Capítulo 3: Elfos oscuros.

34 3 0
                                    

La noche continuó y luego de unas horas, Kino finalmente despertó y notó que estaba parado, atado de manos y pies a un tronco de madera en la tierra.

["¿Dónde? ¿Dónde estoy?"]

Confundido, observó que estaba rodeado de paredes rocosas inmensas, las cuales tenían antorchas por todos lados para iluminar el lugar. No muy lejos de ahí, vio a varias personas de espalda, teniendo alguna clase de reunión, mientras uno de ellos hablaba elocuentemente sobre unas cajas de madera.

["Esos son..."]

Kino reconoció inmediatamente la figura de aquellas criaturas que había visto en libros y videojuegos. Eran elfos... o al menos eso parecían. La mayoría tenía la piel de un color gris rosáceo, cabello blanco con un pequeño mechón color rojo al costado y orejas puntiagudas. Los demás parecían ser "humanos" como él.

Humanos como yo ¿eh?

Cuando esto pasó por su cabeza, no pudo evitar deprimirse al recordar que quizás ya no pertenecía a ese grupo.

[Así es. Elfos oscuros.]

["¡Ah!"]

Kino se asustó al notar como una mujer a su costado, cubierta completamente de negro, completaba (más o menos) lo que iba a decir. También tenía orejas algo puntiagudas y poseía una larga cabellera plateada que le llegaba casi hasta la cintura. Sus ojos eran color carmesí como los de él y parecía estar observando a las personas al frente con algo de molestia. Ellos la habían puesto junto a Kino para vigilarlo.

["Ah... este... ¿Cómo-"]

Antes de poder preguntarle algo, se dio cuenta de una cosa que lo hizo querer saltar de emoción.

Ella... ¿me entendió?

Él seguía hablando en aquel idioma desconocido, pero ella lo había entendido perfectamente cuando pensaba sobre los elfos. Esto generó en él una inmensa alegría y no pudo evitar llorar mientras reía con la cabeza abajo. Finalmente sentía que ya no estaba solo.

La elfo oscuro lo miró con extrañez y para evitar que sus compañeros lo vieran en ese estado, se puso frente a él, fingiendo que le sujetaba las cuerdas que ataban sus brazos.

[¿Qué te pasa? No tienes que preocuparte. No te vamos a hacer nada. Por ahora, supongo.]

Su voz era dulce y tranquila, lo cual calmaba a Kino, el cual asumió de inmediato que era una buena persona. En un impulso por el gran alivió que sentía, abrió la boca y olvidando lo que había pasado tan solo unas horas, habló con ella.

["¿Cómo te llamas?"] —le preguntó sonriendo.

La elfo oscuro lo miro confundida, ya que creía que estaba llorando por dolor. Entonces recordó las palabras de su hermano.

"Trata de no alterarlo mucho ¿bien? Si despierta, asegúrate que este lo más tranquilo posible. No queremos que le pase a nuestra base, lo mismo que le pasó a ese pueblo. ¿no?"

El terror que sintió en aquella ocasión la invadió y abriendo la boca por puro instinto de supervivencia, le respondió.

[Soy... Kiri. Ah... este... ¿un gusto?]

Ella no estaba segura de que decir, pues raramente hablaba con extraños.

["Kiri ¿eh? Es un lindo nombre."]

[G-gracias. Supongo...]

Kino estaba absolutamente feliz de poder hablar con alguien, sin saber que ella no trataba de ser amable, sino que era porque le tenía un terrible miedo. Tanto por el hecho de provocarlo, como por el hecho de decepcionar a su hermano.

Soy el más fuerte... ¿verdad? (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora