Ya habían pasado varios días, arrastrados por un pequeño soplo del tiempo, en el que Harry cada vez se veía más feliz y relajado, un aire de seguridad abrazándolo como una fiel manta que comenzaba a ser común en él, mientras continuaba con sus clases.
Se sentía tranquilo a pesar de los intentos de sus antiguos amigos en dañar eso, maravillosamente no habían resultado, y él podía continuar con su nueva vida, adaptándose casi sin problema a su nueva situación.
En parte por qué Harry se encontraba luchando contra esa parte negativa de si mismo gracias a un libro que aconsejaba como cuidar su autoestima, y además de eso gracias a las cazadoras
Estas habían puesto todo su empeño, y era notable, en que ese desastre mental que había sucedido hace tiempo no ocurriera nunca más, aterradas por la pesadilla vivida esa tarde no tan lejana en la biblioteca, por lo que la felicidad de Harry siempre se encontraba asegurada.
—Hey, pequeño Harry— nombro Angelina con intención de que que Harry se alejara momentáneamente de su tarea de hechizos y volteara a verla con atención, como solía hacer con ellas.
Se encontraban los cuatros estando cómodamente organizados en la sala común, disfrutando de la calidez natural de la guarida del león; Alicia se encontraba escribiendo un pergamino sobre transfiguraciones mientras Katie y Angelina leían, ya con sus asignaciones terminadas exitosamente, y Harry se encontraba frente a una investigación de encantamientos.
Él, fiel a su promesa, había encontrado gran agrado al estudio y en la evidencia de su propio valor al obtener por su cuenta grandes notas, los halagos de los maestros le eran bastantes satisfactorios, algunos de ellos muy amables, y que Granger se molestara solo era un detalle que hacia todo más dulce; él estaba feliz de como iban las cosas.
—¿Si, An?—pregunto el niño con curiosidad, normalmente ninguna de ellas le interrumpía cuando hacía tareas, aunque en este caso estaba haciendo un trabajo extra, pero era lo mismo, ellas siempre esperaban a qué él terminara.
—Me he estado preguntando, ya que te gusta mucho el hacer de esos accesorios de flores, ¿Por que tu lechuza no tiene uno? — pregunto Angelina casualmente, mirando atentamente a Harry por el rabillo del ojo con diversión.
Las otras dos cazadoras, atentas a las palabras intercambiadas, también miraron a Harry con pequeñas sonrisas, 'ya era momento de comenzar el plan' se dijeron mentalmente, un plan que aseguraría la felicidad de Harry.
—Espera ¿Se le pueden poner cosas a las lechuzas?—pregunto Harry levantándose de golpe, haciendo reír silenciosamente a las chicas por su reacción, 'realmente adorable', pensaron, y no podía ser de ningún modo una mentira.
Oh bueno, no tan silenciosas, ya que Harry ahora las miraba ofendido por sus risas, que solo las hizo reír más, inevitablemente, haciendo que Harry volviera a hacer un puchero molesto.
Después del pequeño brazalete que le había creado a tierna Hiraeth, Harry había sido molestado "mínimamente" por sus "hermanas mayores" para conseguir de igual forma algunos de esos accesorios de flores hechos por él, no es que tuvieran envidia, o no tanta, si no que querían algo de su pequeño niño.
Era por este hecho que Harry tenía, además de su bellísima corona adornando sus mechones negros, la cual usaba casi todos los días, un brazalete hecho solo de enredaderas negras y hojas verdes oscuras y sencillas.
Aunque poco le quedaba de sencillas, pues Harry, sin preocuparse demasiado por eso, había arrancado unas hojas bonitas al azar y ya, pero los gemelos al ver el brazalete, antes de lanzar el hechizo de resistencia, lo encantaron sin que él pequeño supiera para que se pareciera a sus ojos, o en otras palabras, hermosas esmeraldas

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Buena esposa
FanfictionHarry Potter ah escuchado como sus inseparables amigos se burlan de el a escondidas, y roto, decide escapar terminando en la zona prohibida de los libros, en donde uno en particular llama su atención tradiciones y costumbres, colores claros, pijamas...