Capitulo 38. Pastel de Limón.

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Tú versión.
Tres meses después.
El aire golpeó mi cara, despeinando y alborotando mi cabello. El olor a pino fresco entró por mi nariz.

- Basta Sebastián-insistí- Dime de una buena vez qué hacemos aquí.

Lo escuché sonreír detrás de mí, mientras cubría mis ojos con sus manos, privándome de ver dónde nos encontrábamos. Deduje que estamos en un lugar de aire libre por el viento, y lejos de la ciudad por el largo camino a aquí. Incluso durante el viaje, de casa a este lugar, el muy bastardo vendó mis ojos.

- Es una sorpresa. ¡Te encantará! -aseguró Sebastián, haciéndome caminar hacia adelante y luego empujándome delicadamente hacia abajo, obligándome a sentarme sobre mis piernas. Sentí el pasto tocar mi piel.

- Ouh, el pasto esta frío -respingue. Poco a poco los dedos de Sebastián se separaron de mis ojos, dejándome ver el lindo mantel cuadrado, la canastilla con comida dentro, dos copas, un vino tinto a lado y un plato lleno de uvas y fresas. Mmm, había recordado mis dos frutas preferidas. Todo yacía en el mantel sobre el pasto, era un picnic.

Entonces me di el momento para mirar a mi alrededor, estábamos rodeados de pinos, montañas, mas pinos y mucho follaje verde. Era lo más cercano que alguna vez me encontré a un bosque.

- Wow -susurré, sorprendida- Esto es increíble, Sebastián.

- Y espera, aun no te he mostrado la sorpresa - Sebastián sonrió, dulcemente de lado.

- ¿Hay más sorpresas?- Sebastián asintió, pasándome la canastilla de sandwiches.

- Son tus favoritos. Pavo con queso.- dijo, sin dejar de sonreír. Esta vez, más ampliamente- Anda, toma uno.

La alegría en el rostro de Sebastián era tan contagiosa que en ningún momento deje de corresponderle la sonrisa. Tomé el sandwich, mientras él comenzó a servir un poco de vino en las copas. Desenvolví la envoltura de papel y le di una mordida.
Mientras mordía el sandwich de pavo me di cuenta de que algo estaba mal y dejé de masticar. Y para el momento en el que Sebastián dejó de servir vino en la copa y yo escupí en mi mano el anillo que venía dentro, lo entendí.

- ¡Sorpresa! -dijo Sebastián.

Aturdida, lo miré sin entender y luego al anillo en mi palma. Por una milésima de segundo quise reír. Esta escena me recordaba tanto a una vieja película que solía ver cuando era niña. "La pandilla"; donde Alfalfa le daba un anillo a su eterna enamorada, Leyla, de esta misma manera, dentro de un sandwich en una de sus citas. De una manera inocente. En cambio, cuando Sebastián se levantó y se inclinó arrodillándose frente a mí, me di cuenta de lo serio que esto iba.

- ¿Esto... Esto qué significa? -tartamudeé.

- Significa que, -acercó su mano a la mía, tomó el anillo y lo limpió- Quiero unir mi vida con tu vida -hizo una pausa, mirándome seriamente- ¿Quieres casarte conmigo, cielo?.

Sin importar que, aunque ya había pasado bastante tiempo desde que había dejado de ver a Mario, y sin mencionar que el trámite de nuestro divorcio aún estaba inconcluso, sentí pánico como nunca antes en mi vida. Miedo a equivocarme, nuevamente. Miedo de que todo esto se vuelva una mentira. Y quizás también, miedo a perderlo. Sin embargo, después de esa pregunta tomé la decisión correcta.

Mario versión.
Recuerdo los gritos de Stephanie. Recuerdo a los enfermeros y médicos correr hacia su habitación. Recuerdo que Adam y yo intercambiamos miradas. Él no sonreía, no porque fuera un mal tipo. Stephanie había tenido nuevamente una amenaza de aborto. Esta vez los médicos dijeron que iban a sacar al bebé, Stephanie desde luego no acepto. Casi le cuesta la vida, perdió mucha sangre, pero ella lo salvó.

"Beautiful Lies." - Mario Bautista & TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora