Todo criminal tiene una historia.
Kathe se levantó del suelo de un impulso, sino iba hasta ellos, les perdería de nuevo. No le parecía buena idea andar ella sola vagando por los pasillos, no desde la última vez. Temía volver a cruzarse con el cazador. Corrió por la habitación hasta llegar a su altura.
–¿Por dónde vamos?
Lilian miró a Kathe por encima del hombro, una encrucijada se encontraba frente a ellos. Dos puertas, una roja y otra negra.
–Bueno–Eric se mordió el labio–, la roja suele indicar salida de incendios, ¿no?
–Puede que sí–Kathe se tomó el mentón pensativa.
Sin darle más vueltas, Emma empujó la puerta con todas sus fuerzas. Al hacerlo, unas escaleras les acogieron. Como cualquier escalera, tenía una parte ascendía, sin embargo, el paso estaba cortado por una puerta de hierro.
–Qué raro–comentó al verlo. Nunca antes había visto algo así. Las escaleras solo se cerraban si la zona en cuestión no era apta para su uso o para impedir el acceso a ciertas personas.
Con cuidado, Eric pasó por la puerta con Lilian en brazos. Al escucharla, levantó la vista hacia las escaleras.
–¿El qué?
–Eso–Le señaló la cerradura.
–Joder–Eric pensó que probablemente aquel camino les conduciría a una salida, ¿por qué sino bloquearla?
Kathe pasó junto a ellos, agarró dos de los barrotes de la puerta y la sacudió, pero, no sirvió de nada. La puerta ni siquiera fingió que se movía. Emma la miró divertida.
–¿Mejor?
–Un poco sí, la verdad–se sacudió la camiseta–, deberíais probarlo.
–Pues–Eric observó las escaleras–, hacia abajo ¿no?
–Si no hay más remedio–a Kathe no le hacía gracia la idea de bajar, con tan solo pensar en todo lo que podría encontrarse, un escalofrío recorría su cuerpo. Pasó junto a él y empezó a bajar las escaleras.
–Dios–maldijo Emma desesperada–, este lugar es un puto laberinto.
–Por eso hay que estar muy atentos.
Al principio a Eric le costó bajar los escalones, no acostumbraba a bajar con tan poca visión. Rezó todo lo que conocía para que no se tropezara y cayera contra el suelo, no le haría gracia caerse sobre Lilian, pero, ante todo, debían ser silenciosos.
–Veintidoooos, veintiiitres
Al cabo de varios minutos, Emma había empezado a contar los escalones en bajito, pensó que a Eric le vendría bien saber cuántos escalones le quedaban.
–Y treinta y dos–dejó de contar. Habían llegado al rellano y las escaleras para seguir bajando estaban bloqueadas por otra puerta de metal.
–Una puerta–anunció Kathe.
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El Caso Münchberg
Gizem / Gerilim¿Sabéis eso de que el mundo es un pañuelo? ¿Qué hay personas destinadas a encontrarse? Pues es cierto, es el poder de la tormenta. Poder que trasciende el espacio, el tiempo, mundos e incluso la vida. Llevaban cruzándose toda la vida, pero hizo falt...