CAPÍTULO 26

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—Así que tendremos una reunión familiar —dijo Fabien mientras le echaba un vistazo a la extensa mesa del comedor y planeaba cómo acomodaría, a cada uno de los asistentes.

Organizar cenas era algo que le encantaba hacer, pues socializar en ese tipo de reunión, le parecía de lo más agradable y cálido. Cuando Terry se puso en contacto, para pedirle ayuda, no dudó en ofrecerle su casa para que fuera allí donde se llevara a cabo dicho acontecimiento;  puesto que no contaban con la mansión de Eleanor y precisaban estar en un lugar íntimo que fuera perfecto para reunirse.

Fabien tuvo que hacer uso de, toda la mesura que poseía, para no sonar eufórico ante la petición de Terry... fue hasta que colgó el auricular del teléfono, cuando dejó de limitar sus emociones y víctima de la felicidad que, invadía su ser, se puso a canturrear aquella melodía inventada a la que había bautizado como: «La canción de la victoria»

Demasiadas veces imaginó el encuentro entre los dos hombres de Eleanor, pero la verdad era que, no esperaba que dicho suceso fuera ocurrir en su propio hogar. Adoraba los giros inesperados en una trama y le daba las gracias a Terry por eso.

Sintiéndose inspirado se dispuso a trabajar en las opciones de menú, así como en los aperitivos y cocteles que pensaba ofrecer. Se tomaría todo el tiempo necesario para terminar, ya que Eleanor había salido de casa y no volvería pronto. Esbozó una sonrisilla cómplice, deseando que su amiga, estuviera disfrutando de su momento. Era la primera vez que ella le pedía ayuda para poder encontrarse con Declan y eso le causaba demasiada ternura. Romántico como solía ser, hizo cuanto fue necesario para que los enamorados pudieran verse en la casa que Eleanor tenía a la orilla de la playa... un refugio que solo él conocía y donde ella solía pasar tiempo completamente a solas.

—Todo saldrá bien... será una cena memorable  —susurró, mientras se preparaba un café y elegía sus panecillos favoritos, mismos que degustaría mientras comenzaba a enlistar las cosas que se necesitaría para dicho evento. No tenía mucho tiempo para organizar, mas, eso no importaba porque él era un verdadero genio de la planeación. La aventura apenas estaba comenzando. Auguraba que los próximos días serían intensos, pero al mismo tiempo, se convertirían en instantes inolvidables, que todos ellos rememorarían por el resto de sus vidas.

Eleanor por su parte se encontraba en la propiedad situada en Long Beach, un lugar muy querido para ella, pues era el espacio en donde se refugiaba cada vez que el trabajo y el mundo real la asfixiaban. Tenía meses sin ir, sin embargo, todo lucía como le gustaba que se viera. Fabien cuidaba cada detalle. El sitio estaba limpio, ordenado y decorado según la estación del año.

Impaciente, caminó de un lado a otro de la estancia y se acercó hasta el ventanal que daba directamente hacia la playa. Observó a través de los cristales para admirar el bello panorama que le ofrecía el mar, quería distraerse y quitarse el nerviosismo que, inevitablemente, le había invadido. Deseaba volver a ver a Declan, por supuesto, pero estaba tan ansiosa por encontrarse con él, que de pronto se sintió como una jovencita obsesionada, incapaz de controlar sus sentimientos.

«Quiero ver a Declan. Deseo estar un rato con él y no solo saludarlo con prisa, porque hay demasiada gente a nuestro alrededor... quiero tenerlo solo para mí, ¿me ayudas a encontrarme con él?», había dicho así, sin pensarlo, provocando que Fabien le mirará sorprendido y le dedicara un pícaro gesto.

Eleanor se recordó a sí misma diciendo esas palabras, sonrió, pero después se cubrió el rostro con las manos, por la vergüenza que le dio, acordarse de la petición tan explícita que había hecho... ¿Qué le pasaba? Ella no era así. Ella siempre fue tímida cuando se trataba de dejar al descubierto sus sentimientos por Declan, sin embargo, parecía que esa prudencia había expirado...

Venganza el pasado regresóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora