Capítulo X

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El sol ya estaba alto cuando Che llegó a casa. Porsche estaba sentado en el patio moviendo la pierna sin parar, estaba ansioso. Che ni siquiera se detuvo para hablar con él, siguió caminando hacia la casa desesperado por darse un baño. En ese momento entendió que necesitaba más que una larga caminata para perdonar a su hermano.

—No debiste caminar todo ese trayecto.

—Me ayudó a pensar. No es como si no hubiese visto a los dos tipos que me seguían.

Kinn había enviado a dos subordinados para que hicieran el camino de regreso con Che, lo último que necesitaban era que pereciera en las calles Bangkok después de todo lo sucedido.

Che se metió a bañar mientras Porsche seguía de pie en la puerta, tenía los brazos cruzados y una expresión que daba pena. No es como si quisiera seguir torturándo a su hermano, pero la ira aún no había abandonado su cuerpo.

—Supongo que ese elegante traje significa que no vas a renunciar.

Aprovechó el silencio de Porsche para vestirse y huir a su habitación, no fue lo suficientemente rápido para cerrar la puerta; su hermano lo siguió impidiéndole algún vestigio de privacidad.

—Aún no lo sé. Entiendo porque me lo estás pidiendo, pero ahora Kinn es demasiado importante para mí.

—¿Casi tanto como yo?

—Sí.

—Bien. Te dejaré hacer lo que creas correcto. —Che se metió bajo las sábanas y le dio la espalda a Porsche—. Apaga la luz cuando salgas.

Cuando Porsche se fue tomó un par de pastillas para dormir, más tarde se arrepintió de esa decisión cuando las pesadillas comenzaron. Cada vez que cerraba los ojos escuchaba disparos, un sonido ahogado como si estuviese bajo el agua. Podía sentir el movimiento como si lo estuviesen transportando, e incluso escuchaba una voz distorsionada que podía ser la de Porsche gritando.

Fue una noche demasiado larga, incapaz de despertar por la fuerza de los sedantes. Che se sumergió una y otra vez en los recuerdos del secuestro, las escenas que no había presenciado su imaginación hizo hasta lo imposible por llenarlas con cosas que lo aterraban.

Todo lo demás estaba confuso. No había estado realmente consciente en ningún momento, tal vez todo lo que veía en sus sueños no era más que su imaginación jugando con él. No podía definir cuanta verosimilitud existía en las partes no recreadas por su imaginación.

Cuando despertó era de noche. Porsche me había dejado la cena junto a su cama y una nota diciendo que volvería pronto.

Ya no estaba tan enojado como antes, pero se sentía decepcionado. E incluso comenzaba a sentirse mal por poner a Porsche en una posición como aquella, le había dicho que Kinn era importante para él y no había actuado de la mejor manera.

Se arrastró al baño sin poder soportar el dolor en el cuerpo. Al verse en el espejo descubrió los moratones por todo su pecho, y las muñecas seguían enrojecidas por haber usado las esposas todo el día anterior. No era capaz de levantar los brazos sin soltar un quejido de dolor, incluso su propio peso resultaba insoportable para sus tobillos.

Se duchó y bajó porque necesitaba algo de aire fresco. No podía pensar bien mientras estuviese encerrado en su habitación. Che sentía que algo se le estaba escapando pero no podía recordar que era.

—Pensé que habrías salido.

—Lo hice pero volví antes de que despertarás. —Che se sentó junto a su hermano en el columpio, se mecieron en silencio por un rato—. ¿Cómo estás?

—Solo me duele el cuerpo. Estaré bien.

—¿Y cómo está tu corazón?

— No voy a mentir, me siento herido. Pero también estaré bien, solo necesito tiempo.

MAFIA LOVER (Kimporchay/jeffbarcode ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora