CAPÍTULO 4

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Manhattan, 1923

Candy se encontraba sumida en la preocupación.

Lo único que deseaba en esos momentos, era que Declan se apareciera frente a ella ¡El hombre la sacaba de sus casillas! ¿Cómo se le ocurría enviarla a otro lugar y dejarle allí, sin saber nada? Pasó la noche despierta, pues por más que lo intentó, no pudo tranquilizarse y conciliar el sueño.

Se encontraba asustada, por supuesto, pero no lo estaba por su seguridad ¡No! lo que realmente le aterraba, era pensar en las probabilidades de quedar fuera del operativo... ¿Qué iba hacer si eso sucedía? Ella ni siquiera deseaba pensar en esa posibilidad, sin embargo su duda era comprensible, ya que Declan había insistido una y otra vez, en que abortara la misión...

¿Y si tenerla en esa casa de seguridad, era parte de sus planes para excluirla?

La muchacha se llevó las manos a la cabeza, pero luego buscó serenarse... De nada servía ponerse histérica ¿O sí?

—Candy, tu papá ya llegó —le dijo su Tío Jamie, observándola con atención—. Será mejor que no riñas con él, y escuches atentamente lo que tiene que decirte —el joven James le recordaba mucho a Albert, por eso, él siempre lograba calmarla y hacerla entrar en razón—. Cariño... ¿Me prometes que te vas a comportar?

—Lo intentaré... —contestó ella, haciendo reír a su tío.

— ¡Jesucristo! Eso me suena a que aquí habrá drama... Pobre Declan...—expresó él, intentando borrar la sonrisa de su rostro, pues su cuñado estaba a punto de llegar.

En cuestión de segundos, el susodicho atravesó el umbral de la puerta e ingresó en la estancia, entonces Candy tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad, para no recibirlo de mala gana y llenarlo de reclamos.

— ¿Cómo estás? —preguntó él, y ella frunciendo el ceño, respondió:

—Estoy bien...

Declan la estudió con cuidado, luego cuestionó:

— ¿Segura?

— ¿Por qué habría de estar mal? —expresó Candy con molestia.

—Por lo que te pasó ayer en la avenida —declaró él, sin darle más vuelta al asunto.

—¿Y hasta el día de hoy, me preguntas que si me encuentro bien? —reclamó la joven, pues se sentía realmente dolida, había pasado uno de los peores días de su vida y Declan, que se suponía debía estar allí para ella, simplemente no estuvo.

—Cariño, lo lamento... Roger me lo informó hasta hoy... Ayer se suscitó algo inesperado, salí a prisa y no le di oportunidad de cortarme sobre eso —confesó Declan, tomando la mano de la chica, para que ella se acercara hacia él.

— ¿Por qué desapareciste? —cuestionó Candy con voz temblorosa.

—Tuve que arreglar varios asuntos... Pero... ¿A qué viene ese reclamo? ¿Acaso me querías aquí? Niña... Siempre dices que no te dejo ni respirar ¿Ya se te olvidó? —preguntó Declan queriendo bromear con ella, pero al final se arrepintió, porque la reacción de Candy lo tomó por sorpresa, Jamie le hizo una señal para que no dijera nada más y entonces Declan, al ver que su hija estaba al borde del llanto, se acercó a ella para enredarla en un fuerte abrazo y reconfortarla.

Sin más, la rubia joven finalmente dio rienda suelta a su llanto... Candy tenía muchas razones para llorar, pues se encontraba decepcionada y profundamente triste. Primero, por el hecho de ver a Terry con su novia, y después Declan con su ausencia, no sabía cuál de los dos hombres le hacía enojar más... Ambos la hicieron sentirse miserable, parecía que habían competido para ver quién era el peor de los dos...

Venganza el pasado regresóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora