Capítulo XXV

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Capítulo XXV

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Capítulo XXV

Douglas retrocedió un par de pasos, asustado. La última persona a la que hubiera querido ver estaba frente a él, mirándolo con una frialdad que jamás había visto antes en sus ojos. Tras su espalda, Natasha y David lo observaban tranquilamente, pero, la amenaza estaba ahí, presente en las armas en sus manos. Por un segundo, pensó en correr, pero, lo pensó mejor. No, él no era un cobarde... nunca lo había sido y no comenzaría ahora. Se irguió en medio de la sala y les sonrió, abriendo los brazos en un gesto amistoso, mostrando además que no estaba armado.

─ Bienvenido a casa, hermanito, te he echado de menos... ¿qué te parece la nueva decoración? ─ preguntó y Steve observó a su alrededor, notando los cambios.

Todas las fotos que solían adornar las paredes habían desaparecido, a excepción del cuadro de su madre en la pared del fondo. Todos los recuerdos de Bucky, sus fotos de la guerra, de la enfermera de la que se enamoró, de sus vacaciones familiares, de ellos en su graduación, todas habían desaparecido. La colección de recuerdos de Bucky, los muebles antiguos, los regalos de sus seguidores, todo, todo se había ido y lo había reemplazado la nada. Todos los elementos que habían convertido a su casa en un hogar ya no existían y lo hicieron apretar los puños con fuerza.

─ Así se ve más limpia, ¿no lo crees? ─ volvió a preguntar, echando un vistazo satisfecho a su alrededor. Steve se acercó un paso más y Doug permaneció en su lugar, esperando su ira, esperando el arranque de su furia, pero, todo lo que recibió fue una mirada vacía y triste.

─ ¿Alguna vez nos quisiste, Douglas? ─ cuestionó, robándole una nueva sonrisa a su hermano.

─ Verás, Stevie. La vida es un juego y tú nunca supiste jugarlo. Nunca entendiste que sólo pierden los que siguen las reglas. Aún recuerdo como solías meterte en peleas con chicos más grandes que tú, sólo por defender a otros perdedores como tú. Y, dime, ¿quién era el que tenía que salir en tu defensa? Yo. Tú jugabas al héroe, era yo quien pagaba los platos rotos por ti y al que todos querían y admiraban era a ti. Por ser el defensor del débil, el héroe en todos lados, el buen amigo, el buen compañero, el niño dulce de mami, el pequeño y dulce Stevie... en cambio a mí... a mí me ignoraban mientras tú brillabas─ le recordó con amargura.

─ Nunca te pedí que hicieras eso... ¡nunca te pedí que pelearas por mí! ─ argumentó, ganándose un bufido del mayor.

─ Ah, tú no. Pero, mamá sí. Toda la vida tuve que pagar por esos cinco minutos que me hicieron mayor que a ti... siempre has sido débil, Stevie. Siempre lo fuiste y siempre lo serás. Y aún así, todo el mundo te ama más a ti...─ respondió con un suspiro, alejándose de él para acercarse al ventanal, mirando al exterior con gesto ausente.

El sol comenzaba a esconderse rápidamente tras los árboles que rodeaban la propiedad y las luces de la sala se encendieron en cuanto la luz bajó lo suficiente, iluminando su reflejo a través del cristal. A través de éste podía ver los movimientos de los demás y los siguió con ojo crítico mientras fingía no estar pendiente de ellos. Natasha y David avanzaron un poco más, moviéndose despacio para rodearlo. La espía sentía sus manos ansiosas por presionar el gatillo y cobrarse de ese modo del maldito que no sólo le había arrebatado a su mejor amigo, sino que también había encerrado y torturado al único hombre al que había amado en la vida. Pero, Steve parecía decidido a mantenerlo con vida, así que les había pedido que lo ayudaran a entretenerlo mientras llegaba la policía.

The Ugly TruthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora