Final

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Fueron exactamente dos horas las que tanto Pablo como Sonia estuvieron luchando para poder darle forma y estabilizar al mueble, el cual si se trataba de un sofá cama.

No todo había sido cansado y tortuoso, puesto que su suegra en cada minuto le hacía saber de nuevas anécdotas de la pelirroja, el rubio prácticamente sabía una parte de la infancia de su chica, se enteró de casi todo.

Pablo: Estoy cansado.- Comentó mientras una de sus manos se encargaba de acariciar los cabellos de su novia, ella se encontraba prácticamente sobre su pecho.

Marizza: Ya no estoy castigada.- Y no, ella todavía seguía castigada su madre había hecho una excepción por ese día.- ¿Te quedarás a dormir?

Pablo: Lo haré.- Respondió en tonos relajados

Ellos aun estando encerrados en la habitación del piso de arriba, pudieron escuchar el timbre de la entrada, totalmente lo ignoraron y siguieron en lo suyo dándose mimos.

El timbre se volvió a escuchar, al parecer aquella persona estaba con apuro pues volvió a sonar de manera seguida con un bufido Sonia dejó su bebida en la mesita a su lado y se puso de pie del reciente sofá cama armado.

Sonia: ¡Estoy yendo, ya! ¿¡Quién es é...- El enfado abandonó casi por completo su cuerpo.- Muchacho, ¿Vienes a ver a mi hija?

Ciertamente venía por la pelirroja, de alguna forma a sus oídos llegó la información de que estaría castigada e iba estar sin Bustamante, así que se podría decir que había visto una oportunidad... pequeño iluso.

Jihoo: ¿Puedo verla? sé que está castigada pero solo sería por...

Sonia: Ve, está en su habitación.- Era tan amable y buena, ella solo quería que los muchachos pudieran formar un vínculo afectuoso, además también quería ver como su yerno se aguantaba las ganas de querer saltar sobre Jihoo.

¿Amabilidad o infantilismo? la madre de Marizza era un ser imprevisible.

Jihoo agradeció fue al cuarto de la chica, lo tenía todo preparado, tanto su monólogo como la sorpresa que se encontraba en una cajita dentro de su mochila, los bombones era algo que ella no resistía.

Estando frente a la puerta suspiro con nerviosismo, tocó una sola vez y escucho la voz de la pelirroja diciéndole que no querían postre aún, pensando que era su madre.

Jihoo: Marizza, no soy... tu Mamá.- Cuando abrió la puerta vio el panorama dos personas en la cama dándose besos su corazón crujió, eso era todo, con resignación acepto, así que ingresó a la habitación y tomó asiento en la silla frente a la portátil, girándola hacia ellos.- Me rindo...

Pablo: Era hora.- De la cintura acomodo a su novia a su lado, besando su mejilla de manera territorial, la pelirroja no le había escuchado por la manera que entró.

Jihoo: ¿En serio?.- Pusó los ojos en blanco.- ¿Bueno... amigos?.- Le costó, pero lo dijo ¡Estaba dejando ir a la persona que aun amaba!

Marizza: Muy buenos amigos.- Lo abrazó, Jihoo poniéndose de pie le devolvió el abrazo.

Pablo: Bien, suficiente Andrade, regresa.- Él abrazo finalizó, Jihoo al menos podría arruinarle los planes al rubio cuando tenía la oportunidad de hacerlo.

Jihoo: Marizita, ¿Todavía tienes el videojuego de zombies? ¿Qué tal una partida?.- Dijo mirando a Bustamante.

Marizza: ¡Si!

Pablo: Andrade...

Pero fue demasiado tarde, ella ya se encontraba rebuscando entre sus discos, dando con el videojuego.

Un novio de mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora