CAPÍTULO 24 (Parte 2)

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«¿Es mi imaginación o el ánimo de Candy, cambió de un momento a otro?»

Preguntó Eleanor a Fabien, al tiempo que, este, le dirigía una mirada que confirmaba esa teoría.

Fabien no era de los que se callaban las cosas, así que, de inmediato, soltó todo eso que traía guardado y que necesitaba ser expresado con urgencia. Asegurándose de que nadie se diera cuenta, apartó a Eleanor del grupo y le habló a grandes rasgos sobre el tema.

La actriz comprendió la situación y aunque le molestó mucho enterarse de aquello, terminó por fingir ecuanimidad, porque, ser discreta era lo mejor que podía hacer en esos instantes. A pesar de eso, no quito el dedo del renglón y cuando se presentó la oportunidad de retomar nuevamente la conversación, no dudó en hablar sobre ese «detallito» que le tenía tan intranquila.

Una vez que llegaron al restaurante y aprovechando que las chicas se mantenían entretenidas, charlando entre ellas, se atrevió a pedirle a Fabien que le aclarara un punto sobre la revelación que le hizo en la boutique.

—¿Estás seguro de que mi hijo no tuvo nada qué ver con esa señorita? —preguntó en tono molesto, conforme Fabien afirmaba y se aguantaba la risa, ya que, era evidente que a su amiga no le cayó nada bien, el enterarse de las aventuras de Terry.

—Mi vida... tu hijo, solo salía con esa muchacha para darle celos a Candy —susurró, intentando calmarla—. Nada indecente sucedió entre ellos. Nuestro Terry es un caballero, por favor, relájate.

Eleanor asintió. Sabía que no tenía caso seguir hablando de eso, no obstante, haría lo posible para que Candy le contara sobre cómo se sentía al respecto. Si ella no estaba a gusto al lado de la joven costurera, le pediría a Daniel que asignara a otra persona para que le asistiera en las próximas reuniones. No pensaba hacerla pasar por un suplicio innecesario.

—Voy alcanzarla en el tocador, veré cómo está —avisó, tomando su bolso.

—Sí, querida, no te preocupes. Yo me quedo aquí y me encargo de ordenar por ustedes —Fabien sonrió, dándole el apoyo para que fuera por la chica.

Eleanor se levantó de su asiento y se dirigió hacia el tocador. No era su intención ir con Candy y hacerla hablar, únicamente quería ver si todo se encontraba bien... ya tendrían tiempo de platicar una vez que llegaran a casa. Ademas, la joven había manejado muy bien la situación y no había por qué agobiarse.

«Terry, Terry... ¡Grandchester tenías que ser!», pensó la actriz, reprobando el desagradable plan de su hijo, «Supongo que tu padre, estaría orgulloso de ti», añadió en sus adentros, recordando las veces en las que Richard, le hizo saber que estaba con su amante. Fueron años complicados, no podía negarlo, pues, le dolió hasta el alma enterarse de las indecencias del duque.

Serenándose y olvidando aquellos patéticos momentos del pasado, dobló hacia el corredor, al tiempo que elevaba su mirada y observaba hacia el frente. La tranquilidad que sintió segundos antes, se esfumó de golpe, cuando observó lo que se suscitaba a tan solo unos metros de ella: un joven intentaba llevarse a Candy hacia afuera, Candy se resistía, mas, no pudo lograr zafarse y evitar que aquel muchacho la dirigiera hacia el exterior. El terror la invadió por completo y rápido corrió detrás de ellos, sin embargo, no pudo alcanzarles porque un hombre salió de la nada para detenerla.

—Solo van hablar —advirtió el sujeto al tiempo que le impedía seguir con su camino. Era un tipo muy alto, vestía de manera elegante, no obstante, lucia tan sombrío que daba miedo de solo ver el gesto de desaprobación que estaba marcado en su rostro, con todo y eso, Eleanor no desistió e intentó dar otro paso—. Quiero que comprenda que no sucede nada malo, el joven, solo quiere platicar con la chica. Manténganse aquí, señora... no me obligue a portarme mal con usted —pidió, apuntando discretamente con un arma.

Venganza el pasado regresóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora