MAFIA LOVER (Kimporchay/jeffbarcode )

Capítulo XVII

Che no podía sacarse el recuerdo de todos los cuerpos esparcidos por el bar, algunos soltaban quejidos bajos incapaces de moverse. No sabía que hacer así que se escondió en el baño para llamar a Porsche.

Ahí fue donde Kim lo encontró.

—¿Fuiste tú, verdad?

No le gustó que su voz saliera tan temblorosa pero no podía alejar la sensación de terror de su cuerpo. Kim se llevó un cigarro a los labios y lo encendió con la más mínima perturbación, se apoyó en la pared y dio varias caladas antes de dirigir su mirada a Che.

—Sí, fui yo.

Che sabía de donde venía Kim, conocía parte de su historia. Sabía que podía matar, aún así estaba sorprendido por lo que había dejado en la parte de atrás.

—Venían por ti, Che.

Tal vez fuese estúpido pero en ese
momento el terror fue remplazado con la ira. Che se puso de pie y caminó hacia al bar evitando mirar a los hombre caídos.

—No tienes permitido beber.

—¡Jódete, Kim! —Se sirvió un generoso vaso de un licor cuyo nombre desconocía, al bajar la mirada se encontró con un hombre sangrando junto a sus pies—. ¿Tú y cuantos más hicieron esto?

—Yo solo.

—Claro, claro. No debería sorprenderme—. Che bajó un cuarto de la botella con solo un trago, podía sentir el mareo apoderándose de su cuerpo y la visión nublada. —¿Por qué siempre vienen por mí?

Kim se subió a la barra y se sentó frente a él, le arrebató la botella de las manos. Tener a Che borracho no significaba que iba a ser más dócil, su carácter se intensificaba con el alcohol. Kim ya lo había comprobado.

—Todos saben que eres lo más importante para Porsche, quien te tenga puede controlarlo. Vienen por ti porque eres la mejor arma que tienen contra él, de esa forma pueden hacer que Porsche se ponga de su lado.

—Yo soy la debilidad de mi hermano, y él es la de Kinn, ¿verdad?

—Sí. —Che se mordió los labios para evitar soltar el llanto que se estaba atorado en su garganta—. Kinn también es parte de la debilidad de Porsche, pero jamás te pondría a ti por encima de él.

Che se metió entre las piernas de Kim y se dejó caer sobre su pecho, sintió los brazos de él envolviéndolo con fuerza. No quería hacer eso, seguir llorando delante de Kim pero la situación lo estaba sobrepasando.

Kim olía a sangre, sudor y cigarrillos pero debajo de todo eso estaba el mismo olor que Che recordaba y que no podía olvidar. Lo había intentado, y a pesar de ello seguía embotado en sus sentidos. No podía negar que estar con él de esa forma lo hacía sentir bien aunque supiera cuál terminaría siendo el final.

—Por eso quería que Knut te cuidara, para que pueda ayudarte cuando yo no este cerca.

Che se separó del abrazo de Kim y fue otra vez por la botella, bebió hasta llegar a la mitad de su contenido. La garganta le ardía, no podía evitar las muecas de asco y dolor que se le escapaban.

—¡Estoy cansado de todo esto! Este no es mi mundo, no pertenecemos aquí. ¡Estoy harto de que todos crean que pueden mantenerme al margen! Porsche pudo haberme dicho porque nos íbamos de la casa principal, en su lugar decidió callarse.

—Sólo quería protegerme.

—¡Cada vez que omite una cosa por mi protección, esto pasa! —señaló a su alrededor—. ¡Y tú sigues apareciendo para solucionarlo todo! Y solo haces... —Che trató de relajarse a través de respiraciones profundas—, solo haces que sea más difícil para mí. No quiero ser tu carga, Kim. Te sientes mal por lo que hiciste, esta bien, lo entiendo. Con esto hemos quedado a mano, ya aléjate de mí.