CAPÍTULO 22 (Parte 3)

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Declan sabía muy bien, quién era el hombre que le estaba hablando. La voz áspera y el marcado acento italiano, resultaban inconfundibles.

Mientras Lanotte luchó para que su entonación, fuera lo más «limpia» posible, Claudio Morello hizo exactamente lo contrario.

«Estoy orgulloso de ser lo que soy... Cambiar por completo, es como si me avergonzara de mis orígenes», le dijo Morello a Declan, alguna vez cuando ellos dos trabajaban, «Hablaré la lengua de este país, pero que no me pidan que oculte mi acento y que me olvide de mi idioma, porque eso no lo voy hacer», añadió con un tono nostálgico. En aquel entonces Declan comprendió lo que Claudio intentaba decir y hasta lo admiró por tenerle tanto cariño a sus raíces, no obstante, ese jovencito empático y de nobles sentimientos, se había quedado en el pasado... El Declan del presente, no era capaz de permanecer tranquilo, mientras una escoria humana, se atrevía a dirigirle la palabra.

—Dices que no tenías nada en mi contra —replicó Declan volteando, para hacerle frente a Morello—, pero de todas formas, luchaste para culparme y mandarme a la cárcel, ¡vaya forma tan extraña de ser amable conmigo! —añadió, apretando los puños con fuerza.

Claudio de inmediato, negó con un leve movimiento de cabeza.

—Te equivocas amigo, el que hizo todo eso, fue Gino —mencionó, provocando que Declan reaccionara e hiciera un rápido movimiento, para tomarlo por el cuello y azotarlo fuertemente contra la pared—. Vamos O'Shea, tranquilízate, solo quiero charlar contigo —pidió el hombre quien había sido la mano derecha de Gino Lanotte, por tantos años—. Por favor, dame unos segundos para hablarte —rogó, como un último recurso, pues era la única oportunidad que tendría para aclarar el asunto.

Declan no podía creer la desfachatez con la que se conducía Claudio. ¿Quién diablos se creía ese sujeto? ¿Pensaba que él bajaría la guardia y aceptaría cualquier tontería que se le ocurriera?

—¿Sabes? Es demasiado tarde para cualquier tipo de explicación; resulta inmoral que me estés pidiendo que te escuche, ¿cómo demonios te atreves hacerlo? Después de la mierda que me hiciste, ¡no mereces nada! —exclamó Declan, apretándole ligeramente el cuello para que no se moviera.

—No fui yo quién planeó esta jodida desgracia. —Se apuró a decir Claudio, pues estaba muy asustado y no se sentía con la fuerza suficiente, como para defenderse —. Te juro por lo más sagrado que todo fue obra de Gino.

En respuesta a «tremenda» declaración, Declan esbozó una burlona sonrisa.

—¿Es así como intentas disculparte? Por favor Morello, no insultes mi inteligencia. Eras el mejor amigo de Gino, siempre estuviste con él e hiciste lo que se te pedía.

—Sí, yo fui quien tuve la idea de robarle al viejo Starkey —admitió Claudio con dificultad—; pero que él muriera y que tú resultaras implicado, nunca fue parte de mis planes —declaró, con la voz entrecortada—. Las cosas, simplemente se salieron de control.... Y yo, no pude hacer nada para detener a Gino.

—Si eso es todo lo que tienes que decirme, no gastes más saliva. No me interesa tener este tipo de conversación. —interrumpió Declan, alejándose cautelosamente de Morello, pues algunas personas se acercaban hacia el corredor. Después de que estas pasaron, Claudio continúo hablando:

—Yo me vi forzado a seguir a Gino. Sé que no es lo que quieres escuchar, ¡pero esta es la puta verdad! ¡Tuve que hacerlo!

Declan no lo creyó, ¿cómo podría? Ya había aprendido la lección. Cayó una vez y no planeaba volver hacerlo.

—Eras más inteligente que Lanotte, siempre lo fuiste, así que dudo que te vieras obligado a ser uno más de sus perros falderos.

—O'Shea hay cosas que tú no sabes, no voy hablarte de ellas, pero reconozco que no fue de hombres, el haberme quedado callado... No poner a Gino en su lugar, fue mi mayor pecado —aceptó, arrepentido.

Venganza el pasado regresóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora