Capitulo 24

248 44 30
                                    

Barbara estaba más que contenta en la oficina, no encontró mucho trabajo afortunadamente por que Mariana y sus padres se había encargado de ayudarle en eso. Era su hora de salida y dejo todo organizado para irse a su casa.

Ernesto—Hola preciosa.

Barbara—Hola, ¿Aun seguias aquí?.

Ernesto—Si, le pedí a Federico que me condicionará una pequeña oficina aquí para poder trabajar el tiempo que yo estuviera en México.

Barbara—Osea que te vas.

Ernesto—Si, en México solo tengo acciones en esta empresa, en Canadá es que esta todo mi imperio.

Barbara asintió, entró al ascensor y Ernesto entró con ella.

Ernesto—Te invito un trago, ¿Aceptas?.

Barbara lo pensó unos segundos y acepto, subieron al auto y condujeron hasta un bar.

Ernesto—Y cuéntame Barbara, ¿Tienes pareja, hijos?—Barbara se quedó observandolo—Disculpa no quiero parecer entrometido.

Barbara—No lo eres descuida, si tengo pareja y dos hijas hermosas.

Ernesto—Es un tipo muy afortunado déjame decirte.

Barbara—En este caso la afortunada soy yo.

Ernesto se quedo observando a Barbara, no quería que esa mujer se convirtiera en su obsesión, por que si eso pasaba, el sería capaz de destrozarle la vida.

Se quedaron un buen rato en el bar y cuando Barbara vio la hora ya era tarde y tenía varias llamadas de Eduardo, solo esperaba que eso no fuera un motivo de discusión entre ambos.

Barbara—Bueno Ernesto, ya es tarde, me tengo que ir.

Ernesto—Vamos te llevo.

Barbara acepto, en todo el camino iban conversando de muchos temas, ella se sentía cómoda con el, y el en lo único que pensaba era en tenerla debajo de él en su cama. Barbara era una mujer espectacular, inteligente, tenía un aura misteriosa, y eso estaba haciendo que algo dentro de él despertara.

Ernesto—Sana y salva, nos vemos mañana.

Barbara—Nos vemos y gracias.

Barbara bajo del auto y entró a su casa, todo estaba obscuro, subió las escaleras y pasó a la habitación de Julietta, la niña estaba completamente dormida, ella entró y le dio un beso en la mejilla. Pasó a su habitación y Eduardo estaba de pie en el ventanal, se giro y su rostro se lo dijo todo, estaba enojado.

Barbara—Hola mi amor, discúlpame la tardanza es que estaba tomando algo con el nuevo accionista de la empresa.

Eduardo solo asintio sin decir nada más, Barbara se acercó a él a darle un beso pero Eduardo no le correspondió.

Barbara—¿Estas enojado?.

Eduardo—¿Por qué habría de estarlo?, mi mujer sale con otro hombre, no me contesta las llamadas siquiera para avisarme que iba a llegar tarde, eres consiente de lo que te paso, y que todas las alarmas están encendidas por que no sabemos si alguien más puede hacerte daño.

Barbara—Discúlpame, solo se me olvido hacerlo.

Eduardo no dijo nada, se acostó y Barbara entró al baño para darse una ducha, al salir Eduardo ya tenía la luz apagada, ella de acostó en su lado sin decir nada. La iba a pasar mal esa noche, cuando no estaba entre los brazos de Eduardo la pasaba pésimo, se acercó a él un poco pero el se alejo más de ella, Barbara se hizo más a la orilla para no molestarlo y trato de quedarse dormida.

MEPS, el cambio de Barbara Greco. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora