CAPÍTULO 24 (Parte 1)

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Habían pasado cinco días desde que llegaron a Nueva York, sin embargo, a Candy le parecía que el tiempo transcurría demasiado lento, ya que, el itinerario que Annie armó, les obligaba a iniciar actividades desde muy temprano. Por largas horas visitaban almacenes analizando todo eso que debía comprarse para la boda. 

Candy se sentía contenta viviendo la experiencia de planeación, mas, al mismo tiempo, creía que no era necesario que sus amigas y su suegra se tomaran tantas molestias. Ella era una mujer de gustos sencillos y no anhelaba una fiesta ostentosa, pero, tanto Annie como Eleanor, estaban resueltas a que la celebración fuera enorme, sobre todo porque se había decidido que la boda se llevaría a cabo en la mansión de Lakewood.

Lakewood y su grandiosidad no figuraban en los planes, no obstante, todo cambió después de que los Ardley arribaron a Manhattan. Candy aún se encontraba sorprendida por causa de ese inesperado mensaje que, recibió junto a la llegada de sus amigos... un mensaje que nunca pensó en recibir.

La incredulidad de la que era víctima resultaba muy natural, por supuesto, no podía ser de otra manera, pues, la tía abuela Elroy era una mujer realmente incomprensible. La mayoría del tiempo fue muy cruel con ella y la última vez que hablaron, dejó bastante claro que no quería volver a verla, por lo tanto, no entendía por qué razón le mandaba una carta como esa. Al inicio pensó que Albert tenía algo que ver, sin embargo, su querido amigo le confesó que, para él, también era una sorpresa enterarse del contenido de la misiva.

«Yo tampoco entiendo a la tía Elroy y creo que nunca voy a comprenderla», declaró Albert una vez que leyó la carta que su tía abuela le envió a Candy, «Es una auténtica ofrenda de paz, ella intenta reivindicarse contigo por haberse portado tan mal. Como sea, tú eres quien decide, sabes muy bien que ratificaré la decisión que tomes», añadió, brindándole todo el apoyo a la chica.

Candy pasó todo el día y parte de la noche pensando en la posible respuesta que daría. Al inicio, su orgullo le indicó que no debía tomar nada de lo que Elroy les ofreciera, después, su conciencia le aconsejó no ser tan orgullosa porque eso no le traería nada bueno, porque, si deseaba iniciar una etapa llena de prosperidad, debía hacer uso de su madurez y perdonar las grandes fallas de la tía abuela.

Candice:

Primero que nada, espero que te encuentres bien de salud y que la herida que sufriste, hace unas semanas, haya sanado por completo. En segundo lugar, quiero extenderte una disculpa por mi comportamiento anterior. Me siento realmente avergonzada, porque soy consciente de que actué de una forma inmadura y poco honorable. Espero que perdones mis  tonterías y dejes atrás ese infortunado episodio.

Eso había escrito Elroy en aquella extraña carta que envió.

Quiero que sepas que Lakewood se encuentra a tu total disposición. Lo sabes, la mansión es el sitio perfecto para celebrar una boda y también es ideal para que hospeden a los invitados... por favor, acepta casarte en nuestro hogar, eso haría muy felices a los chicos y aunque no lo creas, también me haría feliz a mí.

Cuando Candy recordaba esas palabras volvía a entrar en un estado de shock, pues, sentía que le estaban jugando una broma pesada, aunque, por supuesto, no se trataba de ninguna broma, sino de una propuesta cien por ciento real.

Al final, ya después de mucha reflexión, la joven decidió aceptar el ofrecimiento de Elroy, ya que, pensó que era lo más conveniente para todos: el duque de Grandchester vendría desde Inglaterra, sus madres estarían viajando desde Indiana y además estaban los otros invitados de Terry, lo mejor era que pudieran alojarlos a todos en la mansión.

Venganza el pasado regresóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora