CAPÍTULO 2

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Manhattan, 1923

Declan se mantuvo en la sala de juegos, tal y como lo hacía, cada vez que visitaba ese local.

Él tenía acceso preferencial en el Cotton Club, pero ese sitio nunca fue de su agrado, no le gustaba, porque siempre estaba repleto de personas indeseables: celebridades, miembros de la alta sociedad neoyorquina y sobre todo políticos, gente hipócrita y pretenciosa, con la cual él no deseaba convivir... Desde el inicio decidió mantenerse lejos, de ese ridículo lugar. Además, le parecía mucho más interesante observar a la gente rica, jugando y perdiendo su dinero.

En ese momento, Declan estudió detenidamente a cada uno de los clientes que se encontraban en las mesas, él no era capaz de entender por qué razón, esos individuos jugaban de forma tan enferma. Jamás comprendió a la gente que prefería perder sus riquezas, antes que invertirlas en algo, lamentablemente él siempre fue pobre y nunca tuvo dinero como para cuidarlo y forjar una fortuna, pero de haber tenido oportunidad de hacerlo, hubiese sido un excelente administrador.

Declan y sus padres, salieron de Irlanda hacia Norteamérica, para mejorar su situación económica, ellos soñaban con un mejor futuro y por un momento creyeron que el cambio mágicamente les beneficiaría, pero al final "la tierra de las oportunidades" no fue tan benévola con ellos... Desde que llegaron a Estados Unidos, lucharon para sobrevivir y cuando todo parecía marchar bien, vino una gran tragedia que acabó con las esperanzas de la pequeña familia;  Amelia y Colin O'Shea, fallecieron después de caer gravemente enfermos, y de un momento a otro, Declan quedó huérfano.

Tenía sólo 12 años cuando eso sucedió, él no tuvo más remedio que salir adelante por su propia cuenta, abandonó la escuela y trabajó duro para poder mantenerse, pues se negó a ingresar a un orfanato. Con absolutamente nadie a su cargo, huyó de su condado y se mudó a Chicago, lugar en donde tristemente, las desgracias lo persiguieron...

Recordar el pasado provocó una gran ansiedad dentro de su corazón, Declan observó a su alrededor y se aseguró de que Candy no estuviese por allí; al darse cuenta de que la chica seguía encerrada en la oficina, tomó su cajetilla de cigarros y de inmediato sacó uno para encenderlo... Añoraba tanto el tabaco... Pero no podía fumar, porque la muchacha se ponía loca, cada vez que él encendía un cigarrillo. Tenía que aprovechar los minutos en los que ella no estaba a su lado, solo en esos instantes disfrutaba de aquel culposo placer.

—Señor... —expresó Fergus, dirigiéndose a Declan—. Roger dice que usted quiere hablar con nosotros.

—Los llamé desde hace media hora.... ¿Por qué tardaron tanto? —ninguno de los dos respondió y entonces Declan preguntó—. ¿Quién era el hombre que perseguía a la Señorita White?

—Eso no lo sabemos, señor... —contestó Fergus—. Al menos yo, nunca lo he visto, no es un cliente de aquí.

—El Cotton Club tiene una lista de invitados... Quiero el nombre de ese sujeto ¡Lo más pronto posible! —exigió Declan, haciendo valer su autoridad.

—Debe ser el hijo de alguna celebridad... Estoy seguro de que lo he visto en algún lugar, solo que no recuerdo exactamente en dónde —expresó Pete rascándose la cabeza.

—No estoy para adivinanzas, quiero información real ¡La quiero antes de que me marche! ¿Entendieron? —los hombres asintieron y Declan agregó—. Los guaruras que le mandé a mi chica no son de adorno, no les pagamos para que permitan que ella salga del club y sea perseguida por alguien... Roger, quiero que los despidas.

—Así lo haré, señor... —respondió el viejo asistente.

—Intenté decirle sobre el tipo que seguía a la Señorita White... ¿Lo recuerda? Pero usted lo dejó ir... —puntualizó el atrevido Pete, Fergus apenas podía creer que su compañero hubiese contestado eso, rodó los ojos y luego rezó internamente para que "el patrón" no se enfureciera.

Venganza el pasado regresóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora