Capítulo XIX

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La luna llena iluminaba la oscuridad de la Avenida Saint-Charles. Creo que recorrí varias manzanas antes de dar con la descripción que buscaba. Era un barrio bastante pobre y lleno de basura.

La vieja y espectral casona se levantaba, brillante como un iceberg en una noche estrellada, de un gran jardín descuidado. La reja de hierro estaba oxidada hasta parecer anaranjada por tanta herrumbre, además de estar cubierta de hiedra. La pintura de la casa se veía descascarada y los altos ventanales estaban sucios e inclusive algunos rotos.

Ésta había sido la antigua morada del moribundo vampiro Lestat, donde había pasado sus días decadentes recuperándose de sus heridas físicas y mentales ¿Quién iba a imaginar que saldría de esa situación convirtiéndose luego en la pesadilla de mas de un vampiro? ¡Parecía ya tan lejano!

Fui deseando encontrar un rastro, o a alguien tal y como lo encontró Daniel, pero yo sabía que eso era demasiado difícil, imposible mejor dicho.

La casa parecía mas ruinosa de lo que había narrado Louis aquella vez, claramente abandonada. Caminé hasta la puerta principal, algo desvencijada, pero no destruida del todo. Rodeé la casa, observando los alrededores y buscando un rastro de cualquier presencia humana o vampira, sin éxito. Divisé a través de las sucias ventanas las paredes del interior de la casa, sin duda algunos pillos habían estado en ella resguardándose de la ley, o simplemente la habían usado como guarida de reunión, pero ya no había nadie.

Al fin me decidí y entré. El piso estaba cubierto por una espesa capa de polvo y las alfombras habían sido desgarradas. Caminé hasta llegar a la galería en la cual se encontraba la chimenea donde el moribundo vampiro había pasado noches de terror y locura.

En algunas esquinas de las paredes quedaban retazos de alfombras que habían sido arrancadas. No había signo de que Lestat u otro vampiro hubiese estado ahí en mucho tiempo.

Revisé algunas habitaciones y pude comprobar que estaban llenas de libros, cientos de ellos apilados en columnas que llegaban al techo bajo. Tomé un ejemplar y pasé mi mano por la cubierta para quitarle el polvo, y de inmediato dejó a relucir un nombre en letras doradas "VladimirNabokov" sin duda se trataba del escritor estadounidense de origen ruso cuyo territorio era la tragicomedia. Eso le encantaba a Lestat.

«¡Vaya!» pensé «tiene sin duda un gusto extravagante»

En eso escuché un crujido detrás de mí.

Me volví. Nada.

De repente me pareció que hacia un calor horrible en esa casa, y escuché el crepitar de unas llamas ¿Estaba encendida la chimenea?

No sabía qué hacer, si abrir mi mente para saber de "qué" o "quien" se trataba o si cerrarla para que nadie entrara en ella.

Caminé despacio, saliendo de la habitación y a unos pasos de la puerta encontré la oscura silueta de una mujer alta vestida de negro. Se encontraba de espaldas a mí y en ese instante se volvió.

Pude ver su rostro moreno mirándome, aunque mas que morena era como dorada. Sus ojos negros brillaban por el aura sobrenatural de los vampiros y me observaban escrutadoramente.

Me quedé impactada por su belleza y la forma en que sus ojos estaban delineados a la usanza egipcia.

«Ekeptos» me llegó como en un flash de recuerdo, pero fue ella la que me lo mostró. Por un momento, pensé que era Akasha, pero eso era imposible.

-¿A quien buscas? —me preguntó. Su voz sonó profunda y melosa.- Lestat no está aquí desde hace mucho tiempo...

-No busco a Lestat. —le dije.

Sangre y NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora