Capitulo 35.

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Neville había caído en desgracia. La profesora McGonagall estaba tan furiosa con él que le había suprimido las futuras visitas a Hogsmeade, le había impuesto un castigo y había prohibido a los demás que le dieran la contraseña para entrar en la torre. El pobre Neville se veía obligado a esperar cada noche la llegada de alguien con quien entrar, mientras los troles de seguridad lo miraban burlona y desagradablemente. Ninguno de aquellos castigos, sin embargo, era ni sombra del que su abuela le reservaba; dos días después de la intrusión de Black, envió a Neville lo peor que un alumno de Hogwarts podía recibir durante el desayuno: un vociferador.

Las lechuzas del colegio entraron como flechas en el Gran Comedor, llevando el correo como de costumbre, y Neville se atragantó cuando una enorme lechuza aterrizó ante él, con un sobre rojo en el pico.

—¡Cógelo y vete, Neville! —le aconsejó Ron.

Neville no necesitó oírlo dos veces. Cogió el sobre y, sujetándolo como si se tratara de una bomba, salió del Gran Comedor corriendo, mientras la mesa de Slytherin, al verlo, estallaba en carcajadas.

—¿¡Que no tienen nada mejor que hacer!?— grito __ desde la mesa de prefectos hacía los Slytherin—. Metanse en sus asuntos, idiotas.

Pero su osadia paso por alto cuando oyeron el vociferador en el vestíbulo. La voz de la abuela de Neville, amplificada cien veces por medio de la magia, gritaba a Neville que había llevado la vergüenza a la familia.

—Pobre chico— dijo Percy mientras le ponía miel a sus waffles—, el otro día me dijo que estuvo esperando cuarenta y cinco minutos fuera de la sala común hasta que aparecí yo para dar la contraseña.

—¿Nadie paso por allí en cuarenta y cinco minutos?

—Según me contó, los alumnos llegaban y se daban la vuelta solo para no ayudarlo.

La joven miró a su novio sin dar crédito a la situación, ¿Tan molestos se habían vuelto los chicos en Hogwarts?

—Esa es la clase de gente que no debería ir a Hogsmeade hoy, no Neville.

—Bueno, hay que decirlo, no fue del todo sensata su decisión de anotar las contraseñas en un papelito.

La profesora McGonagall se acercó a la mesa de Gryffindor para guiarlos fuera y emprender viaje a Hogsmeade, Percy acompaño a __ y los gemelos a visitar la tienda de Zonko, que estaba tan llena de estudiantes de Hogwarts que resultaba casi imposible no pisar a nadie. Había artículos de broma para satisfacer hasta los sueños más descabellados de aquellos tres jóvenes.

—Sigo sin entender como llegaste a ser perfecta— dijo Percy en el oido de su novia para que se escuchará entre la multitud—, sus planes llegan a ser incluso perversos.

—No lo entenderías, Perce.

Salieron de Zonko con los monederos bastante más vacíos que cuando entraron, pero con los bolsillos abarrotados de bombas fétidas, dulces de hipotós, jabón de huevos de rana y una taza que mordía la nariz.

El día era agradable, los gemelos se fueron a intentar ingresar en la Casa de los Gritos, había un poco de brisa, y a ninguno de los dos le apetecía meterse dentro de ningún sitio, así que siguieron caminando.

—¿Sabes? Estaba pensando en el futuro, no me mires así— se quejo Percy ante la sorpresa de la joven—. Solo creo que me gustaría trabajar en el Ministerio.

—¿En serio?— Percy asintió—. Si es lo que quieres...

—¿Que te gustaría ser a ti? No nos queda mucho más tiempo en Hogwarts.

—No he pensado en eso.

—Seguro tendrás muchas opciones.

—¿A qué te refieres?

—Estas por salir con honores, Premio Anual, Prefecta, y para colmo, eres la hija Gryffindor de Severus Snape, tienes la vida casi tan asegurada como yo.

—Soy mejor que tú.

—Claro que no— Percy sonrió pasando su brazo por los hombros de la chica—. No sé, solo espero ser feliz a tu lado, __.

—Eso es lo único que me importa.

La joven se paró de puntillas para alcanzar los labios del pelirrojo que se unieron a los suyos casi con magnetismo.

—5 puntos menos para Gryffindor, sepárate de mi hija, Weasley.

Percy aún con los ojos cerrados tiro la cabeza hacia atrás sin sacar sus manos de la cintura baja de la chica.

—Creí que ya no iba a suceder eso.

—Y yo creí que mi padre no venía a Hogsmeade.

Él solo se limitó a tomar la mano de su novia y a seguir la aglomeración de gente que se disponía a volver a Hogwarts.

Prefecto Perfecto.- Percy Weasley y Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora