El creciente ruido en sus oídos y los familiares y ya conocidos pasillos evidenciaron rápidamente su cercanía al gran comedor, sin embargo, no tenia ninguna razón para apresurarse, por lo que decidió tomar su tiempo para llegar al desayuno.
Esta vez se encontraba solo, era un hermoso sábado, y por ello sus hermanos habían decidido dormir un rato más, las chicas, en cambio, se habían acostumbrado a que él las despertara o encontrarse en la sala común, sin embargo, él había salido un poco antes para esquivar eso.
Era un poco extraño, pero igualmente conocido para él, vagar por los pasillos en privado y en silenció, sin un eco en sus pisadas o alguna otra presencia que caminara a su par.
Su corazón estaba herido, pero no quería sentir mas dolor; que estuviera acostumbrado al sentimiento solo lo hizo fácil de callar, su negativa por escuchar lo había vuelto sordo, por lo que no sentía más que la calma de siempre por hacer el mismo camino tan temprano esa mañana, por ahora, solo disfrutaría.
Por esa misma razón no quería entrar, incluso con las pocas personas madrugadoras, aun le era incomodo sentarse sin nadie a su lado, le recordaba algunos momentos grises, tanta compañía lo había mal acostumbrado.
Sin embargo, si no quería compartir su desayuno con multitudes, era mejor no retrasarlo más, se enojo con su buen razonamiento unos segundos, antes de aceptar la realidad y dejar de dar pasos lentos y aburridos a propósito.
Al llegar se encontró con un salón casi vacío, pocos estudiantes que no reconocía del todo y solo dos maestros, nadie llamativo excepto sorpresivamente por Viktor, quien dejo la conversación con sus compañeros antes de levantarse y dirigirse a él con una suave sonrisa amistosa apenas verlo.
Harry, en silencio, en forma de una pequeña voz en su pensamiento que a penas tenia fuerza, agradeció a su estrella de la suerte por no abandonarlo, por tener un poco de misericordia cuando se sentía desolado por la falta de quienes tanto amaba; Viktor siempre era alguien llamativo, y sabia que compartir el desayuno solo con él era lo único que necesitaba por ahora.
-No pensé que te levantaras tan temprano- comenzó Harry en forma de saludo mientras ambos caminaban a la mesa de los leones, un paso tranquilo y suave que acompañaba perfectamente al resto de silencio que poseía el salón.
-Es bueno saludar y mantenerme al día con mis compañeros, sin embargo, prefiero desayunar contigo, y los otros- informo Viktor, parando unos segundos y mirando a su alrededor antes de continuar -Por cierto ¿Puedo saber en donde están las chicas?- pregunto mientras tomaban asiento y comenzaban a elegir que comer.
-Se encuentran descansando, ya que más tarde jugaran quidditch para no perder la practica- explico Harry fácilmente, como eso ya lo habían planeado, no había ninguna necesidad de mentir -¿Te gustaría unirte?- ofreció con una suave sonrisa, fingiendo que todo era exactamente igual, siempre era mucho mas fácil mentir, además, quería ver a Viktor jugar.
-En realidad, prefiero no jugar hasta que estés bien de salud, mi plan es una competición entre buscadores, me he quedado con la expectativa y no me molesta esperar un poco más- indico Viktor con una pequeña sonrisa sincera y deslumbrante que dejo a Harry halagado, meditando en sus palabras.
Acomodándose las gafas, asintió, de acuerdo con lo dicho -Gracias por la idea, jugar con alguien profesional será toda una experiencia- animo Harry, sonriendo más brillante al notar una porción de fresas con miel en su plato, pensó que eso solo lo hacían sus hermanos.
-Podemos incluir a Cedric más adelante- ofreció el extranjero mientras le pasaba a Harry un poco más de jugo de calabaza.
-Estoy seguro que será entretenido- acepto Harry, preguntándose que nuevas técnicas podría aprender y cuanto se divertiría -Sin embargo, aun falta tiempo para eso- agrego pensativo, consiente de su estado de salud, aun no le habían dado una fecha propuesta para cuando ya estuviera bien, por lo que no estaba muy seguro de poder tener ese partido antes de que acabara el año escolar.

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Buena esposa
FanfictionHarry Potter ah escuchado como sus inseparables amigos se burlan de el a escondidas, y roto, decide escapar terminando en la zona prohibida de los libros, en donde uno en particular llama su atención tradiciones y costumbres, colores claros, pijamas...