- ¡Por el amor de Dios! ¿Qué pasa? Confía en mí. Amor, sea lo que sea dímelo.
Pero ella no respondió, sus ojos se desviaron de los míos. La miraba casi a punto de desmoronarse frente a mí y yo tan incapaz de sostenerla, sólo porque ella misma me lo impedía. Por alguna razón volvía a levantar la barrera entre nosotros. Y yo estaba a muy poco de volverme loco por su ¡maldito silencio!
- Cariño, escucha, tienes que decirme lo que está sucediendo, has esto por mí... por ti, por el bien de Kimberly... ¿Por favor? Sea lo que sea que esté mal dímelo. ¿Aún no lo entiendes? Yo haría cualquier cosa por ti, por nuestra hija, nada puede ser tan malo, porque te amo, maldita sea, ¡te amo! –Ella seguía sin responder. Como única respuesta a eso sacudió su cabeza en forma de negación, tan desesperadamente como si las palabras le dolieran... pero, ¿por qué actuaba ahora de esta manera conmigo?
Sus ojos ya no iban a poder cargar con más lágrimas y en cualquier momento iban a salir. Llevó su puño a su boca para reprimir un sollozo. Ella no hablaría, tenía que persuadirla. Y añadí, tratando de sonar seguro y no quebrarme, aunque sentía que yo también ya estaba al borde de las lágrimas:
- Te comportas de una manera extraña; a veces me necesitas, otras me quieres lejos. Quiero, en verdad trato de entenderte, pero no puedo, si no hablas conmigo no puedo. Dímelo cariño, dímelo por favor, ¿qué sucede?
- Hay alguien más, Mario... -finalmente habló. El aire frío y pesado cayó sobre nosotros inundadnos en toda la habitación.
- ¿Qué? -esa palabra logró escaparse, casi como un susurro.
- Quieres saber que sucede. Eso sucede. Hay alguien más -respondió. Soltó una gran exhalación de alivio, como si decirlo le quitara un peso, limpió sus ojos y sacó fuerzas para continuar hablando. Mientras yo me sentía cada vez más inexistente en este mundo.
- ¡No! ¡Eso no es verdad! ¡Estás mintiendo! Me amas.... Anoche... anoche hicimos el amor...
- No, Mario, no confundas las cosas. Anoche tuvimos sexo -su tono de voz era tan frío- Sexo, no había amor.
¿Qué? ¿Qué clase de persona tenía frente a mí?
Tomandome un segundo me di cuenta que la persona frente a mí no era _____, mi esposa. Era una completa extraña.
- ¿Quien...? -quise saber, pero mi voz sonó mas cortada de lo que pensé.
- ¿Realmente importa quién?
- ¡¿Qué si importa?! Un maldito bastardo de mierda me robo el amor de mi esposa, mi felicidad, echó a perder mi matrimonio, y todavía preguntas qué si importa. ¡Por supuesto que importa! -grité.
- Oye... por favor cálmate. No digas eso.
- ¿Qué esperas que diga, entonces? Oh, no pasa nada, todo está bien, yo seguiré aquí, amándote con todo mi ser, cumpliendo la promesa que te hice frente al altar. Pero, oye, está bien, total, no tengo corazón. Todo lo que una vez pude tener te lo di a ti…
- Mario... -sollozó. Y por un momento hasta creí que realmente le importaba, por un momento creí verlo en sus ojos. Pero no. Ahora estaba seguro que me había casado con una desconocida, capaz de engañarme y jugar con mis sentimientos, hasta el grado de no importarle en lo más minino lo que yo fuera a sentir.
- No, no digas más, ya lo entendí. Supongo que… -mi voz se estaba apagando, tomé un respiro, aclaré mi garganta y dije:- Supongo que si te amo como lo hago, de esta manera que duele tanto, debo dejarte ir...
- ¿Estás dejándome libre? –preguntó, sonando ligeramente sorprendida.
- Se feliz... -le dije, esas palabras quemaban mi garganta y luche contra mis lagrimas- Aunque eso signifique sin mí.
Me sequé los ojos rápidamente y me gire. Me estaba marchando y ahora sí no estaba dispuesto a mirar atrás hasta que...
- ¡Papaaaaaá! -gritó Kimberly. La escuché correr de su habitación hasta estar detrás de mí- Papi, no te vayas. Papi, ¡por favor no! ¡Me lo prometiste!
Oh no, mi pequeña. Mi pequeña princesita escuchó todo, no, no, no, ¡maldita sea! Pude contenerme frente a _____ y no quebrarme, pero frente a ella no iba a poder... si giraba y la miraba no iba a poder. Y en estos momentos me sentía tan enojado, jodidamente molesto y estúpido....
- Me lo prometiste... -su voz estaba casi apagada.
Entonces tuve que girar y verla, me acerqué a ella de cuclillas y le susurré:
- Oye, cariño está todo bien –acuné una de sus mejillas, antes de que ella llorará- Te haré una nueva promesa, escucha, no nos van a separar, ¿de acuerdo? Voy a volver por ti. Haré todo lo posible para estar juntos. Nadie puede separarme de mi pequeña princesa, pero ahora debes quedarte con mamá mientras yo arreglo unos asuntos de.... del trabajo.
Miré su reacción, con el entrecejo fruncido, pero comenzaba a aceptarlo y estar un poco convencida de mi respuesta. Por dentro me sentía mal, tan mal, porque a pesar de todo, estaba mintiéndole a mi hija.
(…)
Llegué al departamento de Mauricio. No me pregunten cómo pude conducir con la mente perdida en mis pensamientos, no me pregunten ni de una jodida manera por qué me pase los altos y semáforos en rojo, maldiciendo y llorando. Pero así lo hice hasta llegar al condominio de varios departamentos y subir escaleras hasta llegar al de Mauricio.
Después de entrar y cerrar la puerta de un golpe, caminé hasta la pequeña sala.
- Pero.... ¿Que-qué demonios ocurre contigo? - dijo Mauricio cuando me vio entrar.
- ¡Callate! -le grité apenas me tiré al sofá- No quiero escuchar a nadie. No quiero saber nada de nadie.
- Ni... -intentó decir. Le lancé una de mis miradas asesinas y se calló.
- La odio, la odio... -sollocé. Sorbí mi nariz y me acomodé en el sillón, mirando a la nada- Odio el color chocolate de sus ojos. Odio cuando me mira y sonríe. La odio por las noches, ¿sabes? Ella ronca terriblemente, aunque no me lo crea. Odio sus carnosos labios, sólo hace que quiera besarla. Odio su cabello, ¿algún día va a peinarlo? Dios, ¡odio ese vestido rosa con flores! Pero no conozco a nadie que se vea increíblemente bien con eso-suspiré- Odio besarla y luego extrañar sus besos. Odio que me abrace y me haga sentir jodidamente seguro. Odio que me diga Te amo. Odio sus berrinches. Odio que sea tan mandona, controladora y testaruda -fruncí el ceño- Pero, sin duda lo que más odio de ella es amarla...
- Oye amigo está bien, ahora mismo me vas a decir que paso entre tú y ______. Éste sábado estaban más que bien, hasta que creí que lo había superado. ¡No viniste a dormir por dos noches!
- Me engaña con otro –espeté- Ella misma me lo dijo. Estoy tan seguro que es ese ricitos de mierda que vimos con ella en la plaza.
- ¡Madre…! ¿Qué? –lo escuché pararse del desayunador y ahogarse con su desayuno- Wow, espera, entonces estas en todo tu derecho de odiarla.
- Quisiera hacerlo, Mauricio, como quisiera odiarla...----------------------------------------------
Y bueno aqui esta el segundo capitulo por hoy, se que me odiaran por esto:( pero pasaran muchas cosas mas ¿Sera que si haya alguien mas?
Espero y sigan votando y comentando para que siga la novela Hasta la proxima:*
ESTÁS LEYENDO
"Beautiful Lies." - Mario Bautista & Tu
Fanfic''Tiene que haber alguna forma para hacer que me quieras como antes''.