Prólogo

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Mi nombre es Rose McGee, tengo veinte años, o por lo menos eso aparento.

Tengo el cabello largo, pasando de los hombros, de color castaño oscuro y ojos cafés; solía usar anteojos, y debo decir que no soy muy alta que digamos.

Como toda joven, tengo familia. Unos padres y dos hermanos mayores, pero no voy a hablarles de mi familia, sino de algo que me ocurrió hace algún tiempo.

Era, o quizás deba decir "soy" muy apegada a la lectura. Me encantan las historias fantásticas y épicas, similares o no.

Las últimas que había estado leyendo, eran historias de una autora llamada Anne Rice: "Crónicas vampíricas" e "Historias de vampiros".

Me quedé fascinada con cada historia, situación, vampiro, cada calle oscura, cada época repasada, cada descripción de la naturaleza o de las casas habitadas por dichas criaturas, cada vestimenta, cada victima, cada todo...

Desde las historias de Marius como guardián de los Padres, hasta Lestat, Louis, Claudia, David, Armand... ¡Oh, era una delicia exquisita! Todos y cada uno de ellos, cada dolor, cada tristeza, contradicción y la soledad de sus largas vidas...

Como cualquier mortal, ansié la inmortalidad, vivir para siempre, aun haciendo caso omiso a los dolores descritos por ellos mismos como consecuencia de su inmortalidad. No me importó, era mas grande el deseo de no envejecer, pero ¡Oh, dolor! Eso jamás seria verdad.

No eran sino novelas, historias de vampiros salidas magistralmente de la imaginación de una talentosa mujer ¡que despiadada!

Aun así, el deseo de morir y renacer en la noche, de sentir el brillo de la luna en mis pupilas y el deseo de sangre descrito por ellos no me abandonó...



Sangre y NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora