Capítulo 7. Without you.

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Me di media vuelta y regresé con Kimberly y Anto.

- Anto lo siento, tengo que irme. Kim despídete de la tía Anto.

- Pero... -empezó Anto y la interrumpí.

- Te dejo en buenas manos -miré a Mauricio y luego de regreso a Anto- Crees que podamos hablar luego, ¿mañana tal vez?

- Claro ______. Cuento con ustedes para la cena de este sábado, ¿verdad?

-Por supuesto –respondí y le sonreí sin ganas, porque sabía que ella se refería a nosotros tres.

Volví mi mirada donde estaba hace unos segundos con Mario. Nada. Él ya se había ido.

Cuando llegamos a casa Kim corrió a su habitación y cerró la puerta de un golpazo.

Estaba enojada.

- ¡Quiero a mi papá de vuelta! -gritó Kim en un sollozo.

Aspiré profundamente dejando las llaves en la mesita de entrada.

Me estaba maldiciendo a mi misma mentalmente.

Odiaba hacer esto.

Sin hacer mucho ruido entré a su habitación y me senté en la orilla de su cama. Kim estaba sobre su pecho en el colchón y su rostro escondido en una almohada. Con cuidado la atraje y la abracé contra mí. Aún estaba llorando, y su respiración era irregular. Se escondió en mi pecho y siguió llorando. Acaricié su cabello y espalda para que ella sintiera que yo estaba aquí con ella y sintiera lo mucho que lo siento. No dije nada. Tampoco ella.

Poco a poco su respiración se volvió más estable y su cuerpo dejo de templar debido a los espasmos de llanto. Cerró sus ojos y a los pocos minutos Kimberly se quedó dormida en mis brazos.

No, no. Esto era terrible. Ella estaba sufriendo... Mario estaba sufriendo… y, todo era mi culpa.

(...)

Al día siguiente muy temprano me vestí y ayude a Kimberly a vestirse también. Esta mañana tenía una pequeña esperanza de que Mario volviera a venir por la mañana. Pero no fue así.

Llevé a mi pequeña a su Kinder y siguiendo la rutina que había comenzado, conduje a mi trabajo.

Así comenzaba otro aburrido día en el trabajo. Para la hora del almuerzo estaba comiendo un baguet en una de las salas donde me indicaron poder ir a comer. Los miércoles Kimberly salía una hora más tarde de lo regular por lo que me permití almorzar antes de pasar por ella después de mi trabajo.

La puerta se abrió e increíblemente era Sebastian.

-Hola –murmuró y se sentó a mi lado con su recipiente de comida casera. Me pregunté vagamente si él mismo preparó su comida.

-Hola –respondí sin ganas. Lo que creo que Sebastian no notó porque siguió sonriendo. Se concentró en su comida y abrió su bandeja, revelando así una colorida ensalada.

-Mamá insiste en que coma sano. En realidad creo que más de lo necesario –dijo en su defensa, creo que había notado mi rostro sorprendido- ¿Quieres un poco?

-No, gracias –le dije. De pronto no sentí más hambre y deje mi comida de lado. También me incomodaba el hecho de estar con Sebastian en una sala, solos, así que trate de aligerar el ambiente- ¿Vives con tu mamá?

-No siempre, solo de lunes a domingo –contestó encogiéndose de hombros. Y luego me miró esperando que riera.

-Oh, eso es dulce de tu parte –fue todo lo que dije.

"Beautiful Lies." - Mario Bautista & TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora