Capítulo XXIII

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LA HISTORIA DEL VAMPIRO NOVAK DJINVIC

-Corría el año de 1929 cuando nací en la pequeña aldea de Bezden. Mis padres vivían allí desde hacia tiempo. Era un lugar tranquilo y apacible rodeado de montañas.

»A pesar de que no éramos ricos —dudo que nadie fuera rico en Serbia, a excepción de los políticos- lográbamos mantenernos.

»Mi padre, un hombre alto de casi un metro ochenta, era muy fuerte y robusto; trabajaba en una fábrica de procesamiento mineral.

»Yugoslavia, que así se llamaba el país por aquel entonces, era uno de los principales exportadores de cobre a Europa; pero eso no evitaba que explotaran a mi padre y le pagaran una miseria para él, su esposa y sus tres hijos... en fin, así trataban a todos.

»Mi madre, por su parte, también trabajaba. Ordeñaba vacas y alimentaba cerdos y ovejas en lo que no se podía llamar "granja" en la zona donde vivíamos. Ella era una mujer menuda, y mi padre solía decir que yo me parecía a ella, pues tenía sus mismos ojos.

»Por otro lado, mis hermanos Zoran e Iván, que eran mayores que yo por una escasa diferencia, trabajaban en el área agrícola cosechando trigo, maíz, cáñamo, entre otras cosas. Yo también trabajaba con ellos.

»Mi infancia fue dura y la situación del país a causa de las guerras internas, además de las externas que también afectaban a nuestro pueblo, no nos hacían las cosas más fáciles. Pero aun así, muchas veces nos las arreglábamos para divertirnos en los ratos libres.

»Había un campo pedregoso donde jugábamos a la pelota, aunque muchas veces no poseíamos ninguna, así que debíamos imaginar que teníamos una.

»Los inviernos eran muy fríos y nuestra pequeña casa bastante débil. Durante el verano nos asegurábamos de recolectar madera de cualquier forma que fuese posible y cuando llegaba el invierno nos acurrucábamos el uno al lado del otro, para poder mantenernos calientes.

»Pero a pesar de todo, permanecíamos unidos, o por lo menos así lo hicimos hasta el invierno de 1952.

»Yo contaba con veintitrés años recién cumplidos, cuando una noche, llegaron los milicianos y derribaron la puerta de la pequeña casa. Nevaba copiosamente esa noche, y nosotros estábamos durmiendo tendidos en el piso, todos juntos frente a la chimenea encendida.

»Mi padre se levantó y les preguntó lo que querían, pero los milicianos no le respondieron, y fueron directo hacia mis hermanos y yo. Nos arrastraron fuera de la casa, mientras mi padre protestaba y mi madre gritaba. Mi padre los amenazó y uno de los milicianos lo golpeó en el abdomen con el rifle que llevaba, tirándolo al suelo.

»Imagínate la fuerza que había que usar para dejar a mi padre fuera de combate.

»Zoran, el mayor de mis hermanos, les pidió que no lastimaran a nuestros padres. Entonces los milicianos nos ataron las manos a la espalda y nos llevaron con ellos, dejando a mi padre inconsciente y a mi madre llorando.

»Iván parecía terriblemente asustado, todos lo estábamos, pero viendo la calma que aparentaba Zoran, traté de imitarle.

»Caminamos largas horas en medio de la noche y la nieve, hasta que llegamos a un pequeño campamento de soldados serbocroatas. El campamento se hallaba protegido por una empalizada de casi dos metros que lo rodeaba todo.

»Cuando entramos en el campamento, nos dejaron tirados a la entrada de una mugrosa tienda.

»Iván no dejaba de temblar, los nervios no lo dejaban controlarse y los serbocroatas lo sabían; entonces uno hizo un gesto de fastidio y le gritó algo a otro soldado, éste se acercó a Iván y le pegó un tiro en la cabeza, matándole justo frente a nuestros ojos.

Sangre y NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora