Capítulo 35

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El día de la boda finalmente había llegado, después de varios meses de planeación, de espera y contratiempos por fin el día que tanto habían esperado llegó. Barbara estaba muy nerviosa, ese día se despertó super temprano, se encargo de sus cosas habituales para luego concentrarse en la boda. Ese día se había quedado en casa de sus padres, todos estaban allá excepto los hombres quienes se juntaron super temprano para coordinar lo que les tocaba. La decoración de la iglesia ya estaba lista y el lugar donde sería la fiesta por igual, todos estaban emocionados y bastante ocupados, Mariana con su bebé, Aurora con Santi y con su pequeña que también ya había nacido, y Julietta que también estaba en la continuación de sus terribles tres haciéndolo honor a sus dos añitos.

Barbara—Buenos días a todos.

Aurora—Buenos días mamá, ¿Que pasa?, estas muy pálida, ¿Estas bien?.

Barbara miró a Mariana y está le asíntio así que Barbara se sento a la mesa y decidió contarles.

Barbara—Pensé decirles esto otro día, pero alguien me dijo que no existe el momento perfecto, uno solo toma el momento y lo hace perfecto.

Cecilia—¿Que estas hablando?.

Barbara—Estoy embarazada.

Barbara sintio un que de una voz conocida que la dejo helada, pero se giro para poder ver a Eduardo completamente estático con los ojos llenos de lágrimas.

Barbara—Mi amor.

Eduardo—¿Estas embarazada?.

Barbara asintio feliz con lágrimas rodando por su mejilla, Eduardo la tomó en brazos y la levantó llenándola de besos.

Eduardo—Me haces el hombre más feliz del mundo, te amor mi amor.

Barbara—Yo te amo a ti mi vida.

Eduardo la dejo en el suelo y se arrodillo para besar su vientre y susurrarle unas palabras.

Barbara—¿Que haces aquí?.

Eduardo—Vine a verte y a darte el último beso antes de que seas mi esposa.

Barbara sonrió y cruzo sus brazos al rededor de su cuello para darle un beso.

Después de conversar un rato Eduardo se fue a su casa donde lo estaban esperando los demás, minutos después llegaron las chicas que las iban a arreglar. Barbara miró su vestido y le fue imposible que sus ojos no se llenaran de lágrimas. Ella no era como todas las demás mujeres que en algún momento de su vida sueñan con casarse, ella se caso con una persona que no amaba por obligación. Pero ahora viéndose frente al espejo vestida de blanco, y a punto de casarse con el amor de su vida entendió que la vida está llena de sorpresas y es como una montaña rusa, la bajadas no son para siempre, y las subidas es en donde te das cuenta lo maravillosa que es la vida. Los últimos años le han hecho entender que el destino es incierto, y el hecho de que un capítulo de tu vida se torno oscuro no quiere decir que esa oscuridad será para siempre. Pensó que pasaría el resto de su vida en la cárcel, que nunca más podría ver a su hija, pero Dios le dio una segunda oportunidad, y hoy está aquí, disfrutando de su Aurora, aprendiendo todos los días con Julietta, y amando desde ya al que empezó a crecer dentro de ella.

Cecilia—¿En que piensas hija?

Barbara—En la vida mamá, en todo lo que Dios me ha permitido tener, en ustedes, en mis hijos, en Eduardo, en todas las personas que son parte de mi vida y que la hacen feliz todos los días.

Cecilia y ella se dieron un abrazo, un abrazo que dijo más que mil palabras, un abrazo lleno de amor y agradecimiento, un abrazo que expreso todo el amor que sienten la una por la otra.

MEPS, el cambio de Barbara Greco. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora