Capítulo 26.

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Despertaron al día siguiente con un sol intenso y una brisa ligera y refrescante.

—¡Perfectas condiciones para jugar al quidditch! —dijo Wood emocionado a los de la mesa de Gryffindor, llevando los platos con los huevos revueltos—. ¡__, levanta el ánimo, necesitas un buen desayuno!

La joven sonrió ante la euforia de Oliver, y se sirvió un trozo de tarta.
Y pronto abandonó el Gran Comedor para ir a recoger su equipo de quidditch.

A las once en punto, los equipos saltaron al campo de juego en medio del clamor del público.

Oliver Wood despegó para hacer un vuelo de calentamiento alrededor de los postes, y la señora Hooch sacó las bolas.

Los de Hufflepuff, que jugaban de color amarillo, se habían reunido para repasar la táctica en el último minuto.

__ acababa de montarse en la escoba cuando la profesora McGonagall llegó corriendo al campo, llevando consigo un megáfono de color púrpura.

—El partido acaba de ser suspendido —gritó por el megáfono la profesora, dirigiéndose al estadio abarrotado.

Hubo gritos y silbidos. Oliver Wood, con aspecto desolado, aterrizó y fue corriendo a donde estaba la profesora McGonagall sin desmontar de la escoba.

—¡Pero profesora! —gritó—. Tenemos que jugar... la Copa... Gryffindor...

La profesora McGonagall no le hizo caso y continuó gritando por el megáfono:

—Todos los estudiantes tienen que volver a sus respectivas salas comunes, donde les informarán los jefes de sus casas. ¡Ir lo más deprisa que puedan, por favor!

Luego bajó el megáfono e hizo una seña a Harry para que se acercara.

—Potter, creo que será mejor que vengas conmigo. Sí, quizá sea mejor que tú también vengas, Weasley.

Algunos de los estudiantes que había a su alrededor rezongaban por la suspensión del partido y otros parecían preocupados.

—Será una próxima vez, Wood.

__ golpeó su hombro amistosamente y él nego con la cabeza mordiendo su labio inferior, con notable resignación.

Percy bajo de las gradas y se acercó a __, ambos se aseguraron de que todos los estudiantes de Gryffindor se encontraran en su sala común, y al estar seguros de que nadie faltaba se incluyeron a esta, donde la profesora McGonagall se encontraba callando a los estudiantes.

—Todos los alumnos estarán de vuelta en sus respectivas salas comunes a las seis en punto de la tarde. Ningún alumno podrá dejar los dormitorios después de esa hora.
Un profesor los acompañará siempre al aula. Ningún alumno podrá entrar en los servicios sin ir acompañado por un profesor. Se posponen todos los partidos y entrenamientos de quidditch. No habrá más actividades extraescolares.

Los alumnos de Gryffindor, que abarrotaban la sala común, escuchaban en silencio a la profesora McGonagall, quien al final enrolló el pergamino que había estado leyendo y dijo con la voz entrecortada por la impresión:

—No necesito añadir que rara vez me he sentido tan consternada. Es probable que se cierre el colegio si no se captura al agresor. Si alguno de ustedes sabe de alguien que pueda tener una pista, le ruego que lo diga.

La profesora salió por el agujero del retrato con cierta torpeza, e inmediatamente los alumnos de Gryffindor rompieron el silencio.

—Han caído dos de Gryffindor, sin contar al fantasma, que también es de Gryffindor, uno de Ravenclaw y otro de Hufflepuff —dijo Lee Jordan contando con los dedos.— ¿No se ha dado cuenta ningún profesor de que los de Slytherin parecen estar a salvo? ¿No es evidente que todo esto proviene de Slytherin? El heredero de Slytherin, el monstruo de Slytherin... ¿Por qué no expulsan a todos los de Slytherin? —preguntó con fiereza.

Hubo alumnos que asintieron y se oyeron algunos aplausos aislados.
Percy Weasley estaba sentado en una silla, detrás de Lee, pero por una vez no parecía interesado en exponer sus puntos de vista. Estaba pálido y parecía ausente.

—Percy está asustado —dijo George en voz baja—. Esa chica de Ravenclaw..., Penélope Clearwater, es prefecta. Supongo que Percy creía que el monstruo no se atrevería a atacar a un prefecto.

—Ninguno de nosotros lo esperaba, incluso yo estoy asustada— dijo __ al pelirrojo—. Quizás tú deberías estarlo también.

Percy miró a ambos jóvenes hablar y relajo su cuerpo estirándose, luego de un rato todos los jóvenes siguieron con sus actividades como lo harían normalmente.

Al anochecer, el recorrido por los corredores oscuros del castillo no fue en absoluto agradable para Percy ni para __.

Aún cuando todo el colegio estaba tan lleno de gente: profesores, prefectos y fantasmas circulando por los corredores en parejas, buscando cualquier detalle sospechoso.

—Percy...

—¿Si, cariño?

—¿Alguna vez te había dado miedo caminar por estos pasillos antes?

—¿Tienes miedo?— el pelirrojo se detuvo parándose frente a ella—. Estamos juntos y hay profesores cerca, no nos pasará nada.

—Lo sé, es solo qué, no me gusta este ambiente que hay. Y tengo entendido que Hermione es una de las atacadas.

—Estarán bien, __. Sólo hay que esperar.

__ asintió dándole la razón, y siguieron caminando por los pasillos, Percy a pesar de verse valiente a simple vista, tenía su mano aferrada a su varita repasando cientos de hechizos en su mente en caso de un ataque, y al aparecer Severus Snape de manera repentina a la vuelta de una esquina, Percy le apuntó con la varita, y puso una mano frente a su novia en un intento de protección.

—Quita...esa cosa...de mi rostro, ahora.

Percy bajo la varita tragando saliva, __ reprimió una sonrisa burlesca y su padre mantuvo la expresión seria y el ceño fruncido.

—Lo siento, señor.

—Veo que están alerta— dijo el profesor Lockhart asomándose desde el hombro de Snape, era su acompañante—. Eso está muy bien, chicos, sigan así. ¿Desde cuándo son novios ustedes?

—Pueden ir a su sala común— dijo Severus al parecer ya cansado del profesor Lockhart—. Nos encargaremos los profesores desde ahora.

Percy asintió, y __ siguió los pasos del pelirrojo luego de despedirse con la mano de ambos profesores.

—¡Señor Weasley!— ambos jóvenes se giraron sobre sus talones para acudir al llamado del profesor de Slytherin—. Estoy seguro que mi hija puede defenderse sola... Sin embargo, te agradezco tus esfuerzos.

El hombre se retiró casi asqueado por las palabras que acababa de pronunciar, su hija sonrió ampliamente y el joven parecía aún más confundido de lo habitual.

—¿Eso es bueno o debo preocuparme?

—Quizá se le pegó lo empalagoso de Lockhart, vámonos antes de que McGonagall nos encuentre y nos regañe por seguir aquí.

Prefecto Perfecto.- Percy Weasley y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora