Buena esposa

Capitulo 24

El tiempo parecía romper sus propias reglas al arrastrarse aun más lento cuando estaba en la sala del hospital; como un tipo de burla o simple impulso cruel, no podía entenderlo del todo, tampoco creía que pudiera hacerlo.

Siempre que se mantenía allí, obligado a estar en la gran y limpia sala, llegaba a sentirse como si esa habitación blanca hicieran pasar las horas el doble de lento, dando la ilusión de extenderse a días, y cuando se ya se encontraba cansado de esperar, revelaba el reloj que solo habían pasado minutos.

Y aunque esto le desesperaba un poco, en su interior estaba más tranquilo con la idea que sus muchas veces anteriores en ese lugar; eso es lo que había estado buscando, no recordaba exactamente porque, pero se había sentido demasiado abrumando por un momento, algo había alterado su magia y se  había agotado por eso.

La señora Pomfrey se lo había explicado bien, y tenia demasiado sentido; supuso que debió de haberlo esperado y tener más cuidado, pero no volvería a cometer tal desliz de nuevo, así que no pensaría demás en la situación.

Era sencillo en realidad, como mucha de su magia estaba en busca de sanar su cuerpo, un susto y un poco de magia accidental había sido suficiente para desmayarlo, así es como lo habían encontrado las chicas, no tardando en llevarlo en la enfermería para que se pudiera recuperar.

Al final no era tan malo, ahora estaba descansando, y, sin falta, cada año pasaba mucho tiempo en el ala de hospital, por lo que no era nada nuevo, y al menos así podía esperar al que el incesante ruido por el torneo se extinguiera un poco, por lo menos a un nivel soportable para él.

Era mucho soñar, pero esperaba una clase que no lo dejara con dolor de cabeza, y no solo por sus ruidosos compañeros, se refería más a dos desagradables presencias en realidad, no podía culpar a los Gryffindors por ser ellos mismos.

Y hablando de estos, que Granger y Ronald tuvieran prohibido ir a la su cama a visitarlo era un alivio extra, sobre todo por que ellos lo habían intentado, y sus hermanos ni siquiera tuvieron que defenderlo, la enfermera, que se encontraba lo suficientemente enterada de su situación como para matarlo de vergüenza, los había hechizado.

Solo él lo había notado, el discreto movimiento de su varita en su espalada, que en ese momento podía ver perfectamente, con intención y éxito en maldecirlos de manera oculta con un fuerte dolor de estomago que se les pasaría en un rato.

Y cuando le reclamaron por un repentino dolor, esta se negó a atenderlos por intentar molestar a unos de sus pacientes, acusándolos, aunque ella sabia lo contrario, de mentir, y por ello incluso dándoles una detención.

Había sido un agradable y muy divertido escenario, un honor verlo, aunque había caído cansado segundos después, pero al menos logro contarle a sus hermanos y todos ellos se habían reído.

Sobraba decir que nadie delato a la mujer, y que en cambio, recibió un misterioso regalo de agradecimiento, pero nadie debía de saber eso.

Era un alivio para él volver a oírlos reír, desde el accidente ellos estaban muy preocupados, incluso Fleur y Cedric, quienes no consideraba tan cercanos, le visitaban, preocupados por él, y Viktor Krum, aunque no le hablaba mucho, había sido su compañía durante un rato, fue agradable.

Pero él ya deseaba salir, y esta vez para hacerles felices a ellos, no por su propio estrés al estar encerrado allí, si no para demostrarles que no estaba tan cansado, que no necesitaban preocuparse más.

No era débil, como los había escuchado murmurar mientras estaba demasiado agotado para estar despierto pero con demasiada energía cerebral para dormir.

Él no era frágil como una flor, era frágil como una bomba muggle, era peligroso, simplemente no explotaba sobre todos, pero no se derrumbaría sin dar pelea.