador de lo que creí que sería cuando acepté este acuerdo.

Sonaba a la mejor idea del mundo, si lo piensan bien, me daba la posibilidad de mostrarle mi música al mundo, ser exitoso, que todos me amen y sepan quien soy.

Cuando era solo el hijo de un multimillonario más, podía tener muchas cosas, pero necesitaba ese impulso que encontré en Ohm, para cumplir mis sueños.

Él siempre fue más inteligente y es porque no tiene sentimientos.

Lo sé, mejor que nadie, porque lo conozco más que cualquiera.

Cómo no podría, si literalmente duermo y amanezco con él casi todos los días, desde que lo conozco.

Incluso ahora, está acostado ahí, y se ve tan pacífico que casi podría creer que es inofensivo.

Alzo la cabeza de la almohada cuando escucho la puerta.

Al levantarme paso por el espejo, y me despeino un poco.

Aunque soy el más débil de los dos, porque suelo dejarme guiar por mis emociones, las personas no le creerían a Ohm si yo no hiciera mi parte del trabajo.

El éxito que tenemos está en los detalles y en usar mis debilidades para parecer más humano.

Ohm hace el papel de perfecto inalcanzable, y yo soy el que le sigue recordando a la gente que somos personas normales como ellos, pero con billones de dólares más.

—Hola —digo al ver a las dos señoras que traen el desayuno y noto en el pasillo a la seguridad del hotel— buenos días.

Todo el mundo casi me reverencia.

Les doy el paso para que dejen todo en la amplia sala, y aprovecho el momento en que salen, para dirigirme a todos.

—Lamento mucho mi comportamiento anoche —les pido bajando la mirada— tuve un vuelo largo y me sentía agobiado por el dolor de cabeza que tenía, sé que nada justifica ser irrespetuoso, pero quiero que sepan que lo siento mucho y estoy muy avergonzado por lo que pasó.

Sonrío por dentro al ver como se disculpan ellos conmigo y me piden que no me preocupe.

—Espero tengan un buen día —agrego mirándolas a ellas— seguramente todo está delicioso, muchas gracias, la atención desde que llegamos ha sido asombrosa, Ohm y yo realmente apreciamos mucho el esfuerzo que hacen para cumplir con su trabajo.

Giro los ojos luego de cerrar la puerta.

Soy tan humilde que merezco un premio nobel o algo así.

Camino hacia la habitación, y encuentro a Ohm ya despierto, mirándome desde la cama.

—Despertaste de buenas por lo que escuché —dice feliz.

—Sabes que amo los detalles —respondo lanzándome a su lado.

A lo que me refiero es, que las personas que nos ven en espacios privados, son las que ayudan a hacer todo público de forma más realista.

Vale más lo que cuente el personal de servicio de este hotel en redes sociales, que una publicación nuestra.

—¿Con calor? —pregunta al ver que me quito la parte de arriba del pijama.

—No, pero usaré hoy algo descubierto por acá —le cuento mostrándole mi cuello.

Ohm sonríe, rodando hasta mí, y sus labios van directamente a mi piel.

Intento no hacer algún ruido extraño cuando succiona, pasando su lengua hasta mi clavícula.

Pasar la noche juntos, en París, y no haber tenido sexo, sería raro.

Las marcas que se noten sin ser exageradas, son detalles importantes, y quisiera solo tener eso en la mente, porque es nuestro trabajo, pero a veces me desconcentro de la realidad cuando tengo a Ohm sobre mí, tocándome así.

—Quedó bien —dice mirándome a los ojos mientras acaricia la zona que ha marcado— te ves bastante… mío.

—Perfecto —susurro soltando un suspiro.

—Mira que bien lo haces cuando amaneces de buenas —responde agarrando mi mejilla— ya tienes de nuevo la mirada.

—¿La mirada?

—Por fin estás mirándome otra vez como si yo fuera lo mejor que te pasó en la vida.

Aclaro mi garganta cuando se levanta y va al baño, acomodándome en mi lugar.

Odio cuando me siento así de desestabilizado.

—Tu teléfono —digo al oírlo vibrar.

—Contesta —responde prendiendo la ducha.

Me estiro para poner mi huella, y giro los ojos al ver el nombre de su novia en la pantalla.

—Hola —digo acercando el celular a mi oído y ella se queda en silencio unos minutos.

—Buenos días, Nanon, ¿está Ohm? —pregunta amablemente.

—Se está bañando.

—No me llamó anoche, aunque tenemos algunos contratos por firmar, pensé…

—No creo que pienses mucho —digo interrumpiéndola— o sabrías que estamos acá porque tiene muchas cosas que hacer, así que ocúpate de tus asuntos estos días, que él seguramente va a llamarte cuando termine con lo importante, ¿sí?

No espero a que responda y cuelgo dejando el teléfono a un lado.

La odio.

No confío en ella, aunque la idea de Ohm es buena, porque nadie más aparte de los dos sabe que esto es falso, y eso la incluye.

Ella piensa que él me engaña, pero ya existen personas en internet que se inventan historias con nosotros, así que nadie le creería realmente si decidiera decirlo algún día.

No es un peligro, pero es capaz de arruinarme el humor de un día entero, solo por aparecer.

Tengo mis razones, aunque nunca las digo en voz alta, porque a veces, es mejor intentar ignorar lo que ocurre en nuestro corazón.

Cámaras | OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora