Frankie Harrington nunca pensó enamorarse perdidamente del Freaky de la escuela y él nunca pensó que dos personas tan opuestas pudieran tener tanto en común. Eddie la salvó una noche, y desde ahí, es que sus caminos jamás se separaron.
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Era de mañana, Frankie limpió las heridas de Eddie, él estaba mejor y había un silencio incómodo después de aquella noche, había sido tan extraño lo de la noche anterior, a pesar de no haber ni un mísero beso en común, telepáticamente se habían devorado la noche entera.
Cuando se sentaron frente a frente en la mesa, la chica le sirvió leche y dos tostadas con aguacate, era lo que había en ese momento. El cielo intentaba pasarse por entre las ventanas. Eddie se veía incluso más radiante al despertar, cosa que no era común en el resto de las personas.
Ella mantenía la playera del Hellfire Club que usaban esos raros de la escuela.
— Gracias por hacerme compañía anoche—Eddie soltó mientras comían.
— No te preocupes, es lo que debía hacer— la chica respondió.
— No es lo que debías hacer, debías quedarte con Daley o ir a tu casa, aunque él sea un jodido hijo de puta narcisista— soltó el chico. En otros tiempos, Frankie se hubiera ofendido porque el mismísimo Eddie Munson insultaba gratuitamente al que juraba de rodillas era el amor de su vida, pero ahí se encontraba ella, bebiendo café a su lado.
— ¿Crees que se darán cuenta si no estamos? —La chica le preguntó nerviosa.
— No creo, no hay posibilidades de que nosotros compartamos— Eddie intentó tranquilizarla.
— Vale, vale, tienes razón— Frankie suspiró.
— ¿Irás hoy? — Preguntó el chico. Se refería a ir a verlos tocar con sus amigos, y sabía que Steve iría, era una especie de fiesta de todo Hawkins en el bosque, iban desde los nerds, hasta los dioses de la popularidad, pero Frankie no veía señales de que Daley pudiera ir.
—Claro que sí— responde como si fuera la cosa más obvia.
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Frankie se fue relativamente temprano a casa, no quería tener problemas con Steve. Le inventaría que se ha sentido mal y prefirió volver, su primo no le hacía rendir cuentas de todo, y por lo mismo, la dejaba en libertad, el único problema de Frankie era el interrogatorio que se le vendría si es que supiera que pasó la noche con Eddie, incluso si es que todo había sido en plan de amigos.
Steve estaba viendo un programa en el sofá, Tommy estaba en la escuela, de seguro llegaría más tarde porque iría a ver a Eddie Munson, podía oler aquello, y sólo rogaba por no haber dejado rastro de su presencia en aquel lugar.
— ¿A qué hora es lo del bosque? —Preguntó Frankie sentándose a su lado y abriendo un paquete de galletas.
— ¿A las seis? — le respondió con dudas.
— Ah, claro— la chica respondió tranquila.
Se imaginaba viendo a Eddie tocando la guitarra, con su cabello al viento, sus anillos, y cruzando miradas silenciosas. Ella ahí, parada frente a él, probablemente con la ropa adecuada para una noche helada, ese día las temperaturas estarían bajas y sólo necesitaría un buen abrazo de él.
