Capitulo 14

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El sol iluminaba las antiguas paredes de Hogwarts a través de los grandes ventanales, el calor cómodo y agradable parecía el marco perfecto para el centro del escenario, como si de una pintura clásica de extrema belleza se tratase.

Sentado con su naturaleza delicada y ese aire divino y angelical, se encontraba un sonrojado pero tiernamente alegre Harry Potter, sus labios curveados en una suave sonrisa mientras saboreaba con un deleite efímero la tabla de chocolate que había llegado a sus manos por un desconocido.

Los colores cálidos, el aroma a desayuno, lo agradable del día; todo era un fondo que acompañaba perfectamente al joven, tarareando muy suavemente en su disfrute, su cabello de tinta enredado en la corona que normalmente poseía y sus verdes ojos brillando con emoción, era una imagen etérea y digna de ser adorada.

Y eso podían fácilmente ser notado por las chicas, quienes sentina un orgullo en el pecho que intentaban ocultar y pasar desapercibido; la carta había sido un éxito y la sorpresa reflejada en el rostro del pequeño ángel al recibirla solo provocó que las tres cazadoras reafirmaran su decisión con seguridad.

El plan había sido aprobado, y a cualquier duda, solo faltaba ver la burbujeante alegría que mostraban las resplandecientes esmeraldas que poseía el chico para saber lo feliz que había llegado a sentirse por tal inesperado suceso, para él, al menos.

Con suerte, su niño no llegaría a pensar que la carta era enviada por ellas, y, sobre todo, que era un plan para provocar celos a la comunidad estudiantil y crear un club de fans que le regalaran cosas por el resto de sus años escolares...

No, seguramente su pequeño no llegaría a esa conclusión demasiado alocada, según Katie, pues aunque era una buena idea con base y fundamente, es cierto que parecía ligeramente atrevido y hasta demente, pero era funcional y eso era todo lo que les bastaba.

Tomaron un segundo para alejar sus miradas de su hermoso sol, para ver como funcionaban las provocaciones en los estudiantes.

Viendo los resultados, no podían culparse si a una o dos de ellas se les escapo la sonrisa orgullosa y, ciertamente, algo traviesa y maligna.

Después de la conmoción por la llegada de la carta, algunas personas. incluso de diferentes casas, se acercaron a preguntarle a Harry lo sucedido, quienes no lo hicieron era fácilmente comprobable que tenían los oídos bien atentos a la respuesta.

Y aunque muchos fuero preguntar, casi hasta insistiendo groseramente, solo algunos de los que declararon que lo apoyaban y quienes Harry confiaba, se enteraron de todo lo ocurrido.

Claro que, como en cualquier otro lugar, en muy poco tiempo todos ya estaba enterados, y claro, eso llevo a la gente a especular y hablar de quien podría ser, junto a teorías y acusaciones que subieron de volumen rápidamente, incapaz de mantener el ruido bajo incluso por discreción.

Las conversaciones se amontonaron unas sobre otras, convirtiéndolas en un montón de ruido escandaloso y molesto que se dirigía varias veces al niño que vivió, palabras confusas, gritos, personas ignoradas que intentaban ser escuchadas o gente defendiéndose de las acusaciones, todo era un caos, y claro, sin profesores que lo controlaran, era muchísimo peor.

Harry miro molesto a su alrededor, esa mirada amenazante que usaba solamente cuando sentía verdadera ira, y con ella callando a varias personas; pero no había mucho que lograra hacer con las estruendosas conversaciones externas, y aun así se negaba firmemente a permanecer allí.

En medio del alboroto, negándose a aguantar más atención, y aun más implacable en aguantar tanto bullicio, se paró abruptamente y comenzó a caminar lejos, su destino la salida de la enorme sala, y como si ese fuera el interruptor, todo el sonido del gran comedor murió de golpe, dejando un eco sordo y extraño que llenaba el ambiente de un sabor algo amargo y molesto.

Buena esposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora