Capítulo XXVI

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Kim. Y Porsche habían discutido por una pequeñez que fue escalando a medida que la ira crecía. Probablemente ni entendían que había sucedido, pero Porsche amenazó con marcharse y en medio de su teatro  arrastró a Che con él.

No había sido un buen día, se sentía mareado y aturdido desde el almuerzo. No tenía ánimos para discutir con nadie, solo quería dormir un poco. Y lo había hecho en cada oportunidad que había tenido.

Al llegar a casa, Porsche se encerró en su habitación sin decir nada más. No mencionó la reacción de Kim o que había detrás de ello. Che siguió el camino a su habitación hasta quedar bocabajo en su cama.

Fue cuando comprendió que estaba muy drogado. Había pasado todo el día así y lo único que había comido en todo el día era los bocados de alimentos que le había dado Honey.

Honey. Su pobre y drogada madre, ¿cuanto tiempo llevaban poniendo las pastillas que había visto en su comida? No había otra explicación. Korn estaba detrás de ello, pero ¿por qué?

Che sabía que utilizaría la excusa del desequilibrio para llevar la conversación por el lado que más le convenía. Tenía que hablar con Kim, hacerle saber lo que hacía su padre y que mientras él estuviese fuera protegiera a Honey.

Se puso de pie con dificultad y caminó en busca de su teléfono. Recordó que estaba en el auto, se había caído de su bolsillo y no tuvo la fuerza para recogerlo. Bajó las escalera sosteniéndose de la pared, podía sentir sus piernas flaquear. E intentó llamar a su hermano pero su lengua estaba tan pesada que apenas podía evitar algún sonido.

Se tambaleó hacia el auto sin poder encontrar lo que estaba buscando. Antes de dar un paso hacia la casa, Che cayó sentado en el asfalto de la calle. ¿Qué eran esas patillas? ¿Cómo podían drogar de esa manera?

Entendía porque su madre parecía más un zombi que una mujer, o porque no podía hablar como debía. Con sus drogas se aseguraban de mantenerla sedada, la única persona que sabía realmente lo sucedido entre Korn y Kan estaba incapacitada para contar su versión de la historia.

—Porsche... —apenas pudo escuchar el susurro que salió de su boca, y pensar que Che tenía la intensión de que sonará como un grito de ayuda.

—Hola, Porsché. Por lo que veo necesitas ayuda.

Che no reconoció al hombre rubio que estaba en cuclillas frente a él. Tenía una mueca de medio lado que quería hacer pasar por sonrisa. De cierta forma parecía espeluznante ver dicho gesto.

—No te preocupes, yo me haré cargo de ti.

*

Kim se estaba poniendo hielo en los nudillos cuando Kinn apareció nuevamente. Pensó que volvería a darle un sermón sobre relaciones sexuales así que intentó huir de la habitación pero Khun apareció para coronar la situación.

—¿A caso sabes lo que tu lindo hermanito menor ha estado haciendo coun un menor de edad?

Khun se giró para ver a Kim, se volvió con los brazos cruzados hacia Kinn.

—Sí. ¿A caso tú no? —Kinn soltó un gruñido que hizo reír a Khun, este tomó asiento balanceando sus largas piernas embotadas en unos extravagantes pantalones de cuero. —Es bastante obvio, Kinn. No es que han estado siendo muy discretos a pesar de lo que creen. —Kim se sentó en la mesa ignorando a sus hermanos, debía revisar unos documentos para ayudar a Kinn y eso es lo que haría, no sentía necesidad de involucrarse en la conversación.

—¡Esto es increíble! ¡Él lo es! Porsche va a querer matarlo, y luego a mí si se da cuenta que sabía sobre ello.

—No sé cómo el bastado hizo para manipular a Che y lograr que se acostara con él. Mi pobre niño, ahora está atrapado con ese loco.

MAFIA LOVER (Kimporchay/jeffbarcode ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora