Che solía pensar que tenía mala suerte. Sus padres habían muerto, había obligado a su hermano a crecer antes de tiempo solo para cuidar de él.
Cuando la noche caía la noche, creía haber nacido solo para complicar la vida de las personas que amaba. Después de todo, su presencia había privado a Porsche de muchas cosas, si tan solo el no estuviese ahí, tal vez su hermano no habría tenido que obtener ese trabajo en medio de una isla privada regentando un bar con pésima señal telefónica.
Era su culpa.
Si él no estudiara en ese pretencioso colegio, su hermano no habría tenido que pedir préstamos usureros. Estaba seguro que entre él y la casa acabarían con la vida de Porsche, se odiaba por ello.
—¿Che, estás escuchando?
Kim movía el lápiz de un lado al otro golpeando la página donde había estado arreglando los acordes de la canción que estaban escribiendo.
—Sí, te escucho.
Aún no podía creer que Kim estuviese sentado en el patio de su casa como si fuese lo más natural del mundo. Habían pasado todo el día juntos, trabajando en la canción para el concurso y no paraba de distraerse con facilidad. Después de todo, él era Wik. Su ídolo, había soñado con verlo por tanto tiempo que aún pensaba que era un sueño.
—¿Tienes hambre? —preguntó.
—No mucha.
Si tenía hambre, pero esa semana no tuvo oportunidad de ir al supermercado. Su despensa estaba casi vacía así que no podía cocinar para él. En su defensa, Che ni siquiera imagino que Kim fuera ha aparecer de improviso en su casa. La idea era que se vieran en la sala de música como lo habían hecho siempre, muy lejos de su casa.
—Pero yo si tengo hambre.
Allí estaba.
En el poco tiempo que llevaba conociendo a Kim, entendió que podía ser muy caprichoso. Solía pedir cosas de la nada, como si el resto del mundo tuviese que estar a su disposición solo porque él lo estaba pidiendo. En sus sesiones lo había visto pedirle todo tipo de favores a su amigo, y este corría desesperado a cumplir con su orden.
El magnetismo de Kim impedía decirle que no a lo que él quisiera. Che lo sabía porque sentía la necesidad de saltar ante cada uno de sus pedidos, era estúpido.
—Bueno, la verdad si tengo un poco de hambre.
—¿Qué hay de comer por aquí?
Era un alivio que no quisiera comida casera. Podía trabajar con eso, solo tuvo que correr hacia al callejón para comprar fideos. Seguro no eran tan buenos como los que él acostumbra a comer pero tendría que servir.
Esa era otra cosa que intimidada a Che sobre Kim, se le notaba que venía de una familia acomodada. Lo había visto con tres tipos de carros distintos, su ropa era costosa y las joyas que solía usar atraerían a los ladrones si se paseaba por el lugar equivocado.
Al final todo encajaba con su personalidad, un poco, altanera. Por supuesto que a Che no le molestaba, aunque se sentía un poco cohibido por miedo a decir algo estúpido. A pesar de haber superado la fase donde balbuceaba, seguía poniéndose nervioso en sus conversaciones. Se sentía orgulloso de formar frases completas sin miedo a morir de la vergüenza.
Regresó corriendo a casa.
No quería dejar a Kim solo por dos razones: la casa seguía estando demasiado desastrosa, lo que ya de por sí representaba una vergüenza; sin mencionar, el helado sudor frío que bajo por su columna cuando estuvo a punto de entrar en su habitación.Kim jamás debía ver el insano muro de la vergüenza. Se rehusaba a mostrarle la pared llena de fotos suyas que sólo dejaban ver lo acosador que se había vuelto Che a medida que seguía su carrera.
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MAFIA LOVER (Kimporchay/jeffbarcode )
Fiksi PenggemarKim Theerapanyakul es conocido por su frialdad, es el único de sus hermanos que no se deja llevar por sus sentimientos. Ha pasado casi toda su vida alejado de la familia Principal por los problemas con su padre, pero cuando un nuevo guardaespaldas l...