Capítulo XI

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Capítulo XI

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Capítulo XI

Natasha observó con seriedad al hombre sentado frente a ella y se dejó caer contra el respaldo del sofá, suspirando pesado.

─ ¿Estás seguro de esto? ─ preguntó, nerviosa.

─ Muy seguro─ respondió, tajante─ Ya hablé con Amanda sobre el tema. Dijo que en cuanto volvamos de la misión daremos una conferencia de prensa y anunciaremos el "rompimiento". En el intertanto, Steve y tú no deben dejarse ver para no levantar sospechas... y habrá que esperar un tiempo antes de que puedan hacer oficial lo suyo. Se armaría un escándalo si de pronto anunciamos nuestro rompimiento y al día siguiente estás saliendo con mi hijo.

Natasha asintió, mirando a James con una expresión cariñosa. Estaba segura de que él había meditado mucho sobre el tema y que se había arriesgado a hablar con Amanda por el bien de Steve y también por el suyo. El amor que le tenía a los suyos era mayor que su apego a las reglas. Y eso era mucho decir para un hombre como él.

─ ¿Cómo se lo tomó Amanda? ─ preguntó, dejando que una sonrisa se colara a sus labios.

─ ¿Cómo crees? Armó un escándalo de proporciones y me gritó por una hora, sin descanso. Creí que le daría un aneurisma, pero, te juro que no puede importarme menos─ respondió, haciendo reír a la pelirroja.

Natasha podía visualizar la escena y no envidiaba al pobre hombre. Pero, al menos, ya era libre. Libre de estar con el hombre que quería, libre para hacer una vida para ella, por ella. Una vida basada en sus decisiones y no en órdenes. Y todo se lo debía a él. Se levantó de su asiento y fue a sentarse a su lado, sobre el brazo del sofá. Rodeó su cuello con los brazos y apoyó su cabeza en la suya, dejando luego que él la arrastrara a su regazo para que estuviera más cómoda. Escondió el rostro en su cuello, suspirando bajito.

─ Sabes que te amo, ¿verdad? ─ dijo en voz baja y él asintió, acariciando suavemente su espalda.

─ Lo sé. Yo también te amo. Y a Steve. Quiero verlos felices... así que, sé buena con mi hijo, ¿está bien? No le rompas el corazón─ pidió con tono jocoso, pero, ella sabía que lo decía muy en serio. Alzó el rostro y sus ojos se encontraron con los de el hombre, cálidos y familiares, tan llenos de calma que la hicieron sonreír.

─ Te prometo que seré buena─ aseguró, dibujando una x sobre su pecho antes de volver a acomodarse en su cuello. Permanecieron así unos momentos, en silencio, cómodos el uno con la presencia del otro─ No pareces un suegro, ¿sabes? ─ dijo de pronto, llamando su atención.

─ Ah, ¿sí? ¿Por qué no? ─ cuestionó, curioso.

─ Eres demasiado guapo─ ambos rieron, disfrutando de aquellos últimos momentos de tranquilidad.

Dos días después, Natasha, el capitán, los gemelos y parte del equipo STRIKE se encontraban en las entrañas de un C-41, en camino a Ruanda. Una terrible crisis humanitaria se había desatado en el país cuando los extremistas se tomaron el poder por la fuerza, movilizando una desbandada de civiles, políticos y fuerzas armadas que dejaron al país indefenso y a los civiles rezagados a la deriva. Su misión era escoltar a algunos líderes políticos hacia un país neutral, con el fin de que desde el extranjero pudieran organizar nuevamente a su país. Natasha formaba parte del grupo de inteligencia y Doug había insistido en que Steve los acompañara para que fuera su apoyo. Debido a su exitoso paso por Berlín, el menor de los hermanos Rogers formaba parte ahora de la inteligencia de SHIELD y Amanda dio su consentimiento. De malas ganas, pero, lo dio.

─ Aterrizaremos en las afueras de Kigali─ dijo el capitán, mostrando un pequeño punto en la imagen satelital que habían desplegado para ellos─ Allí están escondidos los objetivos. Intentaremos que la extracción sea lo más rápida y eficiente posible. Entramos y salimos─ ordenó, ganándose un asentimiento general─ Douglas, quiero que tú, Taylor, Dawson y Smith cubran nuestro flanco izquierdo. Steve, Natasha y yo, iremos por el centro y Branson, Barrow y Carson irán por el flanco derecho, ¿comprendido?

─ Sí, señor─ fue la respuesta unísona de sus hombres.

Aquella no era una misión complicada. Contaban con mejor inteligencia, preparación y armamento y si se movían rápido, no debería haber ningún problema. Pese a ello, Steve estaba nervioso. Se dirigió al fondo del avión, y allí, lejos de la vista de los demás, revisó su equipo una vez más.

─ Lo harás bien─ dijo la voz de Doug a sus espaldas. Su hermano llevaba el uniforme negro que usaban los miembros de STRIKE, mientras que él usaba el correspondiente a su unidad, en color azul marino y con correas alrededor de su pecho. Steve se giró y le dedicó una media sonrisa a su hermano.

─ Debo decir que me sorprendió que me recomendaras para venir... pensé que estabas enfadado conmigo por... bueno, ya sabes─ Douglas sonrió y posó una mano sobre el hombro de su hermano, apretándolo cariñosamente.

─ Digamos que esa fue... una rama de olivo. No me gusta estar peleado contigo y, la verdad, es que no tienes nada de qué preocuparte, Steve. Sé que fui un poco cabrón sobre el asunto, pero, debes entender que me sorprendió que tú y Natasha iniciaran una relación, aún cuando ella es la novia de papá. No lograba comprenderlo...─ explicó y Steve se ruborizó.

─ Tampoco lo pensé, Doug. Sólo pasó...─ respondió en voz baja, agachando la mirada.

─ No tienes que avergonzarte de nada. Papá me explicó que entre él y Nat hace mucho que no pasa nada y que ella se enamoró genuinamente de ti. Por eso, se hará a un lado. Tú y ella podrán estar juntos, tranquilamente─ le dijo, provocando que su hermano lo mirara con los ojos iluminados.

─ ¿Hablas en serio? ─ preguntó, casi sin voz, debido a la emoción.

─ Claro, ¿no te lo han dicho? ─ Steve negó y Doug sonrió más amplio─ Seguro están esperando el mejor momento para darte la sorpresa. Ahora, concéntrate en la misión. Y no te preocupes por nada... todo saldrá bien, ya lo verás─ le sonrió cariñosamente y ajustó las correas del uniforme de su hermano─ Qué bien te ves. Ahora, ve al frente, estamos por aterrizar.

Steve obedeció y unos minutos después, estaban aterrizando en un descampado a pocos kilómetros de la capital. El equipo se desplegó, tal como Bucky había ordenado y se internaron en la pequeña aldea donde se escondían los disidentes que debían proteger. Avanzaron sin problemas por varios metros, hasta que, de pronto, una lluvia de proyectiles cayó sobre ellos, desconcertándolos y separándolos. Bucky se parapetó tras su escudo y buscó con la mirada a sus hijos. Le pareció ver a Steve a su derecha, escondido tras un muro, pero, fue su imaginación. El chico apareció a su lado, dejándose caer junto a él, mientras se sostenía el vientre, pálido. El capitán creyó que el mundo se le venía encima cuando vio la sangre manchando la mano de su hijo menor.

─ ¡Steve! ─ exclamó, dejando el escudo a un lado y quitándose el casco para poder revisarlo con más comodidad─ Dios mío, hijo, ¿estás bien? ─ cuestionó, apartando sus manos para notar que la tela de su uniforme no estaba rota y la sangre no era más que un líquido rojizo empapando sus manos─ ¿Qué...?

No alcanzó a terminar la frase. El chico se movió con la velocidad de un rayo y clavó profundamente el cuchillo en su costado izquierdo, justo bajo la línea de su pectoral. El aire dejó sus pulmones en forma de un jadeo y una oleada de dolor lo recorrió de pies a cabeza mientras miraba a los ojos a su hijo menor. Entonces se dio cuenta de que aquel no era Steve. Nunca había sabido diferenciar bien a los gemelos y, cubierto de polvo como estaba, no había notado que era Doug, usando el mismo uniforme que su hermano. Su hijo mayor movió la hoja, penetrando más en la carne y arrancándole un gemido al hombre. Bucky no intentó defenderse. Fue tanta su sorpresa y su dolor al ver el odio en los ojos del chico que había amado como a su propia sangre, que no fue capaz de moverse.

─ ¿Por qué...? ─ susurró, sintiendo un hilillo de sangre resbalar por su barbilla.

─ Por quitarme a mi madre. Por dejarla morir. Por preferir siempre a Steve. Por amarlo más que a mí. Por entregarle a Natasha─ enumeró el menor, con el semblante tranquilo, como si estuviera hablando del clima─ Haré de la vida de tu hijito un infierno. Y tú no podrás hacer nada para evitarlo─ sentenció, girando la hoja.

Aquello fue todo. El grandioso Capitán América, símbolo de una nación, héroe de la humanidad, padre de dos hijos y ejemplo para el mundo, cayó sobre el suelo polvoriento de una aldea en África, con los ojos abiertos y una lágrima en la mejilla, traicionado por la persona que más amó en la vida. 

The Ugly TruthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora