Harry Potter ah escuchado como sus inseparables amigos se burlan de el a escondidas, y roto, decide escapar terminando en la zona prohibida de los libros, en donde uno en particular llama su atención
tradiciones y costumbres, colores claros, pijamas...
El sol cálido de la tarde junto a las suaves y esponjosas nubes blancas había acompañados Harry y a las cazadoras en su descansó a las afueras del colegio, lejos de la gente en general, para su personal alivio.
Se acomodaron a orillas del gran bosque, sentados en una manta donde todos podían estar sin problema alguno, juntos y felices, comiendo mientras charlaban, sonriendo unos a otros en el refrescante ambiente.
Se escucharon risas mientras llevaban a sus bocas chocolate dulce y algunas fresas, fruta que, Harry había admitido, le encantaba.
Barras de sabores, los bombones de chocolates y las paletas que habían llegado a manos de Harry como recientes regalos, con un búho o una lechuza, incluso algunos con los platos vacíos de comida, y firmados por algún admirador secreto o estudiante de género desconocido que decía estar flechado por el joven Gryffindor.
Y claro, Harry, tan amable como siempre, tomaba los dulces y los guardaba, esperando para poder compartirlos en un picnic como en esa tarde, no podía devolverlos, así que todos quedaron comiendo dulces junto a frutas y caramelos mientras se relajaban y conversaban en paz.
En resumidas cuentas, un bello día normal.
Pero los días normales y casi normales siempre se reducen cuando un evento tan importante como el torneo de los tres magos tiene presencia
Su solo pronto suceso ya había afectado a muchos estudiantes, pero a nadie tanto como a Harry, él... no se sentía bien, llevaba ya varias noches donde no durmió las horas suficientes a pesar de sus esfuerzos, había una sensación ansiosa bajo su piel y su cabeza siempre lo empujaba hacia ese tema, sentía que algo importante iba a suceder, que el torneo traería cosas buenas... y malas también.
Sus pensamientos, nuevamente caóticos, analizaron cada palabra del discurso de Dumbledore sobre el torneo junto a todo lo que había escuchado, leído y enterado, eso no lo calmo, pensó en su horrible suerte, en como cada año algo salía mal.
No lograba estar tranquilo...
Tenía una sensación inquieta, sentía prevenir caos pero también cosas buenas, como si buenas y malas noticias futuras vinieran con ese torneo
Algo así como el acercamiento de una llovizna, supuso que era una buena comparación; una lluvia que podía tratar con cariño el suelo, dejar la tierra fresca y llena de vida, o al mismo tiempo ahogarla con inundaciones hasta asfixiarla y llevarla a la muerte...
Quería pensar en que seria bueno, ser positivo y aferrarse al futuro, pero ya había perdido tanto... ahora solo tenia a sus hermanos, no soportaría un golpe más.
Si, sentía que pronto iba a llover, y temía que tan fuerte seria el evento; un fuerte torrencial de agua, indestructible e imparable como voluntad de la naturaleza, vengativo y rebelde como lo describían en un libro que algún momento escucho.
Miro a Alicia llenar de chocolate la nariz de Angelina, temiendo inevitablemente perder todo eso, todo por una fuerte lluvia, una que lo afectaría a él y a quienes lo rodeaban, bañándolos y dándoles alivio, o... un terrible derrumbe.
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