CAPÍTULO 25 (Parte 2)

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Eleanor se hallaba sentada muy cerca de la ventana, observando la grandiosa vista que le regalaba la avenida. El tono rojizo de las hojas de los árboles lucía especialmente hermoso a esa hora de la tarde. Los días de otoño ya estaban allí y esos eran sus días favoritos; en verdad disfrutaba tomarse un tiempo para admirar el atardecer.

Fabien, la observaba atento mientras terminaba de acomodar los nuevos contratos que había estado analizando. Su amiga había guardado silencio ante la llegada de Richard y por supuesto, tampoco había querido hablar sobre su inminente reencuentro... le preocupaba un poco el hecho de que ella estuviera sufriendo, a causa de lo que vivirían en los días venideros.

—Querida, ¿qué haces tan cerca de la ventana? —preguntó Fabien, sintiendo que el aire que provenía del exterior era demasiado fresco—. Hace frío, ¿no lo crees?

—Hace unos minutos no se sentía tan fresco, te juro que todavía alcancé un poco de la calidez de los rayos del sol que llegaban hasta acá.... —Eleanor cerró la ventana y añadió—. Increíble, pero parece que el clima cambió de un instante a otro.

—Seguramente es porque Richard Grandchester ya bajó del barco y pisó suelo americano —masculló entre dientes, haciendo reír a Eleanor.

—Oh, Fabien... —respondió la actriz, sin ser capaz de llevarle la contra a su amigo.

—Ese hombre lleva el frío y la lluvia adonde quiera vaya... —expresó haciendo un gesto que a Eleanor le pareció gracioso—. Por cierto, ¿cómo te sientes con todo esto? ¿Ya te hiciste a la idea de que se aproxima el reencuentro con él? —cuestionó de forma casual, deseando que su amiga no se cerrará ante el tema.

—Mentiría si te dijera que me sentiré tranquila con su presencia —admitió la actriz en tanto que el asistente le dedicaba una mirada comprensiva—. Lo conoces tan bien como yo, sabes que es un hombre muy complicado y la realidad es que, ya no tengo paciencia para ese tipo de complicación. Me incomoda pensar en que tendremos que fingir que nos caemos bien...

—Te entiendo, tesoro. Y créeme que yo tampoco me siento a gusto con la idea de que tengas que verlo —le confió Fabien—. Sin embargo, no nos queda más que tolerar la situación y movernos en equipo para que todo funcione. Recuerda que no estás sola en esto, ¿de acuerdo?

—Lo sé, amigo. Y no te preocupes que yo buscaré tu apoyo cada vez que lo necesite —afirmó dirigiéndole una sonrisa.

Fabien se levantó de su asiento, caminó hasta un librero que tenía a unos cuántos metros y sacó una botella de vino tinto que guardaba detrás de los libros. Eleanor sonrió al verlo y él de inmediato se excusó:

—Oye, no me juzgues... digo, de alguna forma hay que deshacernos de las malas vibras.

—En eso tienes razón, pero, igual yo ya tengo forma de calmar mi ansiedad —afirmó la rubia mostrando el bordado que había estado elaborando.

—¡Ay, Dios! —exclamó Fabien con dramatismo—. Cada vez te pareces más a una abuela...

Ante ese comentario, Eleanor soltó una carcajada.

—Querido mío, por si no te has dado cuenta, cada vez estoy más cerca de convertirme en una... —comentó observando los detalles de su trabajo.

—Quisiera decir que exageras, sin embargo, eso no sería algo honesto de mi parte. Ambos sabemos que tu hijo te hará abuela muy pronto —respondió Fabien en tono pícaro, ofreciéndole su mano para que ella se levantara del asiento y dejara su labor—. Anda, vamos a abrir esta botella, ¿sabes? Hasta las abuelas necesitan de una copita de vez en cuando...

Eleanor asintió y enseguida tomó la mano de Fabien. Abandonó la silla donde se encontraba sentada y caminó junto a su amigo hacia la sala de estar. Beber una copa de vino era una oferta que no podía rechazar.

Venganza el pasado regresóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora