Tú versión.
La noche estaba llegando pronto. Eran exactamente las ocho, la hora para dormir de Kim.
- Mamá, ¿papá no vendrá a dormir? -preguntó Kim acomodase en su camita, y yo la cubría con una sabana.
- Quizás tuvo que quedarse más tiempo con la abuela -me quedé en silencio un segundo, pensando en lo mucho que lo voy a extrañar ésta noche. Y, en lo mal que me siento por mentirle a Kim- Sí. Eso pasa.
- Papá no vendrá, ¿cierto? -inquirió de nuevo, esta vez pude ver sus ojos preocupados y tristes.
- Kimberly, amor -acaricié su mejilla dulcemente, tratando de quitar su rostro afligido. Entonces decidí decirle algo que se acercara más a la verdad- Papi y yo tuvimos una pequeña discusión, fue como un pequeñito problema.
- ¿Un problema?
- Sí. A veces las parejas tienen problemas. Son cosas aburridas y complicadas de los adultos.
Ellos deciden que deben tener un tiempo separados para pensar en esos problemas.
- ¿Cuánto tiempo?
- No lo sé pequeña -aspiré- No lo sé. Pero esto es algo de lo que tú no debes de preocuparte -toqué la punta de su nariz con mi dedo índice- Papá vendrá muy pronto -«Eso espero.» Me incliné y besé su frente –Ahora, deberías de dormir - Kimberly se acomodo en su camita y no muy satisfecha de mi explicación cerró los ojos y se quedó dormida.
A pasos lentos y pesados llegué a nuestra habitación (de Mario y mía), se sentía fría. Las luces estaban apagadas. Una sensación de vacio me volvía a inundar. Me quedé parada frente a la cama, mirando a mí alrededor. Rayos y relámpagos brillaban en el obscuro cielo y pequeñas gotas de lluvia se reflejaban por la ventana, fue raro ver llover, aunque sea un poco, en agosto. Todo parecía acomodarse perfectamente para que pasara la noche más triste y aterradora de mi vida. Mario sabía cuanto odiaba estar sola cuando los truenos retumbaban las paredes de la casa, él siempre me abrazaba y cuidaba cuando eso pasaba. Kimberly resultaba ser mucho más valiente que yo.
Sobre el colchón estaba la sudadera azul celeste que Mario dejo para mí, la tomé y me deje hundir en la cama bajo mi peso, apretando la sudadera contra mi pecho y aspirando su aroma. Miré la mitad de la habitación iluminarse cuando aparecía un relámpago, en las paredes se dibujaban formas extrañas, odiaba que pasara eso porque mi mente creaba monstruos imaginarios. Odiaba estar sola.
Decidí cerrar los ojos y acomodarme. La cama nunca me había parecido tan grande como esta noche. Ésta noche me faltaba él. Sus besos, sus carisias y sus cursilerías... Todo él.
Estaba de pie bajo un enorme árbol, alto y ancho.
Las gotas de lluvia corrían por mis mejillas, las puntas de mi cabello goteaban, mi cabello y mi cuerpo estaba empapado de lluvia. No sabía exactamente donde estaba, todo era de un color negro. El viento resopló a mi dirección haciéndome levantar la mirada. De pronto a mi lado pasaron lujosos carros a toda velocidad, solo pude ver las luces delanteras que parpadearon varias veces antes de desaparecer por la calle que estaba a mi lado. Escuché gritos de niños, muchos niños, era lo mas cercano a escuchar un kínder. Comencé a sentir miedo, no había nadie a mí alrededor. Y me sentía observada.
Me alejé unos pasos del árbol donde me encontraba en un principio. Entre la obscuridad pude ver unos juegos de un parque; Un par de columpios, un tobogán rojo algo oxidado y un pasa manos de colores. En los columpios la vi, era Kimberly, tenía un vestido rosa y sus dos colitas altas, repentinamente me sentí tranquila porque ella aquí y estaba bien. Me sonrió y caminé más rápido para acercarme a ella.
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"Beautiful Lies." - Mario Bautista & Tu
Fanfic''Tiene que haber alguna forma para hacer que me quieras como antes''.