Capitulo 32.

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—¿Cómo crees que sea el nuevo profesor?

—Creo que ya tuvimos demasiados— dijo en respuesta la joven—, suerte que será nuestro último.

Cuando ambos pasaron cerca de Harry, Ron y Hermione, lo primero que vieron fue a Draco Malfoy, que entretenía a un grupo de gente de Slytherin con una historia muy divertida. Al pasar por su lado, Malfoy hizo una parodia de desmayo, coreado por una carcajada general.

—No le hagas caso —le dijo Hermione, que iba detrás de Harry—. Tú, ni el menor caso. No merece la pena...

—¡Eh, Potter! —gritó Pansy Parkinson, una chica de Slytherin que tenía la cara como un dogo—. ¡Potter! ¡Que vienen los dementores, Potter! ¡Uuuuuuuuuh!

___ frunció los ojos sin entender pero Percy le resto cualquier importancia y seguía caminando. __ se dejó caer sobre un asiento de la mesa de Gryffindor, junto a George.

—Los nuevos horarios de septimo —anunció George, pasándolos—. ¿Qué te ocurre __?

—Malfoy —contestó ella, sentándose derecha y echando una mirada a la mesa de Slytherin.

George alzó la vista y vio que en aquel momento Malfoy volvía a repetir su pantomima.

—Ese imbécil —dijo sin alterarse— no estaba tan gallito ayer por la noche, cuando los dementores se acercaron a la parte del tren en que estábamos. Vino corriendo a nuestro compartimento, ¿verdad, Fred?

—Casi se moja encima —dijo Fred, mirando con desprecio a Malfoy.

—Yo tampoco estaba muy contento —reconoció George—. Son horribles esos dementores...

—Se le hiela a uno la sangre, ¿verdad? —dijo Fred.

—¿Que dementores?— pregunto finalmente Percy.

—Los del tren— dijo Fred con obviedad, __ miró a Percy buscando aún más respuestas—, es imposible no haberlos visto. ¿Dónde estaban, es que esas cosas no fueron al compartimento de los prefectos?

—Da igual, ¿que ocurrió contigo, Potter?

—Me desmaye —dijo Harry en voz baja.

—No le des más vueltas, Harry —dijo George—. Mi padre tuvo que ir una vez a Azkaban, ¿verdad, Ron?, y dijo que era el lugar más horrible en que había estado.
Regresó débil y tembloroso... Los dementores absorben la alegría del lugar en que están. La mayoría de los presos se vuelven locos allí.

—De cualquier modo, veremos lo contento que se pone Malfoy después del primer partido de quidditch —dijo Fred—. Gryffindor contra Slytherin, primer partido de la temporada.

—¿Seguro estás bien, Harry?— pregunto __, el menor asintió—. Bien, Wood te querrá con fuerzas.

En ese momento entró Hagrid en el Gran Comedor. Llevaba puesto su abrigo largo de ratina y de una de sus enormes manos colgaba un turón muerto, que se balanceaba.

—¿Va todo bien? —dijo con entusiasmo, deteniéndose camino de la mesa de los profesores—. ¡Estas en mi primera clase! ¡Inmediatamente después del almuerzo!— le dijo al ver el horario de Percy sobre la mesa—. Me he levantado a las cinco para prepararlo todo. Espero que esté bien... Yo, profesor..., francamente...

Les dirigió una amplia sonrisa y se fue hacia la mesa de los profesores, balanceando el turón.

—Me pregunto qué habrá preparado —dijo Ron con curiosidad.

El Gran Comedor se vaciaba a medida que la gente se marchaba a la primera clase.

—Lo mejor será que vayamos ya— dijo Percy— tenemos adivinación, vamos a tardar en llegar.

—Si, está bien.

Terminaron aprisa el desayuno, se despidieron de Fred y de George, y volvieron a atravesar el Gran Comedor.

—Una vez Trelawney me dijo que mi vida se vería afectada por grandes sucesos— dijo Percy subiendo las escaleras—. Sigo esperando.

—A todos les dice lo mismo, Perce, no esperes mucho.

—¿Que te ha dicho a ti?

—Lo típico— dijo la joven tomando aire en el último escalón—, que tendré pérdidas, más que cualquiera, imagino que no habla de Quidditch.

—¡Oh no, no hablo de Quidditch, por supuesto que no hablo de Quidditch!— dijo Trelawney asomándose por la puerta, toda la clase se giró a observar—. Entren chicos, pasen, pasen.

Ambos entraron casi arrastrados por la profesora, pero fue __ quien terminó parada delante de toda la clase sin saber que hacer, Percy permaneció de pie, desconcertado.

—Hola— dijo __ con sarcasmo hacía sus compañeros, ellos sonrieron con cierta burla—, ¿Debo presentarme o algo?

—No querida, clase, quiero que la observen, no que la miren, observen, ¿Que ven en ella?

—Belleza— dijo Oliver sin pensar antes de hablar, pronto abrió los ojos más de lo habitual y se giró a ver a Percy, el pelirrojo solo chasqueo la lengua disgustado—, quise decir...fuerza, si, es una chica fuerte.

—Observar, Oliver, observar— dijo la profesora—, por ejemplo yo veo, rencor.

—Yo veo arrepentimiento— dijo Percy aún en su posición—, por haber asistido a esta clase.

El pelirrojo retrocedió mirando a Oliver Wood por la espalda y luego comenzó a bajar las escaleras.

—Veo molestia, vaya último primer día— dijo la joven antes de seguir a su novio—. Oye, podrías esperarme, sabes? Caminar más lento.

Percy se detuvo a mitad de la escalera, ella siguió avanzando pero antes de alcanzarlo vio como él le dió un golpe a la pared para desquitar su rabia.

—Okey— dijo ella al llegar a su lado—, ¿Ya terminaste de hacer tus cosas cavernícolas?— Percy no respondió, solo miro su propia mano que había quedado de un rojizo intenso—, combina con tu cabello.

—Estoy bien.

—Si, claro. Siempre estás bien.

—No sabes lo mucho que lo odio.

—La pared no tiene la culpa— Percy ladeo la cabeza y sonrió—. Oh no, no, ni siquiera lo pienses, no golpearas a Wood.

—¿Por qué no?

—Porque yo lo digo.

—No me gusta esa respuesta.

—A ti nada te gusta, Percy.

—Me gustas tú.

—A mi también me gustas, cuando no golpeas cosas.

—Ustedes deberían estar en clase— dijo Dumbledore por detrás de ellos, ambos se voltearon asustados—. ¿Problemas?

—Unos cuántos— dijo Percy.

—¿Puedo ayudarlos?

—No me gusta esta clase— dijo la joven—, a él tampoco. Tampoco nos gusta Oliver Wood, ese es el problema principal.

-—Crei que les agradaba— dijo Dumbledore entregándoles caramelos de limón—. Son mis favoritos. Cómo decía, Oliver comparte habitación con usted señor Weasley, y con usted, son amigos.

—Si, él me agrada y somos amigos, pero no me gusta, y a Percy no le agrada.

—Oh ya entiendo, pero a Oliver si le gustas—__ asintió rápidamente—, creo que es una buena razón para que cambies de compañero de habitación, Percy.

—Me encargaré de eso, gracias profesor.

Dumbledore asintió y se retiró, el pelirrojo miró a su novia con el caramelo aún en la mano, ella levantó los hombros restando importancia y se comió el dulce antes de caminar a su sala común.

Prefecto Perfecto.- Percy Weasley y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora