CAPÍTULO 7

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Manhattan, 1923

Los recuerdos de Gino se movían confusos, dentro de su mente. Pero a pesar de la confusión no tardó en atar los cabos sueltos, pues Luca estuvo allí, ayudándole a refrescar la memoria...

Fue hasta entonces que el hombre se dio cuenta del terrible error que había cometido... «¿Cómo pude caer en esa ridícula trampa?» Se preguntaba con incredulidad, mostrándose realmente molesto por haber sido engañado, por aquellos estúpidos muchachos.

—Estamos en la ruina —le dijo Luca mientras se sentaba frente a él—. Los White eran nuestra esperanza de salvación ¡Y ahora resulta que ni siquiera existen! Su identidad, sus empresas, todo fue una puta mentira... Estamos jodidos papá ¡Tenemos que irnos de aquí, antes de que todo se descubra! —exclamó el joven, desesperado.

—No... Yo no voy a huir de éste país ... —contestó Gino, con seguridad—. Ninguno de nosotros lo hará.

—Los negocios legales ya no son una opción, pero nuestra fortuna está a salvo... —le hizo ver el muchacho—. Nos iremos a Sicilia y todo volverá a la normalidad, seguiremos siendo ricos.

Gino hizo un gesto de inconformidad, él no estaba dispuesto a regresar a la desolación de la terrible Sicilia, Johnny Torrio tenía ojos y oídos en todo ese endemoniado lugar ¿Cómo podría regresar allí? No, no podían irse, Norteamérica era mucho más seguro para ellos, además ya tenía tratos en Chicago, Dean O'Banion quería comprarle todo el alcohol que estaba a punto de llegar desde Inglaterra. El gangster de origen irlandés ya había asegurado su bienestar y eso le hacía sentirse protegido. Torrio no podría hacerle nada si él y sus hombres de quedaban del lado de Dean.

—Quédate tranquilo, no hay pruebas de que tengamos una fortuna en dinero sucio... —explicó Gino—. El abogado se encargó de todo y por lo tanto nosotros estamos limpios... Si los del FBI vienen aquí, no podrán hacernos nada... Lo único que encontrarán será a una familia en la ruina y punto.

—Un cargamento de alcohol viene en camino ¿Qué vamos hacer con él? —cuestionó Gian Luca, sintiendo que su cabeza, comenzaba a verlo todo con más claridad, el polvo inhalado estaba perdiendo su efecto.

—Se lo venderemos a O'Banion, yo voy ir a Chicago para hablar con él, pasaré unos días allá y platicaremos con calma... —informó Gino con naturalidad—. Y por el lavado de las ganancias no te preocupes, hay formas de seguir haciéndolo, todo está bajo control.

—Y si tienes todo bajo control ¿Por qué demonios insistías en querer las empresas de los White?

Gino no fue capaz de admitirlo frente a su hijo, pero el único interés que tenía en la pareja de supuestos hermanos, radicaba directamente en la chica... "Anais" le resultaba familiar y le atraía demasiado, fue por ella que él accedió hablar de negocios con aquel que decía ser su hermano.

—Si esos dos idiotas hubiesen sido quienes decían ser, nuestro panorama sería mucho más claro ¿No te lo parece? —contestó Gino, intentando sonar desinteresado.

Luca no creyó en esa excusa, luego se alejó y se sentó sobre el sofá. Su padre siempre fue un mujeriego, pero en esos momentos, no lograba entenderlo... ¿Por qué lo quería casar con aquella muchacha? ¿Deseaba tenerla cerca, sin importarle que "Anais" fuese la mujer de su hijo? Luca no podía comprenderlo... Su padre se estaba dejando ver como un enfermo total, un sujeto que ni siquiera pensaba respetar a la mujer de su propio hijo...

Ambos guardaron silencio por un largo rato y después el joven preguntó:

— ¿Qué haremos con el agente?

—Investigaremos en dónde está y cuando lo ubiquemos, lo traeremos aquí, para acabar con él.

—Y... ¿Qué hacemos con la zorra esa, con la que me querías casar? —cuestionó en forma despectiva, dejando que brotara su odio hacia aquella chica, que los había engañado a todos.

Venganza el pasado regresóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora