Cámaras | Ohmnanon

20

Nanon.

Aún estoy temblando, porque creí que nunca en la vida, tendría que decirle lo que sentía.

—Nanon —dice luego de resoplar— ábreme.

Ha pasado ya bastante tiempo ahí, y creo que no tiene intenciones de irse.

—Nanon, hablo en serio.

Miro la manija que se mueve, y luego lo escucho sentarse en el piso de nuevo.

Bueno, no puede pasar la noche ahí, tendrá que irse al sillón al menos, en algún momento.

No sé qué cree que puedo decirle, obviamente no tengo cara para mirarlo ahora y explicarle todo lo que he soltado.

—Bien, no me abras —agrega bajando el tono de su voz— de todos modos, no estoy seguro de qué decir ahora.

Bajo de la cama y me siento junto a la puerta, porque si quiero escuchar lo que piensa, aunque no estoy seguro de que me vaya a gustar.

Es gracioso que está molesto porque no quiero salir, pero no me ha pedido que le abra, con un "por favor".

Es que Ohm es así, nunca puede pedir algo, porque cree que todo funciona en base a sus órdenes.

—Vas a tener que salir de ahí en algún momento.

—¿Por qué quieres que lo haga? —le pregunto en un susurro.

Está varios segundos en silencio.

—Porque quiero hablar.

—Creo que ya te he dicho todo lo que tenía en la cabeza.

Es obvio que no sabe que responder.

—Es incómodo —agrego apoyándome en la pared— que no esté afuera es un favor para los dos.

Limpio rápidamente la lágrima que cae por mi mejilla, e intento no pensarlo demasiado.

Él no tiene nada que decir, porque lo que yo siento no cambia lo que siente.

Y Ohm no siente nada.

—¿Cómo pasó? —pregunta lentamente.

—Solo pasó.

—Yo no soy la clase de persona de la que la gente se enamora.

—¿Bromeas? —suelto negando con la cabeza— medio planeta te ama.

—Porque no me conocen, pero tú sí, ¿cómo es que puedes sentir algo por mí?

Me lo he preguntado también, en las peores noches, esas en las que me dejaba solo para irse a acostar con alguna mujer.

Me sentaba siempre en la cama a pensar en cómo podía amar a alguien que me hacía tanto daño.

Sabía que no era su intención, porque él nunca lo supo, pero dolía tanto que me costaba entender como es que seguía tan enamorado.

—No lo sé, pero voy a trabajar en ello, porque no puedo cargar con esto más tiempo.

—Es lo mejor para ti.

Sonrío al sentir mi corazón estrujándose de nuevo.

Soy patético.

Incluso sabiéndolo, escucharlo decir eso me ha confirmado que, dentro de mí, tenía alguna esperanza estúpida de que al menos me pida que no lo haga.

Pero eso no va a pasar, porque nunca he sido suficiente para que me vea de esa manera.

He pasado tantas noches pensando en que si quizás fuera más lindo, o quizás más agradable, él podría quererme.

—Publicaré algo también —dice levantándose— pero no quiero saber lo que ocurre, así que voy a desconectarme el resto de la noche.

—Bien.

—Trata de descansar —suelta caminando por el pasillo.

Va a irse.

Quiero correr a pedirle que no lo haga, podría inventar que van a creernos más si mostramos que hemos pasado la noche juntos, pero eso sería humillante y mi dignidad ya ha tenido suficiente por hoy.

Tengo que dejar de amarlo, como una prueba de amor propio.