Capítulo 25: Ratas y caídas

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Se sorprendió al saber que su mayor enemigo era su propia cabeza.

Se sorprendió al saber que su mayor enemigo era su propia cabeza

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Con rapidez, el detective se metió en el trastero-almacén. Apoyó las manos en los hombros de Kathe y miró por encima.

–Una rata–dijo frunciendo el ceño. El problema de ese animalillo era que tenía manchurrones por todo el pelo, le salía una masa verde y se extendía por todo su pequeño ser. En ese momento, recordó las palabras de Eric...

–No lo tengo claro qué clase de musgo es, pero, por las manchas oscuras y la forma por las que se han consumido las hojas de este libro, me temo que es algo bastante peligroso.

Su cuerpo quedó tensado por sus pensamientos, el musgo había matado a la rata y, la rata había mordido a Eric.

Kathe levantó la mirada hacia el detective que aún miraba por encima de ella. Notó su incomodidad por la forma en que apretaba la mandíbula.

–¿Qué pasa?

Él titubeó, mirándola los ojos se planteó la idea de mantenerla a salvo en la ignorancia, pero, ¿de qué serviría?

–¿Puede un musgo venenoso contagiar a una persona si te muerde un animal infectado?

Kathe abrió la boca del asombro.

–¿Te mordió la rata?

–No–negó con la cabeza–, a mí no, a Eric–se separó ligeramente de ella–¿puedes responder a la pregunta? 

–Sí, sí, ehmm–se rascó la cabeza pensativa–. Bueno, si el musgo desprendía esporas venenosas–se cruzó de brazos al hablar–, y la rata aún las tenía en la boca al morder a Eric–ladeó la cabeza–, puede que las esporas acabarán en el torrente sanguíneo.

–¿Le matará?

Kathe suspiró.

–Detective, no tengo ni idea de cómo afecta ese musgo a las personas y mucho menos qué consecuencias puede tener–le miró con una ligera molestia, empezaba a darse cuenta de que, tal vez, no supiera tantas cosas como pensaba.

–¿Y si encontramos a Eric moribundo? –sus ojos la miraron con preocupación, esperaba no llegar a esa situación.

–No haría falta aislarle porque, si se transmitieran por el aire–bajó la mirada–, todos estaríamos infectados.

–¿Y si no lo estamos?

–Pues se transmitiría por contacto, en cuyo caso no habría que tocarle sin protección.

El detective asintió, debían tomar precauciones.

–Salgamos de aquí antes de que pase algo–Kathe pasó por delante del detective y salió hacia la sala central.

En ese momento, sus ojos cayeron sobre el musgo, había crecido bastante desde la última vez, casi no quedaban partes de pared sin contaminar. Algo había hecho que su velocidad aumentará, eso o habían estado muchas horas fuera. Las dos opciones le eran igual de espantosas.

El Caso MünchbergDonde viven las historias. Descúbrelo ahora