CAPÍTULO 5

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Manhattan, 1923

«Comuníqueme con Declan O'Shea, por favor...»

«Él no está aquí... ¿Quién habla?»

«Soy Terrence Graham, no pude llamar antes, pero quiero que le diga al Señor O'Shea que estaré en el Hotel Astor, a la hora pactada»

«Señor Graham, el patrón ya consiguió su remplazo, su ayuda ya no es requerida...»

«Le repito, voy estar allí, así que ¡Dígale a su estúpido jefe, que cancele lo que tiene preparado!»

«Pero...»

«¡Maldita sea! ¡Solo haga lo que le digo!»

Terry se extralimitó al gritarle al hombre que atendió el teléfono, lo reconocía, pero es que ¿Qué se creía el tal Declan? ¿Que podía estar jugando con él? ¿Por qué no pudo esperar un poco más para recibir la llamada? ¡Terry en verdad detestaba a ese tipo!

Sí... Le tomó algún tiempo decidirse a participar en esa locura, pero después de aquel paseo por el parque central, él se dio cuenta de que ya no podía vivir sin Candy y que a pesar de estar tan molesto con ella, la amaba...  La amaba tan profundamente, que dejarla sola sería una acción imperdonable. No elegirla por segunda vez, sería el final de su historia y Terry realmente no quería que eso pasara... Candy representaba un libreto, con millones de páginas en blanco y él estaba listo para escribir en cada una de ellas... No podía, ni deseaba olvidarla... La quería para él y no se cansaría de insistir, hasta lograr tenerla a su lado.

Después de realizar la llamada, salió nuevamente de su edificio para buscar a Alice y disculparse con ella por no poder llevarla al baile. Le dolió mucho decepcionar una vez más a la chica, pero ya no podía hacer nada para solucionar, la inmadurez cometida el día anterior, cuando la invitó a ir con él al evento. Estaba tan dolido con Candy, que no se dio cuenta de lo rápido que avanzaba con Alice, no fue consciente de su forma de proceder hasta que ya era demasiado tarde...

«No vuelvas a buscarme Terrence... Ya no lo hagas, por favor» le suplicó la chica, para que él se alejara por completo «Me has humillado de todas las maneras posibles, al menos ten la decencia de no volver acercarte a mí» advirtió sin ocultar el inmenso dolor que se había apoderado de ella.

Terry se sintió muy mal, porque Alice era una joven muy agradable, sin embargo él no podía ofrecerle algo más que su amistad... Le pidió perdón por la tontería cometida y luego le dijo adiós. Afrontó el problema como nunca antes lo hizo, pues no deseaba que las cosas se quedaran como con Susana, a quién jamás le habló con la verdad... A ella nunca le dijo que no la quería y que él era el más infeliz de los hombres, por tener que permanecer a su lado.

Ocultar sus sentimientos, era algo que ya no pensaba hacer.

Llegó al Hotel Astor tan temprano como le fue posible y aguardó en el lobby, observando a todos los invitados que se dirigían al Palm Garden. Pasó una hora sin tener señales de la presencia de Candy, pero entonces, justamente cuando el reloj marcó las ocho de la noche, ella y el rubio que siempre le acompañaba, aparecieron en la entrada del hotel.

Los azules ojos de Terry, se abrieron maravillados, ante la imagen que le mostraba su querida Tarzán Pecosa... Se veía tan bella, que no sabía cómo le iba hacer, para controlar los inexplicables nervios que estaba experimentando. Él era todo un maestro en el arte de la interpretación, pero justo en esos momentos, se sentía como si fuese un actor novato, temeroso por salir a escena.

Respiró hondo y después caminó detrás de Candy y su acompañante... A partir de ese momento inicio una noche de locura que traería felices y tristes consecuencias para todos.

Venganza el pasado regresóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora