Capitulo 30. La señal.

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Maratón 4/5
Regresando del baño, Sebastián ya no estaba en el pasillo, me pregunté vagamente a dónde habría ido pero sé que pronto iba a encontrarlo, él no se iría sin despedirse.
A duras penas abrí la puerta de la habitación donde se encontraba Kim, sabiendo que Mario estaba ahí dentro, Kimberly dormía y Mario acariciaba su mejilla y le susurraba algo, la escena que vi de ellos dos juntos me pareció tan adorable que quería acercarme y unirmeles, pero esta no era la escena favorita para ningún momento, quiero decir, no en un hospital, mucho menos después de todo lo que había pasado.

Mario me escuchó entrar y sus ojos rápidamente me vieron, se alejó un poco de nuestra hija, luego caminó hacia mí.

Por una razón sentí mucho pánico, su rostro no tenía ninguna expresión por lo que tampoco sonreía. Se detuvo a aproximadamente medio metro de distancia de mí, sus ojos acusadores seguían mirando los míos.
Yo amo incondicionalmente a Mario en el pasado cuando lo conocí y nos convertimos en mejores amigos supe que ese chico iba a ser igual de molesto como un grano en el trasero, pero supe también que lo llegaría a amar incluso más que a mí misma.

Sin embargo también tuvimos una etapa donde nos odiábamos mucho y nos separamos, cuando él babeaba por Stephanie, cuando me hizo a un lado por ella y por su popularidad; luego vino mi embarazo, junto con el resto de la historia. Y de repente, cuando creíamos que las cosas por fin iban bien y decidimos casarnos, nuestro mundo se viene de cabeza por culpa de Stephanie, nuevamente.

Quería demasiado en este momento gritarle y explicarle todo lo que había vivido desde que comencé a recibir los mensajes, quise también llorar y quise como no tenían una idea que él me tomara entre sus brazos.
En cambio, Mario dijo:

- Todo esto, tu manera de actuar, lo que has dicho... -hizo una pausa, luego soltó un suspiro pesadamente- Sencillamente, te desconozco, ________.

Y no creí que eso fuese a doler tanto, pero dolió tanto como si me clavarán un desarmador en el pecho. Me quedé sin palabras, porque aunque tenía mucho que decir no tenía nada que decir ante eso. El nudo en mi garganta me avisó que pronto comenzaría a llorar.

- Te quiero, _______. Incluso si me has dicho que tienes a alguien más, malditamente aún te quiero.- continuó diciendo él. Mi estómago de hundió por sus sorpresivas palabras.

- ¿Si te digo que yo también te quiero no vas a creerme, verdad? -mi voz era tan débil como un susurro. Y sabía la respuesta. Él negó lentamente con la cabeza. Una lagrima salió sin mi permiso y de deslizó por mi mejilla, la limpié tan pronto como para que Mario no la notara.

- Debería decirte que, estamos juntos en esto por nuestra hija, pero justo ahora mismo hay mucha mierda entre nosotros y... necesitamos tiempo - Mario estaba hablando sobre alejarnos nuevamente, él nunca antes me había dicho que necesitábamos tiempo, de hecho no estábamos juntos como matrimonio o familia nuevamente antes de hoy, pero ahora él hablaba sobre distanciarnos seriamente. Siempre la que pedía eso en las situaciones más dramáticas era yo. Y ahora que él me hablara de esta manera cuando yo me sentía tan arrepentida por todo, sólo me hacía sentir más patética. Tal y como lo dijo Stephanie.

- Mario... -murmuré. Busqué en algún lugar dentro de mí a mi voz, pero como suele pasar se quedó atrapada en mi garganta junto con todas las verdades que nunca dije. Le había mentido sobre que no lo amaba. Le mentí cuando le dije que no lo quería ver más.

Mentí cuando dije que tenía a alguien más. Incluso le mentí a mi hija, y todo por querer ayudar, cuando simplemente caía en una trampa y rompía mi matrimonio.

Mario dio unos paso hacia mí, sus labios rozaron apenas mi frente, luego escuché la puerta de la habitación abrirse y luego cerrarse tras de él.

"Beautiful Lies." - Mario Bautista & TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora