Me quedé un momento así, aturdida por lo que había dicho. Una pulsada de dolor me desgarro el pecho, Mario tenía razón.
Yo sabía que esto estaba mal, estaba mal cuando lo pensé y está mal ahora. Las cosas se ponían aun más complicadas y confusas para ambos.
Mis pies pesaban tanto cuando después de unos minutos decidí caminar hasta mi closet y sacar mi pijama. No tenía ánimos de cambiarme, con dificultad lo hice. Apagué la luz y solo deje encendida una lamparita de mesa. Luego me arrastré entre las sabanas de la cama.
La puerta se entre abrió, dejando pasar un poco de luz del pasillo y dejando a la vista a Mario.
A pasos silenciosos se acerco a mí. Me senté de inmediato, y él a un lado de mi pero sin mirarme, ambos en la orilla de la cama.
- Oye, disculpa -susurró. Su tono mucho más calmado- No debí decirte eso.
- No Mario, yo tuve la culpa. No debí pedirte que hicieras esto, fue una locura desde que lo pensé.
Mario suspiró y asintió con la cabeza. Se volvió hacia mí y me miró fijamente a los ojos. Su mirada era tan penetrante que no podía ocultarle nada.
Esta siempre había sido mi debilidad, sus ojos. Y con la apenas luz de la habitación, su mirada era mas cálida y sombría a la vez.
- Quizás yo fui muy tonto en aceptar. Tonto, masoquista y... enamorado. -De repente no pude mirarlo más a los ojos y baje mi mirada.
Mario se puso de pie y rodeó la cama para acostarse al otro lado de ésta. Al menos se quedaría a dormir aquí. Se metió entre las sabanas, pero se mantuvo a distancia. Era mejor tener distancia, si había el más mínimo rose de piel me habría vuelto loca y me lanzaría a él.
- Buenas noches, _________ -murmuró Mario, antes de apagar la lamparita con el botón que estaba de su lado.
La habitación se volvió obscura. No respondí, mi voz se había apagado... «Tonto, masoquista y enamorado», esas palabras resonaban fuerte en mi cabeza.
Se removió en la cama para acomodarse y lo sentí darme la espalda. Hice lo mismo y me recosté sobre mi espalda, mirando el techo. Luego mis pensamientos ya no eran claros. Mario, te tengo tan cerca pero a la vez tan lejos, sin saber que también soy una tonta masoquista enamorada.
Estuvimos en silencio y como si supiera exactamente como se sentía, lo escuché soltar un pesado suspiro de frustración. Me moví un poco para acomodarme en mi espacio en la cama. No pasó más de un minuto en el que me di cuenta que ninguno de los dos podía dormir.
- ¿Mario?... –dije en voz baja- ¿sigues despierto? –Mario suspiró de nuevo.
- Sí... ¿qué ocurre? -giró su cuerpo y lo tuve de frente. Tomé una bocanada de aire para hacer lo que iba a hacer, me sentía tan nerviosa como si fuera una primera vez.
- Esto -susurré y me acerqué a su cuerpo. Dejé descansar mi mejilla sobre su pecho, acurrucándome a su lado, y con mi brazo derecho rodeé su cintura. Cerré los ojos, esperando que reaccionara.
Su cuerpo se tenso, tomándolo por sorpresa, por un instante, luego lo sentí relajarse, cubriéndome con sus brazos se aferró a mí. Inclinó su cabeza y respiró hondo en mi cabello. Era como decirle abrázame fuerte y olvidemos el caos ahí fuera. Era esto, esto necesitaba. Tan afligida como me sentía en ese momento él era todo lo que necesitaba.
- Eres la chica más confusa que conozco, ¿lo sabes?
Quise decir algo más, pero me calle. Solo asentí con un largo respiro, escondiéndome más en su cuello. Nos quedamos así, sosteniéndonos uno al otro en brazos, hasta que pronto sentí como me quedaba dormida.
(...)
Algo me hizo despertar de golpe, quizás fue ese reloj interno que tengo como alarma. Noté que estaba sudada de la nuca, y la razón era Mario. Él yacía a mi lado, su cuerpo pegado totalmente al mío, sus piernas enredadas en las mías, una mano sobre mi estomago y su cabeza escondida en mi cuello, donde aún sentía su aliento chocar con mi piel. Extrañe tanto despertar de esta manera.
La respiración de Mario era tranquila, por lo que supe que aún estaba dormido. Con cuidado salí de la cama caminé a la cocina para preparar el desayuno. Miré el reloj y marcaban las ocho en punto.
Batí huevos para hacer mi famosa torta de huevo con salchichas. Me tomé todo el tiempo del mundo, ya que nadie, excepto yo, estaba despierto.
Tal vez Mario y Kim despertarían al instante de oler el olor a huevos cocinándose en el sartén.
Cuando daba las ultimas batidas una Kim en pijama y cabello hecho un nido de pájaros, apareció en la cocina. Se sentó en unos de los taburetes del desayunador frente a mí y se tallo los ojos adormilados. No suele despertar tan temprano un domingo de descanso.
- Buenos días mi pequeña, ¿cómo amaneciste hoy? -le dije a Kim. Me sentía extrañamente de buen humor.
- Con sueño y hambrienta -alargó la "a" con un bostezo.
- Umm. Ya pronto estará el desayuno. ¿La abuela aún duerme?
- Como una roca. Pero tranquila, si respira, yo misma lo comprobé –respondió y me reí, y me volví hacia el fregadadero para lavar unos platos.
-¡Buenos días familia! –Y ese era Mario, entrando a la cocina. Al parecer había despertado de un excelente humor, también- ¿Cómo está mi princesita? –como estaba dándole la espalda solo escuchaba como Kim reía y supuse que le hacía cosquillas. Terminé de lavar el plato y seque mis manos. Me volví hacia Mario. Se apartó de Kim besando su mejilla por ultimo y levanto la vista a mí- Y la mujer más hermosa de este mundo – murmuró, acercándose a mí. Me rodeo con sus manos mi cintura, atrayéndome a sí- Espero que bien, también.
- Iugh. ¿Van a besarse? -dijo Kim tapándose los ojos con sus palmas- Por favor no frente a mí.
- Kim, ¿Qué tal si vas a buscar un peine para desenredar tu cabello mientras está listo el desayuno? -le sugerí.
- Está bien, está bien.
Versión de Mario.
Cuando Kim salió de la cocina, aún tenía tenía tomada a _______ de la cintura. No dijo nada más, solo me miraba, y yo a ella, lo que fue bueno por un momento, luego no sabía qué mas hacer. ¿Estábamos bien? ¿O solo seguíamos fingiendo que todo iba bien?
Suspiré y me incliné para besar su frente. Se supondría que sería algo rápido, pero mis labios se dieron el lujo de quedarse ahí, sobre su piel, unos segundos más. Cerré mis ojos.
Luego los abrí y me aparte de ella. Intentando ocultar mi enorme necesidad de besarla hasta cansarme en este mismo instante. Tomé una de las salchichas y la mordí.
- Hmm, torta de huevo y salchicha, de mi favoritas -le dije. Esperado que esto sea lo menos incomodo para ambos- ¿Te ayudo en algo?
- Bueno... umm.. ya está todo listo.
- ¿Quieres tomar café?
- Si, eso estaría bien
Tome la cafetera y puse los granos de café en ella. Tenía que hacer algo para mantener mis manos y mi mente distraída y esperar que este día que, apenas comenzaba, no acabará en un completo desastre, si es que aún podía acabar peor de lo que ya lo estaba.
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Hasta aqui el capitulo es un poco corto lose pero espero y les haya gustado no olviden Votar y comentar que les parecio para que yo la siga.
Si aun no me siguen pueden hacerlo me harian muy feliz, hasta el proximo capitulo chao:3
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"Beautiful Lies." - Mario Bautista & Tu
Fiksi Penggemar''Tiene que haber alguna forma para hacer que me quieras como antes''.