Capítulo 29: Recuerdos color escarlata I

11 2 0
                                    

Solo hay una forma de como esto va a terminar o alguien muere o alguien sale herido.

Solo hay una forma de como esto va a terminar o alguien muere o alguien sale herido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lilian abrió los ojos de golpe, sintió un dolor agudo en la espalda.

–Dios santo –se incorporó llevándose la mano a la cabeza.

Apretó los ojos con fuerza, un pitido le perforaba el oído, aturdiendo la por completo. Colocó la mano en el suelo, quiso hacer fuerza para levantarse, pero, los brazos le fallaron. Sacudió la cabeza con el fin de centrarse, necesitaba que su cuerpo reaccionara, sin saber lo que estaba pasando a su alrededor, no estaría a salvo.

Alguien la tomó por el hombro para incorporar la.

–Lilian, ¡¿estás bien?! –le gritaba Eric aterrado.

–Sí, sí, no grites tanto –negó con la cabeza, el pitido ya casi era inaudible.

–¿Chicos? –la voz de Emma alegró a Lilian.

–¿Estás bien Emma? –gritó ella, aunque lo intentó, no pudo ver nada. Todo le daba vueltas.

–Sí, un poco aturdida pero bien.

Lilian vio cómo una sombra se aproximaba a ella, primero se tensó, pero, cuanto más cerca estaba, mejor podía ver sus rasgos. Con solo ver la rubia melena, supo que Emma se acercaba a ellos. Eric todavía la sostenía por el brazo cuando Lilian recuperó la vista al completo.

–Ya puedes soltarme Eric.

Pero él no la escuchaba, miraba por encima de ella, más allá de lo que tenían a su alrededor.

–¿Detective? –preguntó.

No tuvo respuesta.

–¿Kathe? –Emma recorrió la habitación con la mirada e incluso se asomó al trastero-almacén, pero no hubo rastro de ninguno de los dos.

Lilian caminó hacia Emma zafándose del agarre de Eric, si no había salidas, ¿a dónde habían ido a parar el detective y Kathe?

–¿Cómo han podido desaparecer? –dijo Emma con el ceño fruncido.

–La gente no desaparece –añadió Lilian.

–Se los llevaron – Eric apareció por detrás.

Ambas le miraron con preocupación.

–¿Cómo lo sabes? 

Él se encogió de hombros.

–¿Por qué sino no estarían aquí? –señaló la habitación –el secuestrador quería algo de ellos, por eso se los llevaron.

En la mente de Emma se reprodujeron los últimos recuerdos que tenía, tratando de entender por qué se los llevaron a ellos.

***

–¡Emma! –escuchó cómo gritaban su nombre.

Su respiración empezó a entrecortarse, algo estaba sucediendo. Trató de mirar hacia donde había escuchado la voz llamarla de nuevo, pero, un golpe sordo acalló cualquier sonido que pudiera su garganta emitir.

El Caso MünchbergDonde viven las historias. Descúbrelo ahora