Capitulo 20. Friends

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Mario versión.
Le conté a Stephanie, descubrí que era fácil abrirme con ella, esta vez fue una de esas raras y pocas veces que recuerdo cuando Stephanie se sentaba en silencio y sólo me escuchaba. Y para alguien como ella, eso es mucho decir.

-... Yo la amaba. No. A pesar de todo, la amo. Juro por Dios que estoy diciendo la verdad. Pero, ¿qué hizo ella? Dijo esa mierda que no quiero recordar, y me rompió el corazón. Ella lo era todo en mi vida, y me humillo y destrozó de la manera más cruel -suspiré. Mirando a Stephanie a los ojos, me miraba con atención- Estoy jodidamente frustrado. Por un lado quiero odiarla, pero… por el otro, nunca podré odiar a la única mujer que llegó a hacerme muy feliz. Disculpa si eso te ofende Sthepanie. –añadí, en forma de disculpa, dándome cuenta de lo que dije.

-No, descuida, entiendo. Al final, creo que nosotros nunca fuimos buenos el uno para el otro -asentí en aprobación- Continua –dijo, sonriéndome.

- Sabes, he llegado a pensar mil locuras o excusas tontas. Puede que un Alíen vino y la remplazó por otro ser igual a ella por fuera, pero por dentro tan diferente... Suena tonto -me reí de mi mismo, era estúpido pensar eso- Pero explicaría muchas cosas.

Stephanie también rió un poco.

- ¿Puedo preguntarte algo? -dijo, cambiando a una actitud seria. Asentí, tomando un poco de mi refresco, la charla me había dejado sediento- ¿Ustedes dos piensan divorciarse?

- Huh -me quedé rígido, no había pensado en un término así- Bueno... no he pensado en ello. No quiero hacerlo, en realidad.

- ¿Entonces por qué no lo vuelves a intentar?

- ¿Te refieres a intentar volver con mi propia esposa, que me confesó que había alguien más en su vida y jura que no me ama?

- Hugh. Cuando lo dices de esa manera suena tan mal -dijo Sthepanie, arrugando la nariz- Sólo quise ayudar.

- Créeme que esta noche has ayudado demasiado. Me escuchaste y en verdad necesitaba que alguien lo hiciera –dije sinceramente. No pensé que iba a pasar un buen rato con ella, pero mi expectativa cambió.

- Hey - alcanzó una de mis manos y la cubrió con la suya, acariciandola con su pulgar- Para eso están los amigos.

- Gracias –susurré. Retiré mi mano suavemente, era incomodo que ella me tocara- Entonces, cuéntame de ti, ¿no estabas en Francia estudiando Ballet?

Stephanie asintió, todavía sonriendo y tomó un pesado respiro.

-Lo estaba. Pero extrañaba mucho a mi familia, entonces…

Sthepanie y yo seguimos platicando por una hora más, ella me contaba acerca de sus experiencias en Paris. Resultó que decidió regresar a México con la esperanza de que su familia la recibiera, en cambio sus padres se fueron de viaje por el mundo. Como Stephanie no aviso a sus padres que regresaría ellos ya tenían ese viaje programado. Stephanie les dijo que no lo cancelaran por ella, así que decidió rentar un apartamento para ella y no sentirse tan sola en su casa, que en realidad parecía una enorme mansión. Casualmente rento un apartamento en el mismo condominio de donde estaba el de Mauricio. En fin, parece estar sola por estos momentos, todas sus amigas se quedaron en Francia y las que antes tenía aquí perdió el contacto. Ella se sentía tan sola sin su familia y amigos como yo me sentía sin _____ y mi hija.

Tú versión.

Sebastian se reunió conmigo en la cocina. Preparé café en la cafetera y esperé a que estuviera listo.
Él se sentó en uno de los taburetes del desayunador.

- Vine aquí para charlar un poco. Somos compañeros de trabajo, lo sé, pero qué hay de malo con que quiera saber más acerca de mi compañera. Más aun cuando es toda una chica misterio –me dijo, haciendo un movimiento graciosos con las cejas- ¿Sigue todo bien, verdad?

- Oh. Sí. Lo siento -mordí mi labio inferior, recordando todo lo que hizo Sebastian por mí esta mañana y tarde, tan desinteresadamente. Creo que entonces al menos le debo una explicación- ¿Qué piensas acerca de dejar de decir que sólo somos Compañeros de trabajo? Creo que me has demostrado ser un buen amigo.

- Puede que eso me agrade –sonrió y yo le correspondí con una sonrisa también.

La cafetera estuvo lista y el olor a café se esparció por todo lo largo y ancho de la cocina.
Tome dos tazas Verdes Manzana de la alacena, con un poco de melancolía, pues estaban a un lado de las Azul Marino, que eran las favoritas de Mario para tomar café. Extraño, pero cierto. Serví ambas. Acerqué un bote con crema y un tazón de azúcar con dos cucharitas. Me acerqué a la barra con las dos tazas y le entregué una a Sebastian, poniéndola frente a él.
Su mirada bajo a su taza, y de un momento a otro me tomó de la muñeca izquierda apretando suavemente, casi tan repentinamente que se me escapo un pequeño grito ahogado, casi inaudible, pero de sorpresa.

Levantó mi mano a la altura de mi rostro y sus ojos se fueron directos a mi dedo especial, ese donde estaban mis dos anillos; de compromiso y de bodas. Entonces sus ojos viajaron de nuevo directo a los míos, su rostro reaccionó abriendo bien grande los ojos, sorprendiéndose.

- ¿E-Estás casada? -preguntó y se aclaró la garganta. Todavía sosteniendo mi muñeca frente a mi cara- El chico al que visitaste hoy en la tarde y supongo que, por el que estabas llorando no era tu ex, ¿cierto? Es tu esposo.

Su mirada se obscureció y una chispa de enojo apareció en su rostro. Mierda.

- ¿Por qué me mentiste? -añadió- Cuando te pregunté si tenias novio dijiste que no. Por qué no dijiste que ibas a ver a tu esposo al hospital, padre de tu hija, que también nunca mencionaste. Tienes una hija. Oh Dios mío, ahora entiendo mucho.

- ¿Qué? -estaba tan aturdida que apenas comenzaba a formar palabras. Dios mío, ¿cuál era su problema con eso?

- Has dejado que te coqueteé todo este tiempo. ¡Y estás casada! –soltó mi muñeca y se puso de pie, pasándose una mano por el cabello.

- ¿Qué, Sebastian? –Oh Dios. Volvió a verme, nuestros ojos nuevamente encontrándose, Sebastian comenzaba a asustarme. Sacudió con la cabeza como negando y desvió su mirada- Sí. Estoy casada, pero… ¡¿Qué?! Yo no sabía que tú lo hacías, ¡no tenía ni idea de que estuvieras interesado en mí!

- Sí lo estoy, ¡malditamente lo estoy! –espetó, mirándome de nuevo, acercándose a mí, a pasos lentos como midiendo mi reacción- Me gustas. No tienes idea de cuánto.

¿Uh? Sentí mi estomago hundirse y mi respiración atorarse en mi garganta por su declaración. No me la esperaba. No. Mi voz se apago y no sabía que decirle a eso. Yo… yo no le correspondía, no podía…

-¡Mami, mami! -Kimberly gritó desde el pasillo corriendo hasta la cocina, haciendo pucheros- ¡Mi crayón verde se rompió! Uh… -sus ojos pronto vieron a Sebastian frente a mí- ¿Qué está pasando aquí?

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Hola hasta aqui el capitulo Bueno ahora sabemos que Sebastian Gusta de rayis ¿Creen que llegue a pasar algo...? 
En fin No olviden votar, comentar que les parece la novela y sus opiniones sobre estos dos. Gracias por leer:*

"Beautiful Lies." - Mario Bautista & TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora