CAPÍTULO 18

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Los primeros rayos del sol, traspasaron la tela de las cortinas y poco a poco, la luz del nuevo día, comenzó a iluminar todos los rincones de la habitación. Candy, abrió los ojos, antes de que eso sucediera. Ella despertó desde las seis de la mañana y ya no volvió a conciliar el sueño.

¿Cómo se suponía que, volviera a dormir?

La emoción que sentía dentro de su ser, rebasaba cualquier comportamiento lógico. Su cuerpo todavía, vibraba excitado, sintiéndose ansioso por continuar...

Sí... ¡Ansioso por continuar!

¡Dios! ¿No le bastaba con lo que ya había sucedido?

¿Ese comportamiento, era común en el género femenino?  Se preguntaba con curiosidad, ¿O es que solo le sucedía a ella?

Los recuerdos de la noche anterior, no dejaban de repetirse dentro de su cabeza. Había sido una velada maravillosa, un momento que guardaría por el resto de su vida. Terry amándola y compartiéndole todo de su esencia. Marcándola como suya, para siempre.

«Imposible que vuelva dormirme», pensó Candy, dejando libre un suspiro.

Se movió un poco para acomodarse, fue un movimiento muy sutil, pero su prometido alcanzó a percibirlo y entonces, los brazos de él la apretaron un poco más, como asegurándose de que ella no fuese abandonarlo.

«Señor Grandchester... Es que ¿Ni en sueños deja de ser tan posesivo?» Candy sonrió divertida, después, le dio un dulce beso sobre la piel del torso.

¡Por Dios! ¡Ella no pensaba marcharse de allí!

Adoraba estar así, con la cabeza recostada, tan cerca del pecho de Terry. Amaba permanecer abrazada a él, porque de esa forma, ella podía escuchar los latidos de su corazón.

¿Existía algo más bello que eso?

Para Candy no había nada mejor... Esos latidos le pertenecían y le hacían desear, que Terry y ella vivieran por siempre, para continuar escuchando ese corazón, por toda la eternidad.

Terry se removió sobre el colchón, Candy pensó que se estaba despertando, pero para su sorpresa no fue así, en realidad el joven siguió dormido.

«Quizá... Si lo intento, también pueda dormir», se dijo, cerrando los ojos, para probar si podía perderse, en ese mundo que ella tanto adoraba.

Minutos después lo consiguió, finalmente se quedó dormida y no despertaría hasta horas después. Cuando el sol brillara con todo su esplendor.

*~*~*~*~*~*

«¿Iremos de vacaciones, papi?»

Preguntó su hija, esbozando una brillante y esperanzadora sonrisa. Jamie no tuvo las agallas para desilusionarla, así que le dijo:

«Claro Princesa, pero primero visitaremos a tu Tío Declan»

Sophie gritó emocionada. En cambio Helen, no recibió de buena forma las palabras de Jamie; pues ella estaba realmente molesta, por tener que salir de Washington. Se encontraba furiosa, porque él había roto su promesa.

La tarde del día anterior, Jamie había decidido abandonar el trabajo de oficina, para unírsele a Carl en Chicago... Cuando él le pidió hacer la maletas, Helen no le dijo nada, ni tampoco le dirigió la palabra en todo el tiempo que llevaban viajando en el tren. Fue consciente de que él deseaba hablarle, pero ella prefirió centrar su atención en los niños e ignoró a su marido hasta que, fue imposible seguir evitándole.

Venganza el pasado regresóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora