Soltó un leve suspiro exasperado mientras dejaba otra carta encima de su pequeña mesa de noche, pareciendo casi enterrarse y perderse bajo la gran cantidad de sobres de un cálido color blanco.
Desde que decidió permitir un poco de distancia con las chicas por su propio bien y el de ellas, había pedido que sus cartas fueran recibidas en su habitación, para que así ellas no debieran revisar y comentar sobre la cantidad y palabras, como solían hacerlo antes de que él las detuviera.
No es que lo despreciara o le molestara de ningún modo; le fascina cómo cuidaban de él, lo hacía sentir apreciado y siempre terminaba riendo suavemente por algún comentario de ellas, sin embargo, después de aquella noche, se sentía incómodo que todo fuera como siempre, y temía un desliz, un pequeño descuido, o afectara demasiado.
Su corazón, incluso saludable y latiendo normalmente, excepto curiosamente en algunos momentos selectos con Viktor, seguía siendo débil, resquebrajado y sensible, como si aún sanara de un incendio, directamente en el fuego, o hubiera sido tan descuidado anteriormente que aun no podía generar una capa protectora contra quienes dejaba entrar tan profundamente como ellas.
Una vez más, despertaba llorando algunas noches, y temía encontrarse con sus rostros al caminar en algún pasillo recurrente, nunca pensó que lo sufriría con ellas, y tampoco quería profundizar más en ello, así que tomo valor, suspiro fuertemente, y se acomodo en su cama, listo para leer sus cartas.
Solo era necesario un pequeño movimiento para desbloquear con ligereza los sobres, en los libros de "Comportamientos casuales adecuados para buenas damas" se había aclarado con detalle incluso la inclinación de la muñeca para parecer educadamente interesado en el momento en que un abriera un envió, no es que fuera algo muy útil o de gran importancia, pero él lo había dominado fácilmente en una tarde o menos, así que no había perdido demasiado tiempo.
Y así pasó la tarde, abriendo sobres con gracia educada antes de recibir masivas con diferente letras, diferentes personalidades y actitudes, que lo alaban con sin fin de palabras, algunos más osados, y otros más tímidos, había cariño, admiración y otras emociones más fuertes que no se molestó demasiado en registrar.
Lo más destacado que sucedió mientras pasaban las hora fueron las pequeñas decoraciones que venían de algunos sobres, diminuta joyería que podía usar para personalizar sus lentes, muchas personas lo elogiaban por ello, y nombraban lo hermoso que ahora se veía con un cristal que lo favorece y resaltaba su naturalidad.
No se miente a sí mismo, estaba ilusionado, más que las palabras, en realidad, sobre la idea de verse aun mas bonito y único todos los días, gracias a pequeñas decoraciones que ahora podía poner en sus lentes.
Prueba los diferentes modelos recibidos, y piensa en qué prendas de ropa tiene o ha visto en revistas y periódicos que combinan perfectamente con los accesorios, esto mismo le hace meditar sobre si debería ponerse el mismo aretes, y decide pensar en eso en un momento posterior.
Termina de leer las cartas, cuando recuerda que era lo que estaba haciendo antes de mirar los pequeños regalos, y como ya era tradición que nadie las nombrara o marcará, separa las más bonitas para guardarlas y desaparece las demás con un simple movimiento de su varita, sabiendo que no podría regresar ninguna respuesta, así sea para hechizar dócilmente a quien le había recomendado unos ceñidos pantalones de cuero para poder verle mejor.
No interesándole el tema por demasiado tiempo, ni perdiéndose en maquinar situaciones que por el momento estaban fuera de sus manos, se estiró suavemente en su cama antes de tomar una pluma y un par de hojas, dibujando varios bocetos de sus mismos lentes para comenzar.

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Buena esposa
FanfictionHarry Potter ah escuchado como sus inseparables amigos se burlan de el a escondidas, y roto, decide escapar terminando en la zona prohibida de los libros, en donde uno en particular llama su atención tradiciones y costumbres, colores claros, pijamas...