Soplo, con labios temblorosos, la superficie liquida de la taza que tenia en sus manos, un reflejo de sus ojos trastornados, aun con secuelas de lo que había tenido que observar a su gran pesar.
Dragones, y ahora seguramente seres en sus pesadillas, era lo que lo tenia en ese estado; había visto a sus amigos enfrentarse a tres madres dragones, mientras todos celebraban, se animaban y apostaban, sin reconocer realmente el peligro de muerte que ellos tuvieron que pasar.
No era su culpa estar en un estado casi catatónico, ignorando el dulce aroma de la tasa, que en otro momento hubiera amado, a cambio de encontrar un poco de calma en tanto caos, su mente aun gritando alarmada y llena de terror por los sucesos anteriores.
Ellos pudieron haber muerto, y como un morboso observador más, él había estado allí, como si quisiera otra prueba, otro torneo, otro peligro para los que, en busca de probarse, terminaran en enredos letales que podrían salirles realmente caros.
Quería ponerse a llorar.
Aun más cuando el humo, como si reconociera sus miedos y pesadillas, o solo su cerebro repasando demasiado las reptilianas figuras, tomo a sus ojos una forma que particularmente parecía al dragón con el que Fleur había tenido que enfrentarse.
No sabia como lograría apoyar a sus amigos en las próximas pruebas si la primera, y supuestamente más sencilla, lo dejaba en un estado así.
Tomando aire, intento fortalecer su oclumancia, la razón por la que no estaba llorando o en un tipo de ataque de pánico, y decidió desviar su cabeza en las pocas heridas que ellos tenían, gracias a todo el esfuerzo por el que habían pasado, y al menos eso había resultado bien.
Ciertamente él había sido el más lastimado, y no se refería mentalmente; las celebraciones habían provocado un golpe bastante fuerte en la cabeza cuando algunas personas realmente entusiastas olvidaron que estaban en las gradas y comenzaron a saltar y alzar sus manos como si hubiera ocurrido el hecho del siglo.
Al menos así Madame Pomfrey no tenia motivo alguno de prohibirle visitar a sus amigos, y ayudarlos a tranquilizarse tanto como ellos hicieron lo mismo por él.
Por mayores y fuertes que fueran, estuvieron cara a cara con criaturas de gran peligro y definitivamente mortales, no fue un paseo por el campo con una infortunada lluvia; había fuego, pánico, gritos y magia y no cualquier persona podía pasar por ello.
Si incluso los más entrenado podían perder su vida frente a las formidables bestias ¿Dónde habían quedado sus posibilidades? Él sinceramente estaba agotado con solo verlo, sus amigos no tenían razón o forma alguna de encontrarse en un mejor estado que él.
Y él sabia sobre encontrar a la muerte cara a cara. No se lo deseaba a nadie, menos a ellos, y por eso mismo se había obligado a permitirse tal desliz y abrazarlos fuertemente, aun con cuidado por posibles moretones o heridas no visibles, y agradecerles por escuchar el plan y vivir, soltando una que otra lagrima en el proceso.
De allí que había terminado tomando algo de té, aun con manos temblorosas y algo de miedo; Viktor se lo había entregado al ser una bebida no magia pero calmante, que le ayudaría a relajarse un poco y pensar mejor.
A reconocer que, por ahora, ellos estaban a salvo.
Que la bebida ayudara a cuidar la piel, con la ansiedad y otros beneficios solo era una razón más para beber, pues a pesar del momento, lo comenzaba a disfrutar; era realmente funcional, y ciertamente se sentía más tranquilo conforme que tomaba pequeños tragos.
Y no era malo en absoluto que las chicas lo tomaran por el visto bueno, reconociendo la reducción del estrés y ataques de pánicos como otros beneficios, y que la enfermera murmurara sobre lo saludable que era y lo mucho que le podría ayudar.
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Buena esposa
FanficHarry Potter ah escuchado como sus inseparables amigos se burlan de el a escondidas, y roto, decide escapar terminando en la zona prohibida de los libros, en donde uno en particular llama su atención tradiciones y costumbres, colores claros, pijamas...