Capítulo XI

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Enterré el cadáver de otra lesbiana en el cementerio. Ya no tenía auto, así que tuve que volver al club. Esta vez había sido una pelirroja. Me atrajo de inmediato su cabello color sangre; y cuando su líquido cálido y vibrante tocó mi lengua, me sentí volar. Sentí que recorría mis miembros y los calentaba dándoles un color más humano.

Me dirigí entonces a la casona. La noche no tenía luna y la calle solo estaba iluminada por unos pocos postes.

Llegué a la reja y pasé. Me detuve ante la puerta principal, hecha de madera de nogal y de buen diseño; levanté la mano para tocar, pero antes de hacer contacto con la puerta ya la estaban abriendo. Era Joseph.

-Bienvenida... -dijo con su voz suave y serena-, te estábamos esperando.

Me sonrió y yo le correspondí. Pasé adelante y la puerta se cerró tras de mi.

Joseph volvió, como aquella primera noche, a subir hasta la mitad de las escaleras y llamó a Seth.

-¡Seth, Rose está aquí!

Seth apareció lentamente y me miró con una pequeña sonrisa en su deliciosa boca masculina.

-Hola, Rose...

-Hola, Seth.

Bajó las escaleras, rodeándole los hombros a Joseph.

Esos dos hombres... otra vez pude observar sus similitudes y diferencias. La belleza sobrenatural de Joseph y el encanto de Seth... tan masculinos los dos, pero diferentes en personalidad.

-Pensé que no vendrías... -dijo Seth.

-Lo siento, una pequeña distracción me detuvo... -dije, y le solté una imagen de mi pelirroja victima muriendo en mis ávidos brazos. Me pareció que lo recorrió un estremecimiento de deseo.

-Tenemos una sorpresa para ti, querida Rose. —dijo Joseph, sonriendo.

-¿Una sorpresa? —inquirí algo sorprendida. Seth asintió.

-Vamos, sube y te la mostraremos... -dijo Joseph, tomándome del brazo. Seth nos siguió.- mi hermano la consiguió para ti, y me encantó. No sabes lo feliz que estoy... -decía Joseph con su voz suave, pero emocionado.

Yo me pregunté a qué se estaría refiriendo con todo eso. ¿Qué pretendía Seth?

No había estado en el segundo piso de la elegante y antigua casona, pero me dejó bastante complacida, pues era tan majestuosa como la planta inferior.

Un sin fin de alfombras y objetos antiquísimos. Mesas, lámparas, cortinas, tapices, cuadros... un estudio, una amplia habitación convertida en biblioteca con los títulos mas variados e inimaginables ¡era un paraíso! Pero esa no era la sorpresa.

La casa contaba con cinco habitaciones, contando la que se había utilizado como biblioteca y la convertida en estudio. Por lo cual quedaban tres.

Una, según el mismo Joseph, era su habitación; la otra pertenecía a Seth y la ultima... pues, ahí parecía estar mi sorpresa.

Nos detuvimos ante la puerta de madera de caoba y Joseph la abrió. Ambos entraron y me invitaron a pasar.

Cuando entré me quedé estupefacta. Era una habitación perfectamente decorada para una chica, con tapices floridos, una peinadora con su banqueta, una cama de cuatro postes, alfombras venecianas y cuadros con escenas renacentistas. Pero lo que mas me llamó la atención fue el ataúd.

Un ataúd lacado en negro, de mi tamaño, muy parecido al que había tenido en casa de Eric. Las mejores sedas blancas suavizaban su interior y los pasadores eran de oro blanco, bastante costoso y apreciado; pero solo tenia pasador interno y eso, de cierta forma, me relajó.

Me volví para mirarlos a ambos, pues me había adelantado para tocar las suaves sedas del interior del ataúd.

-Todo esto es para ti... -dijo Seth.

-Pero ¿cómo? ¿Por qué? —pregunté atónita.

-Queremos que estés con nosotros —dijo Joseph— ¿Por qué permanecer en el cementerio sola? Aquí estarás con ambos y seremos tus compañeros.

-Dijiste que no querías pasar toda tu vida tal como la vives ahora. —Dijo Seth— y tomo muy en serio lo que me propongo...

-¿Realmente lo decías en serio? —pregunté- la proposición de anoche...

-¿Tú qué crees? —respondió con otra pregunta Joseph.

-¿Y tú sabias esto? —dije a Joseph. Él sonrió.- por eso me sacaste anoche, era tu plan ¿cierto? —pregunté a Seth.

¡Todo era una locura!

-Se lo comenté a Seth —respondió Joseph en lugar de su hermano.- yo deseaba que estuvieras con nosotros, no debemos estar solos vagando por ahí...

-La idea me agradó —dijo Seth— y Joseph se hizo cargo de todo excepto por el ataúd...

-Seth lo trajo justo antes de que llegaras... -dijo Joseph.

-¡Por eso no fuiste a cazar conmigo hoy! —exclamé desconcertada.

Me senté en la cama, no podía permanecer de pie, y todo me daba vueltas. Todo era muy rápido, pero muy hermoso también... que ambos se preocuparan por mi.

-¿Aceptas quedarte con nosotros? —preguntó Joseph.

-El cementerio... -balbuceé.

-Se que el cementerio es seguro para enterrar a tus victimas, nosotros también lo hemos usado ¿qué otro lugar tan perfecto como ese? —dijo Seth— y aun puedes seguir usándolo, solo que si alguien llega a sospechar, es mejor que no estés durmiendo en uno de esos mausoleos.

-Si te encuentran ahí, morirás. —apoyó Joseph.

No sabía qué pensar. Todo lo que dijeron era muy cierto, pero yo... ¿Qué opinaba yo? Yo sabía que no estaría en San Francisco por siempre, que debía continuar mi viaje, pero jamás había imaginado que los conocería a ellos.

No sería para siempre, pero mi corazón deseaba quedarse y compartir con otros, que no se marcharían, que no me negarían lo que me negó Eric.

Ellos se mantuvieron muy atentos a mi expresión y movimientos, pero mi mente estaba cerrada para ambos.

Pacientemente esperaron mi respuesta, dándose esas ojeadas rápidas tan comunes entre ellos.

-Mi camino... -dije muy despacio, mirándoles aun sentada en la cama-, está abierto delante de mí, esperándome...

Pude ver la expresión de sus rostros; Joseph parecía triste y el de Seth, mas bien sombrío.

-... y por ese motivo —seguí diciendo, haciendo caso omiso a sus caras-, es que mi corazón me dice que me quede...

Los rostros de ambos se iluminaron con una nueva esperanza.

-... pues ese camino seguirá abierto, en cualquier momento, esperando a ser recorrido por mí... y aun tengo una eternidad para recorrerlo —dije y me puse de pie con una sonrisa en los labios.— por eso, desde hoy, tienen una nueva compañera.

Sangre y NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora