Capítulo II

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Kim no recordaba mucho a su madre. Había visto fotografías pero no era un tema del que se hablara en casa. Sus hermanos solían describirla como una persona fría, había escuchado que en eso Kim era su igual. No tenía forma de confirmarlo.

Mientras observaba la fotografías de la madre de Che no pudo evitar pensar que una mujer dulce, amable. Che era su vivo retrato, ¿también tendría el carácter de su hijo como, supuestamente, Kim tenía el de su propia madre?

Era hermosa. No le costaba creer que su padre hubiese tenido algo que ver con ella, que pudiera haber tenido dos hijos con ella. Esa era la explicación más lógica, la misma que comenzaba a darle un fuerte dolor de cabeza.
Si Che resultaba ser su medio hermano, entonces no podría…

—Señor. —Big se inclinó hacia delante haciendo una muestra de respeto.

Había usado a Big para estar informado sobre los sucedido en la casa principal, por el momento era su espía mejor posicionado. Tenía mucho acceso a Kinn, y podía vigilar a Porsche desde la primera línea.
Después de darle sus nuevas instrucciones, Kim comenzó a hacerle preguntas sobre Porsche. Necesitaba conocer su comportamiento, a donde iba y cuando lo hacía.

—¿Qué tanto visita a su hermano?

—Solo una vez desde que llegó a la casa. Fue poco antes del secuestro, el Señor Korn le dio permiso. Fue una suerte que el chico no estuviese ahí cuando los hombres de Don se los llevaron, probablemente lo hubiesen matado.

Kim apretó las manos contra el brazo del sofá. Sabía que era una posibilidad. Che era un obstáculo pequeño, indefenso y de fácil erradicación en el camino para llegar hasta Kinn. Al único al que le importaría su muerte sería a Porsche, los hombres de Don lo habrían eliminado con facilidad.

—¿Dónde estaba Porsché cuando se llevó acabo el secuestro?

—El señor Korn le pidió a Arm que lo rastreara para asegurarse de que estuviese bien. Estaba lejos de la ciudad en un campamento con algunos chicos de su escuela. Nada de que preocuparse.

Se alegraba de que Che hubiese estado fuera del radar, pero al mismo tiempo no le gustaba que hubiese estado fuera por tanto tiempo con sus amigos. ¿Qué tanto podías hacer en una maldita montaña?

Kim apretó las manos en puños tratando de olvidarse de esa ridícula sensación que se instaló en su estómago. No podía dejarse llevar por el sentimentalismo en ese momento. Mantener la cabeza fría debía ser su prioridad. Se reclinó en el asiento y cruzó las piernas. Sin poder evitarlo soltó una carcajada libre de humor.

—¿Cómo vas con tus celos, Big? ¿Ya superaste que mi hermano te haya reemplazado?

Kim tenía un lado salvaje que no le gustaba, pero en el fondo sabía que era adicto a él. Le gustaba provocar a las personas, meterse en su cabeza. Y Big lo sabía, había estado trabajando para él desde hacía un tiempo por eso solo apretó los puños dispuesto a dejar pasar la burla.

—Creo que el señor Kinn y Porsche podrían tener algo más que una amistad, señor.

Kim giró la cabeza de golpe. Eso no podía ser cierto, Big retrocedió ante sus propios pasos.

—¿Estás seguro?

—Es una posibilidad, he notado ciertas actitudes que no encajan con el señor Kinn. Es la explicación más lógica para mí.

El teléfono de Kim se iluminó mostrando la cara de Che. Big apartó la mirada y apretó los labios, probablemente tenía muchas cosas que decir al respecto pero ninguna que quisiese decirle a Kim directamente.

Todos los hijos de Korn estaban locos, sin excepciones. Sin importar lo mucho que parecieran normales.

—Me cansé de esta conversación.
Investiga a los padres de Porsche, no vuelvas hasta que tengas algo útil.

MAFIA LOVER (Kimporchay/jeffbarcode ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora